En la vida hay que tener cuidado con lo que se desea, porque algunos deseos son peligrosos cuando se concretan. Este es el caso de la compra de una vivienda a través del Fovissste. Cuando se cumple este deseo, los trabajadores se amarran a un financiamiento que se vuelve impagable.
Hay que señalar que el problema no es atribuible a la actual administración. Es algo que arrastra el Issste desde el siglo pasado y los ajustes que se han logrado, como el acuerdo para restructurar la deuda publicado en 2020, no resuelven el problema de fondo.
Lo peor de todo es que miles de servidores públicos compraron viviendas alejadas de sus centros de trabajo y las abandonaron. Los acreditados pagan cerca de 30 por ciento de su salario por inmuebles inútiles que se caen en pedazos.
En los casos en que ocupan sus viviendas, las condiciones tampoco son favorables. Al trabajador que pide la hipoteca le pasa lo mismo que a Sísifo, día con día tiene que subir una gran roca a la cima de la montaña para que ruede a la base y la deuda se mantiene.
Con una tasa de inflación superior a 8 por ciento y un aumento del salario mínimo de 22 por ciento a lo largo de este año, el monto de la deuda subirá en esas proporciones durante 2023, dependiendo de que el acreditado tenga su crédito ligado a la Unidad de Medida y Actualización o al salario mínimo. En el primer caso, de cada millón de pesos la deuda aumentará en 80 mil pesos y, en el segundo caso, subirá 220 mil pesos. Es así como el acreditado tiene que subir una roca cada vez más grande a la cima de la montaña.
El acreditado, además del impacto de la inflación y del alza salarial, paga 6 por ciento de interés anual. Cerca de la tercera parte de sus ingresos lo dedica a este pago durante décadas sin resultado alguno.
Aunque usted no lo crea, las condiciones de los créditos hipotecarios en la banca comercial son mejores que las del Fovissste, ya que el monto de la deuda disminuye con el tiempo.
Urge una restructuración del Fovissste para no perjudicar la economía de los servidores públicos.