París, Francia. 11 de agosto de 2024. Tras dos semanas y media de hazañas deportivas, París despidió este domingo sus Juegos Olímpicos con una grandilocuente ceremonia de clausura repleta de guiños a la cultura francesa y le encomienda a Los Ángeles una Misión: Imposible... para 2028. La pista del Stade de France, morada originalmente, se convirtió en un mosaico de color y cultura. De danza y sonrisas. Los papeles se invirtieron. Los deportistas fueron, por una vez, quienes veían con asombro el escenario, al público que maravillaron con sus hazañas. Los 71 mil 500 espectadores, testigos de más de 9 mil células que formaban un organismo multicolor de excelencia deportiva. Desde el Jardín de las Tullerías, el nadador Léon Marchand, estrella de los Juegos en tierra propia, dio inicio a la ceremonia con el recorrido de la llama olímpica hacia el Stade de France para iluminar una última vez la Ciudad Luz. Ya en la pista, fue el mismo Marchand quien llevó el fuego hasta el centro del escenario para que Bach y deportistas que representan a cada región del mundo. Extinguieran su luz pero no su espíritu. (Afp y Ap)