Jesús Vargas presentó Armando la utopía, en la FIL Zócalo // “Mi interés era saber de dónde venía el impulso que los hacía creer que la justicia era posible”, contó en entrevista
Sábado 18 de octubre de 2025, p. 2
El historiógrafo Jesús Vargas Valdés (Parral, Chihuahua, 1946) escribió su libro más reciente, Armando la utopía: Gaytán, el guerrillero del mar, para rescatar la memoria de un joven que, en los años 70, luchó por la justicia en México, y con él dar voz a toda una generación de idealistas que enfrentó represión y desigualdad.
“Se trata de comprender a quienes arriesgaron su vida para buscar un país más justo, sin caer en la nostalgia ni en la exaltación de la violencia”, explicó el autor en entrevista con La Jornada.
“No me costó trabajo asumir este papel de narrador y oyente. También fui activista: participé en la formación de colonias populares y en la democratización del sindicato minero de Santa Bárbara, Chihuahua.
“Viví persecución y clandestinidad; me tuvieron desaparecido un mes junto con mi esposa. Por eso entiendo muy bien la causa de esos jóvenes.”
El ejemplar, publicado de manera independiente, se presentó en la Feria Internacional del Libro (FIL) Zócalo Ciudad de México. En sus páginas convergen los testimonios de Armando Gaytán; sus hermanas, Laura y Patricia, y de Deyanira, hija del médico Raúl Peña.
“Es, por tanto, un relato de ellos, una memoria construida desde la palabra de los que sobrevivieron al silencio”, indicó Vargas Valdés, quien conoció a los Gaytán tras investigar medio siglo de insurgencia en el norte de México.
En Madera rebelde (2015) ya había explorado el asalto al cuartel de Ciudad Madera, en el que participaron tres integrantes de los Gaytán, de los cuales murieron un tío y un sobrino, de unos 20 y 21 años.
“Me impresionó descubrir que otros seis de sus familiares se levantaron en rebeldía y que cuatro murieron en distintos combates posteriores. Eso me llevó a buscar a los sobrevivientes, a los que heredaron esa indignación como si fuera un apellido”, recordó.
De esos encuentros surgió la historia de un hombre que, a los 20 años, tras vivir la represión de 1968, viajó a la Unión Soviética y luego a Corea del Norte antes de integrarse al Movimiento de Acción Revolucionaria.
En 1979, Armando y su hermana Laura fueron detenidos y permanecieron desaparecidos varios meses, hasta que el Comité Eureka, encabezado por Rosario Ibarra de Piedra, logró su liberación.
“Mi interés no era relatar cuántos fusiles tuvieron o cómo pelearon”, añadió Jesús Vargas.
“Lo importante era de dónde venía ese impulso, qué los hacía creer que la justicia era posible. Muchos eran hijos de campesinos, maestros o estudiantes. No eran delincuentes: eran jóvenes idealistas que actuaron cuando el país cerró todas las puertas.”
Esa búsqueda de sentido lo llevó a reconstruir genealogías enteras del agrarismo chihuahuense, donde la lucha por la tierra derivó, años después, en la lucha por la dignidad.

“La guerrilla de Madera no surgió copiando a Cuba. Nació de un movimiento agrarista que duró cinco años, del hartazgo de los pueblos frente a los caciques y a los latifundios que sobrevivieron a la Revolución”, afirmó.
A los nombres de los Gaytán se suman otros: los que murieron sin tumba y los que aún esperan justicia. Entre ellos se encuentra Laura Elena Saldívar, madre de Óscar Javier Gaytán, quien se unió a las filas de las madres que nunca dejaron de buscar a sus hijos.
“Este libro también es un homenaje a esas mujeres; si alguien sostuvo la memoria de los desaparecidos, fueron ellas”, subrayó el autor.
En el texto también confluyen las voces de aquellos que los formaron. Raúl Peña, médico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, llevó pensamiento crítico al pueblo de Ignacio Zaragoza. Su hija, Deyanira, narra cómo su padre curaba y enseñaba con el mismo gesto, convencido de que la salud también era conciencia.
“El doctor Peña no fue guerrillero, pero encendió las primeras luces de inconformidad; los jóvenes aprendieron con su ejemplo que había que actuar, no sólo resistir”, puntualizó Vargas, y enfatizó su cercanía con estas causas.
“Muchos errores de aquella generación no surgieron por maldad, sino por juventud y falta de experiencia. Por eso quise que este trabajo no glorifique ni juzgue, sino que ayude a entender.
“La historia de los años setenta no ha terminado. Laura Gaytán sigue en la Comisión de la Verdad. Armando es activista crítico, simpatiza con la transformación actual, pero señala los errores. Su lucha continúa desde otro frente.”
En su voz hay respeto, pero también un llamado: “las nuevas generaciones deben entender que estos combatientes no buscaban poder, sino justicia; que detrás del fusil había un corazón herido por la desigualdad”.
La obra, fruto de ocho años de trabajo, surge también como una memoria colectiva de Chihuahua: un territorio donde la rebeldía se ha confundido demasiadas veces con el crimen.
“La versión oficial los convirtió en enemigos de la patria, pero lo que encuentro es humanidad. Gente sencilla, con padres domadores de caballos y madres que los esperaban despiertas. No eran héroes ni mártires; eran muchachos que querían cambiar su mundo”, destacó Jesús Vargas Valdés.
“El país tiene todavía muchas cuentas pendientes. La más grande es con la memoria, porque la violencia se repite cuando se calla”, advirtió.
La presentación de Armando la utopía: Gaytán, el guerrillero del mar, parte de la colección Testimonios de la Razón, se realizó el jueves pasado en el Foro 3 de la FIL del Zócalo, con la participación de Armando Gaytán, el periodista Luis Hernández Navarro y el autor.