A estas alturas resultan meridianamente claros dos asuntos: que lo que se dirime en el territorio ucranio es en realidad una guerra de la OTAN contra Rusia y que las partes involucradas no tienen disposición a negociar el fin del conflicto; al menos, no por ahora.
Mientras los palestinos mueren bajo los escombros, desangrados en los improvisados hospitales, los soldados israelíes se toman fotos sonrientes y hasta burlones frente a los escombros.
Legisladores presionan a la Casa Blanca para que imponga sanciones comerciales a México por sus intentos de frenar el ecocidio y el despojo de Vulcan Materials.
Historias de tortura, tratos inhumanos y degradantes, privación de alimentos, palizas y ejecuciones extrajudiciales han trascendido los muros de las prisiones y han motivado múltiples denuncias contra el régimen.
El flujo de migrantes ha desbordado por completo las capacidades institucionales para atenderlos y proporcionarles los documentos pertinentes con el propósito de que puedan residir o trabajar en territorio mexicano.