La pieza Réquiem de Mozart, con 40 bailarines en escena, se presentará el 15 de noviembre y el 6 de diciembre en Bellas Artes
Domingo 2 de noviembre de 2025, p. 2
A modo de pausa, de espacio para reflexionar, en “ese trajín diario que luego no nos permite siquiera llorar a nuestros muertos”, el coreógrafo Rodrigo González creó Réquiem de Mozart. La pieza parte de Misa de Réquiem del compositor austriaco, y se estrenará en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, el 15 de noviembre por La Infinita Compañía, con 40 bailarines, y dirigida por González.
La obra nació de una necesidad personal y colectiva. “En este momento, la humanidad ha sufrido pérdidas colectivas relevantes; entonces, me pareció pertinente hablar del tema”. González ha experimentado varias pérdidas en su familia, así como en el plano profesional, en particular la muerte de su maestra, Nieves Paniagua, y de Guillermo Arriaga, así como de gestores culturales como Ignacio Toscano.
Quiso compartir el trabajo y su proceso con un grupo de intérpretes, con el fin de hablar del tema desde lo colectivo, por lo que convocó a gran cantidad de bailarines mediante una audición a la que acudieron profesionales del país y del extranjero.
Hay desde jóvenes que aún estudian en la Escuela Nacional de Danza, hasta bailarines de mucha trayectoria, como Tania Pérez-Salas. Esta diversidad de lenguajes, movimientos, procedencias y corporalidades le parece “fundamental para abordar este tipo de temáticas”.
Estética abstracta
Para el proceso creativo, González hace un año realizó un laboratorio de investigación del movimiento con los seis bailarines que integran La Infinita Compañía, a fin de explorar el lenguaje que querían tocar. “Me fui también por la estética de lo cuadrado, de los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos, para evocar el mundo material del cual nos desprenderemos. La escenografía se basa en cubos modulares que se arman y desarman, ruedan y giran, y construyen las partes de la escena que queremos abordar desde lugares más abstractos”.
Es la pérdida no sólo en el sentido de que falte un ser querido, sino como algo constante, diario. “La pérdida de nosotros mismos, porque hoy no somos los de ayer. El día anterior ya se fue y no lo vamos a recuperar nunca. Cada noche es una muerte también”, reflexiona.
De acuerdo con González, “el mundo universal de la música de Wolfgang Amadeus Mozart es única, fantástica y fascinante. Es una música que me ha acompañado desde niño, no sólo la de él, sino la música sinfónica en sí. A pesar de que hay varios compositores que tienen réquiems, el de Mozart es el que más me conecta. Además, fue la última obra que compuso, incluso quedó inconclusa debido a su estado de salud. Asoció este encargo con su muerte”.
En cuanto a su lenguaje coreográfico, González refiere que lo traslada a la acción al “teatro físico, de la danza teatro, a la vez que instantes muy colectivos y grupales, más que frases propiamente de movimiento, aunque sí las hay en algunos momentos de la pieza. Me enfoco más bien en la verdad de cada movimiento para que tengan mucha contundencia, no que vengan de lugares impostados, sino de lo más genuino posible dentro de cada intérprete, generando las atmósferas que queremos transmitir. Ha sido fundamental escucharnos a nosotros mismos”.
El estreno de Réquiem de Mozart coincide con los 20 años de González como coreógrafo. Él inició su carrera en el Teatro Principal del Palacio de Bellas Artes con La muerte del Quetzal, cuyo guion fue de su autoría, realizado para la Compañía de Danza Folklórica de Nieves Paniagua. El coreógrafo primero estudió danza folclórica, después, clásica y contemporánea, y también teatro.
González indica que la danza folclórica es un elemento que está presente “constantemente” en sus creaciones. Aunque “no empleo sus lenguajes en mis obras –no tendría sentido–, sí tomo los impulsos motores de algunas de las danzas, después los deconstruyo, hago evoluciones de movimiento y exploraciones personales”.
Réquiem de Mozart tendrá funciones el 15 de noviembre a las 20 horas, y el 6 de diciembre a las 17 y 20 horas, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes.











