Ciudad de México. Toda América Latina y el Caribe resentirá la política monetaria de Estados Unidos, dado el peso que tiene esta última en los canales financieros. En el sector real, y dada la integración de las cadenas comerciales, México y Canadá son “los mayores perdedores”, pero en general, la región debe prepararse para los efectos de las alzas en la tasa de interés de la Reserva Federal (la Fed, el banco central estadunidense), explicó Nigel Chalk, director adjunto del Departamento del Hemisferios Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Las presiones y repercusiones de la política estadunidense no llegan tan rápido, toman su tiempo. Es bueno que la región haya resistido bien, pero no debemos ser complacientes de que la situación siga así. Vamos a ver mayores vulnerabilidades a medida que se erosionan los amortiguadores y las empresas y los países tienen que aumentar su financiamiento y volver a acudir a los mercados de capitales y quizá éstos no estén abiertos. Hasta ahora todo ha marchado bien, pero de cara al futuro la situación puede cambiar”, explicó Chalk en conferencia remota.
Desde marzo y ante un avance de la inflación no visto en décadas, la Fed ha elevado cinco veces consecutivas su tasa de referencia, la cual se encuentra en un rango de 3 y 3.25 por ciento. Analistas del mercado esperan una alza más de 75 puntos base en la reunión ahora en curso y que se lleve a un rango de 3.75 a 4 por ciento, un tasa que afecta no sólo al consumo en la economía más grande del mundo, sino a los costos en que se financian los países en mercados internacionales.
En el reporte presentado por Chalk, el FMI destacó que la inflación en América Latina y el Caribe es la más alta en dos décadas y se mantiene como un riesgo para el crecimiento de la economía en la región. Si bien se espera que “remita sólo gradualmente”, a ella se suman nuevos choques: las condiciones financieras internacionales que siguen en gran medida a la política de Estados Unidos, así como una posible recesión mundial.
“La evolución reciente en América Latina y el Caribe ha estado dominada por el impacto de dos shocks mundiales distintos: la pandemia de covid-19 y la invasión rusa a Ucrania. Un tercer shock —el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales— ahora está incidiendo en las perspectivas para la región”, explicó el organismo.
Dado que la inflación aún no cede —ha sido más pronunciada y persistente de lo que se esperaba—, y que la mayoría de las economías en la región siguen operando a su máxima capacidad o cerca de ella, se debe evitar una baja prematura en las tasas de interés de los bancos centrales, ya que de hacerlo sin asegurarse su efecto, “tener que restaurar la estabilidad de precios más adelante si la inflación se enquista sería muy costoso”, advirtió el FMI.
Amplió que en el conjunto de Brasil, Chile, Colombia, México y Perú —las cinco economías más grandes de América Latina y el Caribe— la inflación recientemente se situó en 10 por ciento, un máximo no registrado en dos décadas. Este avance se ha logrado mitigar con el incremento en las tasas de interés por parte de las autoridades monetarias de la región, pero “sigue siendo alta y se prevé que remita sólo gradualmente”.
El organismo recordó sus perspectivas para la economía de América Latina y el Caribe lanzadas el mes pasado. Para 2022 se espera un crecimiento de 3.5 por ciento, cifra que se sostiene en la recuperación de la economía mundial y en el incremento de los precios de las materias primas. A la par de una desaceleración a 1.7 por ciento el próximo año.
El menor crecimiento para el próximo año se debe a las condiciones financieras más restrictivas, así como a la inflación. Podría ser aún más bajo si la desaceleración en la economía mundial es más pronunciada, si se enquista la espiral de costos al consumidor, si cae de manera drástica el precio de las materias primas y si aumenta el malestar social, amplió el FMI.