México ocupa el lugar 12 entre los mayores productores de alimentos en el mundo. No obstante, en el reciente año realizó importaciones récord de productos básicos en la dieta nacional, como el maíz, un hecho que encarece el consumo de sus habitantes, más en un momento en que la inflación global es la mayor en cuatro décadas. El panorama de la producción de alimentos en el país se ha deteriorado a lo largo de las últimas décadas. En ese tiempo, la actividad en el campo ha tornado hacia un modelo que da prioridad a cultivos de exportación, que generan mayores ingresos a las grandes compañías del sector, sobre aquellos considerados básicos en la dieta de la población mexicana.
Datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) revelan que desde 2000 y hasta el cierre de 2021 la superficie destinada a la siembra de granos básicos, como maíz, frijol, trigo, arroz, café y sorgo, presenta una disminución de 16.8 por ciento; en contraste y durante el mismo periodo, la empleada para producir aguacate, agave, cebada, jitomate, frambuesa, fresa y zarzamora se ha disparado 40 por ciento.
Las afectaciones de este cambio de rumbo son más visibles en un entorno como el actual, en el que México registra un gasto sin precedente en la adquisición de granos básicos desde el extranjero, encareciendo en alrededor de 15 por ciento la canasta básica de alimentos.
Este modelo impulsa un cambio en la tenencia por el uso de la tierra. El modelo agroindustrial de exportación demanda mayores montos de capital, tecnología, infraestructura y agua, que los pequeños productores no pueden aportar en muchas ocasiones. La imposibilidad de cumplir con estas condiciones los lleva a rentar la tierra. Este modelo productivo no requiere, necesariamente, la propiedad de la tierra, y rentarla les permite sobrexplotarla sin tener que pagar los costos ambientales por usar extensivamente el agua.
Mientras tanto, según cifras del Banco de México (BdeM), productos como la cerveza (derivada de la cebada), el tequila (elaborado con agave), el aguacate y los berries, comercializados principalmente por grandes empresas, tienen récord en el valor de sus exportaciones, llegando a representar alrededor de un tercio del total de ingresos que percibe el país por la venta de agroalimentos al extranjero.
Detrás del crecimiento de estas exportaciones están empresas de gran tamaño, como las mayores exportadoras de cerveza (el producto agroindustrial más vendido de México), Grupo Modelo y Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma. La primera pertenece a la belga Anheuser-Busch InBev y la segunda a la holandesa Heineken.
En el lado del tequila las marcas dominantes son José Cuervo y Sauza, de las empresas José Cuervo y Suntory Holding, respectivamente.
Por el lado del aguacate, 80 por ciento del mercado es dominado por el estado de Michoacán, donde resaltan firmas como Del Monte, Bonanza, Hahena, Fresh Directions, Camposanto, AgriFrut, Avo Hass y B & M Fresh, entre otras.
En el ramo de los berries destacan los miembros de la Asociación Nacional de Exportadores de Berries, como Berrymex, Agrana, California Giant Berry Farms, Cofrusa, Driscoll’s, Hortifrut, Andrew & Williamson Berry Farms, BQ Fruits, por señalar algunas.
Promovieron importaciones
Laura Moreno Altamirano, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autora de Estructura económica, distribución del ingreso, patrones de alimentación y las condiciones nutricionales en México, señala que las políticas de los diferentes gobiernos han favorecido la desatención de la agricultura, lo que ha promovido el incremento de las importaciones agroalimentarias.
En este sentido, la especialista subraya en su investigación que los datos oficiales muestran que la balanza comercial de los cultivos tradicionales, como maíz, frijol y trigo, se ha vuelto cada vez más deficitaria, lo que denota la dependencia que tiene México con el exterior para ser abastecido, por lo menos respecto a estos tres cultivos.
Datos del BdeM indican que a raíz de la pandemia el valor de las importaciones de granos básicos se ha disparado hasta alcanzar niveles sin precedente.
Por ejemplo, entre enero y agosto de 2022 México ha gastado 3 mil 764 millones de dólares en la compra de maíz al extranjero, lo que representa un incremento de 84 por ciento en comparación con 2 mil 45 millones de dólares que desembolsó en el mismo periodo de 2019; es decir, antes de los efectos de la pandemia y de la guerra entre Rusia y Ucrania.
En el mismo lapso, las importaciones de trigo pasaron de 750 millones de dólares a mil 490 millones, un incremento de 98 por ciento; en tanto, las de frijol fueron de 58 a 57 millones de dólares, una disminución de 1.6 por ciento. No obstante, en el mismo periodo de 2021 éstas alcanzaron la suma sin precedente de 149 millones de dólares.
Afectaciones del TLCAN
Gustavo Gordillo de Anda, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, advierte que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el cual entró en vigor en 1994, tuvo diversas consecuencias en el campo mexicano, específicamente en el severo daño que se causó a la agricultura de granos como maíz y frijol por la implementación de un esquema de cuota-arancel, pues inmediatamente se aceleró la compra de esos productos con el pretexto de una medida “antinflacionaria”.
En contraste, apunta en su investigación Los retos del momento actual del campo, el pacto comercial que ahora ha sido sustituido por el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha beneficiado ampliamente a un pequeño sector de productores rurales especializados en cultivos de alto valor de exportación, como los aguacates, los berries, la carne de res y cerdo, la cerveza, el tequila y los jitomates.
Estimaciones del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) reportan que entre enero y agosto de este año la cerveza –producto que requiere cebada para su elaboración– se posicionó como el principal producto agroalimentario de exportación de México, con un valor sin precedente de 3 mil 996 millones de dólares, 8.6 por ciento más respecto a 3 mil 678 millones en igual periodo de un año antes.
El segundo sitio, según el organismo privado, es ocupado por el tequila –el cual necesita agave para su producción– con un valor de exportación de 2 mil 918 millones de dólares, un incremento anual de 40.4 por ciento; luego está el aguacate, con monto de 2 mil 489 millones, un alza anual de 22.9 por ciento; seguido de los frutos rojos, con 2 mil 205 millones de dólares, que representa un aumento anual de 5 por ciento.
Más abajo se encuentran las exportaciones de carne de bovino, que en el periodo señalado han dejado ingresos por 2 mil 42 millones de dólares, 5.9 por ciento más que un año antes, y el jitomate, con mil 732 millones, equivalentes a un alza anual de 0.7 por ciento.
Carlos Bautista, especialista en comercio exterior de la Universidad La Salle, expone que los productores agropecuarios mexicanos siembran y cosechan únicamente lo que consideran es negocio para ellos, por lo que no les interesan los cultivos baratos, como pueden ser ciertos granos básicos.
Asimismo, enfatiza que desde hace 30 años el gobierno mexicano fomenta las exportaciones, dejando a un lado el comercio interior, por lo que llegan diversos productos por importaciones de todas partes del mundo.
Algo que comprueba esta explicación es un documento de Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA, una instancia del Banco de México), denominado Panorama Agroalimentario Berries, que data de 2016, en el cual se deja ver que la reconversión de los campos fue impulsada por el mismo gobierno de las administraciones pasadas, pues se dieron incentivos económicos y técnicos para que los productores dejaran de invertir en cultivos que consideraban menos rentables.
“En 2015, se sumaron 150 hectáreas a la producción de frutillas, al remplazar los cultivos de maíz y sorgo (…) FIRA trabaja para que en 2018 se reconviertan 800 hectáreas al cultivo de berries”, señala el documento publicado en la administración de Enrique Peña Nieto.
Despegue de exportables
Datos del SIAP muestran que de 2000 a 2021 la superficie de cosecha de la zarzamora pasó de mil 153 hectáreas a 9 mil 87, un aumento de casi 700 por ciento, como consecuencia, en el mismo lapso la producción se disparó mil 460 por ciento, al ir de 13 mil 534 toneladas anuales a 211 mil 350 toneladas.
En el caso de la frambuesa, el área para su siembra pasó de 196 hectáreas a 8 mil 700, un aumento de 4 mil 300 por ciento, mientras la producción avanzó de mil 138 toneladas anuales a 165 mil 600 toneladas, un alza de 14 mil 500 por ciento. Estos fuertes crecimientos son la muestra de que hace 20 años este tipo de siembra era prácticamente inexistente.
En el caso del aguacate, en el periodo referido la superficie creció 161 por ciento, al ir de 94 mil 800 hectáreas a 248 mil 500, provocando que la producción pasara de 907 mil toneladas a 2 millones 450 mil al año, un incremento de 170 por ciento.
Dichos aumentos son superiores a los mostrados por los alimentos tradicionales. Por ejemplo, entre 2000 y 2021 la superficie de maíz decreció 13.4 por ciento y su producción aumentó 56 por ciento; mientras en el caso del trigo el área para siembra cayó 24 por ciento y la producción disminuyó 6 por ciento.