Unos 20 agricultores de avena subsisten contra viento y marea en el pueblo de Parres El Guarda, en la alcaldía Tlalpan, ante la invasión de productores de papa que desde hace 10 años llegaron desde Sinaloa a esta localidad en busca de tierras para la siembra de su producto.
Los competidores se dedican actualmente a comprar o rentar decenas de hectáreas para el tubérculo, lo que ha desplazado la siembra del forraje del que históricamente ha vivido esta comunidad “al grado de que de los 29 ejidatarios que hay sólo tres se siguen ocupando de la siembra de avena”, advierten campesinos del lugar.
Los integrantes de la familia Ramírez son de las pocas personas en el pueblo que sin ser propietarios de las tierras que trabajan, se resisten a dejar la siembra de la avena, actividad a la que se han dedicado por generaciones gracias que este suelo es idóneo para esta gramínea.
A fin de enfrentar la competencia, una de sus opciones ha sido agruparse en sociedades cooperativas con el propósito de recibir apoyos que sirvan para financiar la compra de herramientas, como las segadoras, que los ayude a sostenerse.
Para el próximo año, unas 200 personas de esa población y del estado de Puebla que cada año llegan a los campos de Parres y Topilejo, así como a Tres Marías, en el estado de Morelos –donde se emplean en la siembra y el corte del forraje–, están en riesgo de quedarse sin trabajo debido a que los ejidatarios que les rentan las tierras podrían cederlas a los productores de papa.
La familia Ramírez ha logrado resistir y mantenerse en su labor gracias a que la reapertura del Hipódromo de las Américas de la Ciudad de México –en febrero de 2021– reactivó la demanda de avena de calidad que se produce en Parres El Guarda, lo que les ha permitido surtir su producto para alimentar a caballos pura sangre, además de que como sociedad cooperativa facturan la venta a ese centro de espectáculos.
Luis Pedro, uno de los integrantes más jóvenes, comenta: “Por ejemplo, en el hipódromo tenemos que facturarles porque entregamos entre 700 y 800 pacas por mes. Lo que nos piden es calidad para los caballos porque no requieren que uno lleve pastura fea o podrida.
“Con lo que nos ha ayudado la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo es con la herramienta. Tenemos una cortadora o segadora de tambores que nos ha ayudado para ganar tiempo. Hace un año que nos dieron el primer apoyo y con eso compré un motor que nos echa la mano para la empacadora, que es donde hacemos el producto más rápido. Compré hoces, que ayudan a los trabajadores para amogotar más rápido, y las guadañas para abrir camino a los tractores y comiencen a cortar sin dañar la avena que puede ser nuestra ganancia.”
Los hermanos Rafael y Jaime recuerdan “la época de oro hace 40 años”, cuando los campos de Parres El Guarda surtían de avena a forrajistas de Hidalgo, Querétaro y otras entidades del centro del país. “Venía mucha gente a comprar y cuando la avena estaba lista para empacarse, como ahorita, había hasta 15 camiones esperando; había mucha producción, pero todo eso terminó cuando la distribución decayó al ser expulsados los establos de la Ciudad de México”.
Agrega que ahora la gente ya no quiere trabajar, “éramos muy trabajadores y no le teníamos miedo al campo, aquí ahora los hijos de quienes trabajaban la tierra se emplean como choferes o tractoristas de los paperos que aquí vinieron a dar porque la papa se da muy bien, pero erosiona muy rápido la tierra y en verdad a nosotros nos la vinieron a encarecer, antes pagábamos mil pesos por rentar una hectárea, ahorita pagamos 8 mil”.