A mediados de septiembre de 2022, los nueve miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) se dieron cita en Samarcanda (Uzbekistán) para celebrar su 22 reunión del Consejo de Jefes de Estado. Dado que China, India y Pakistán son miembros de la OCS, la organización representa cerca de 40 por ciento de la población mundial; más Rusia, los países de la OCS constituyen 60 por ciento del territorio euroasiático (los otros estados miembros son Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y ahora Irán). En la Declaración de Samarcanda, texto final de esta reunión, la OCS se representó a sí misma como una organización “regional”, aunque la mera escala de la OCS le permitiría afirmar que es una organización global con tanta legitimidad como el G7 (cuyos siete países comprenden sólo 10 por ciento de la población mundial, pese a que concentran 50 por ciento de la riqueza neta global).
La palabra clave de la Declaración de Samarcanda parece ser “mutuo”: respeto mutuo, confianza mutua, consulta mutua y beneficio mutuo. Hay un eco en estas palabras del comunicado final de la Conferencia Asiático-Africana celebrada en Bandung, Indonesia, en 1955, que condujo a la formación del Movimiento de los No Alineados en 1961. El espíritu de Samarcanda refleja, durante un periodo diferente, el espíritu de Bandung, con un énfasis en la soberanía y la igualdad. Palabras como “mutuo” sólo son atractivas si aportan beneficios a quienes viven en estos países.
La prensa occidental miró hacia otro lado, o restó importancia a la reunión o bien subrayó las divisiones entre los países que asistieron a la reunión. Los comentarios del presidente de China, Xi Jinping, y del primer ministro de India, Narendra Modi, sobre la guerra en Ucrania, definieron los titulares de los medios de comunicación occidentales. Los países que asistieron a Samarcanda no coinciden en cada tema tratado, pero han creado confianza entre ellos y están interesados en aumentar sus lazos diplomáticos y económicos, en particular los relativos al comercio.
Los estados de la OCS contribuyen con 24 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial y representaron 17.5 del comercio mundial en 2020, volumen de actividad que resulta atractivo para los estados más pobres de Eurasia. La locomotora de esta actividad aún es China, el mayor socio comercial de Irán, Kirguistán, Pakistán, Rusia, India y Uzbekistán. Las ventajas del comercio entre estos países (aun las compras de energía a Rusia) anclan la OCS, que ha devenido en institución clave para la integración de Eurasia.
Irán se convirtió en miembro de pleno derecho de la OCS en Samarcanda. En la última década, las sanciones estadunidenses a Irán y Rusia, así como la guerra comercial impulsada por EU contra China, han acercado a estos tres países. En abril de 2021, China e Irán firmaron un pacto comercial de 25 años, que, según el embajador de Irán en China, Mohammad Keshavarz-Zadeh, “no es contra ningún tercer país”, refiriéndose a EU. Con un tono antioccidental más marcado, se escucharon en el séptimo Foro Económico Oriental celebrado en Vladivostok, Rusia, en septiembre de 2022, donde el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo: “Occidente está fracasando, el futuro está en Asia”.
La OCS no es sólo un consolidado de países asiáticos fuertemente sancionados por EU y la Unión Europea (UE). India, miembro de la OCS, es un Estado no sancionado, y Turquía, tampoco sancionado, intenta unirse a la OCS. Estos desmiente la supuesta razón de ser de la organización. India es miembro de pleno derecho de la OCS y ha asumido la presidencia del grupo hasta la próxima cita en 2023. Modi desempeñó un papel activo en Samarcanda y, según un artículo del ex canciller indio Kanwal Sibal, sugirió que la pertenencia de India a la OCS es parte de “nuestro compromiso con un mundo multipolar”.
Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, es un socio dialogante de la OCS y ahora intenta sumarse a la organización. En 1987, Turquía solicitó ingresar a la UE y “fue declarada apta para ingresar ahí” en 1999. Los altos funcionarios de Turquía, a los que se les dijo que el proceso es lento, vieron con consternación cómo Ucrania solicitó su ingreso en la UE en febrero de 2022 y luego fue aceptada como candidata a la UE en junio, adelantándose mucho a Turquía, cuya candidatura no ha avanzado y las negociaciones de adhesión se han “congelado de hecho”. La de Samarcanda fue la primera reunión de la OCS a la que asistió el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien habló de la región de la OCS como la “patria ancestral” del pueblo turco. El liderazgo de India en la OCS y la posibilidad de que Turquía ingrese al grupo demuestran que la OCS se convierte en un instrumento de integración euroasiática.
“La situación en el mundo se degrada peligrosamente”, señalaba la Declaración de Samarcanda. “Los conflictos y crisis locales se intensifican y surgen otros.” Mientras se reunía la OCS, Azerbaiyán atacó a Armenia abriendo más tensiones entre Rusia (que está en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva con Armenia) y Turquía (estrecho aliado de Azerbaiyán). Para mayor confusión, se produjeron enfrentamientos en la frontera entre Tayikistán y Kirguistán, y Putin se apresuró a llamar a los presidentes de ambos países para resolver sus diferencias. Modi y Xi se reunieron en Samarcanda por primera vez desde el choque de mayo de 2020 entre tropas chinas e indias en Ladakh. No se ha producido ningún avance real en la disputa fronteriza que desde hace décadas mantienen estas dos grandes potencias asiáticas. Estos conflictos locales existentes no sólo amenazan la seguridad de las personas que viven en esos países, también suponen un reto para que la OCS se convierta en algo más que una organización regional.
* Globetrotter