Madrid. Juan Carlos Hueso es un pequeño agricultor andaluz que se dedica al cultivo de la oliva y su preocupación es máxima: “La aceituna está arrugada y aún no se ha formado, no ha madurado, y eso significa que podríamos perder una gran parte de la cosecha. Ahora esperamos que las ayudas europeas nos sirvan de salvavidas”, explicó.
Este hombre de campo vive una situación similar a la de millones de personas en Europa que se dedican al cultivo y cuidado de la tierra, que abastecen de productos básicos a la región y mantienen vivas las tradiciones agroalimentarias.
Y todos miran con atención al Plan Estratégico de la Política Agraria Común (PAC), que de 2023 a 2027 supondrá una inyección de dinero de más de 270 mil millones de euros, lo que representa algo más de 50 por ciento del total del presupuesto de la Comisión Europea (CE).
El sector de los lácteos ha sido de los más castigados por la histórica crisis que vive el campo europeo, al remontarse a la política de cuotas que fijó en su día la Unión Europea (UE) para evitar que hubiera sobreproducción y provocó que tanto en la leche como en el resto de los cul-tivos agrícolas se hicieran con las redes de distribución y comercialización las grandes corporaciones del sector, que son las que finalmente acaban fijando un precio muchas veces abusivo y deficitario para los agricultores.
Sector de lácteos, de los más castigados
Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas, reconoció que los problemas vienen de lejos, pero que el meollo de la cuestión son precisamente los precios abusivos que fijan las grandes corporaciones de la industria. “La raíz del problema se originó con la política de cuotas, que afortunadamente acabó en 2015, pero de ahí se heredó un sistema nocivo para el pequeño explotador de la vaca lechera.
El dueño de una pequeña explotación de vacas lecheras en Cantabria, Luis Peña, reconoció que ha tenido que “sacrificar vacas para pagar facturas ante los elevados costos de producción, que no se han visto del todo compensados por la subida del precio en origen”. Peña ha tenido que retirar 20 vacas lecheras en el último año (ahora tiene 60) y está a la espera de enviar al matadero otras cinco, porque para que le sea rentable tienen que dar como mínimo entre 32 y 33 litros al día.
Eugenio de la Morena cuenta con una ganadería de leche de 150 vacas en producción en Colmenar Viejo, a unos 30 kilómetros de Madrid, y está en una situación similar: cada 15 días hace un repaso para ver qué cabezas producen menos de 30 litros al día para llevarlas al matadero, salvo que estén preñadas. Por eso reclama en que “es urgente” que se respete la Ley de la Cadena Alimentaria y la norma comunitaria al respecto que, según reclama, incumplen sistemáticamente las grandes corporaciones.
Estos pequeños productores de leche, así como el olivarero andaluz que ve con preocupación su futuro inmediato, están a expensas del reparto de los fondos millonarios de la PAC, que en el próximo periodo de cinco años permitirá a muchos de ellos obtener un ingreso extraordinario hasta de 15 mil euros (300 mil pesos) anuales para cada uno de ellos, además de otros fondos extraordinarios para renovar su maquinaria, mejorar sus herramientas tecnológicas e invertir en formación personal.
En el territorio de la Unión Europea (UE) se calcula que hay alrededor de 10 millones de explotaciones agrícolas, en las que trabajan regularmente más de 22 millones de personas. Del conjunto de las explotaciones del sector agrícola, tres cuartas partes son de pequeño tamaño, es decir de menos de 10 hectáreas, y muchas de ellas tienen incluso menos de cinco hectáreas.
Los principales productos del llamado sector primario en Europa son el trigo, la cebada, las semillas oleaginosas, la remolacha, el vino, las uvas, los productos lácteos, el ganado, las ovejas, los cerdos, las aves de corral y el pescado.
El año pasado fue especialmente dramático para un sector que ya acumulaba problemas, sobre todo a raíz del estallido de la pandemia de covid-19, que dificultó mucho las exportaciones a otros países.
Pero en lo que va de año se han agudizado los problemas; primero por los severos problemas provocados por una sequía histórica, que ha dejado a la mayoría de los ríos europeos bajo mínimos, con los embalses semivacíos y las reservas de agua al límite. Además del estallido de la guerra en Ucrania, que neutralizó la producción agrícola de un país vital para el abastecimiento del continente en productos básicos como el trigo.
El escenario es de tal gravedad que la UE aprobó recientemente el nuevo plan estratégico de la PAC, que incluye ayudas económicas directas a todo el sector, si bien en esta ocasión se pretende fortalecer las ayudas a los pequeños y medianos productores.
Cabe recordar que la PAC nació como una política pionera a nivel mundial en 1962, cinco años después de los Tratados de Roma que dieron origen a la UE, y que buscaba resolver el grave problema de las carestías de alimentos de la postguerra, garantizar un suministro suficiente a los ciudadanos y asegurar unos ingresos dignos para los productores.
El plan de futuro de la PAC supondrá un desembolso de 270 mil millones de euros en los próximos cincos años, que se distribuirán en los siete planes aprobados, de los que más de 34 mil millones están dedicados exclusivamente a objetivos medioambientales y climáticos y a regímenes ecológicos.
La CE justifica esta decisión en que “este importe podrá servir, por ejemplo, para promover prácticas beneficiosas para el suelo y mejorar la gestión hídrica y la calidad de los pastizales”.
Reto, que los precios no los fijen los grandes consorcios
Uno de los temas pendientes y que todavía está en proceso de evaluación por parte de la UE es una vieja reivindicación de los pequeños y medianos agricultores, que es precisamente encontrar la formula para que los precios no los fijen las grandes corporaciones y que sobre todo se garantice al pequeño y mediano agricultor un precio justo por su trabajo, que le permita tener una vida digna.
Cristóbal Cano, secretario gen-eral de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de España, explicó que “los costos siguen subiendo, los préstamos hay que pagarlos, pero el precio que recibimos por nuestros productos es el mismo de hace más de 30 años. Lo que demuestra que el mercado está saturado, pero de especuladores. Así que pedimos un trato más digno para los agricultores y ganaderos”.