El desarrollo afectivo del artista le permite ahora ser más selectivo
Cuando el cantante de ópera llegó a la librería de La Jornada, sus ojos se posaron en los estantes, como un lector ávido que no puede esperar para hojear los ejemplares, pero se contuvo y comenzó una charla en la que reflexionó sobre su trayectoria de 20 años, la importancia de la salud mental y sus planes a futuro

Jueves 16 de octubre de 2025, p. 2
“Un tenor es como un atleta de alto rendimiento, porque emite sonidos que no están dentro del rango normal de una voz masculina y canta notas muy agudas. Por eso, en esta carrera nunca dejas de aprender y de prepararte”, expresó el intérprete Javier Camarena.
El lunes pasado, unos minutos después de las 15 horas, Camarena llegó a la librería de La Jornada. Sus ojos se posaron de inmediato en los estantes, con la curiosidad de un lector ávido que no puede esperar para curiosear entre los ejemplares, hojeando títulos y dejándose tentar por cada hallazgo, pero se contuvo.
En lugar de escudriñar, ocupó un espacio en la pequeña sala de estar del local y reflexionó sobre sus 20 años de trayectoria, su búsqueda por el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, la importancia de la salud mental y los planes para el futuro.
“Al inicio se trata de conocer la voz, cómo potenciarla, cómo desarrollarla y crear musculatura”, apuntó al hacer un balance sobre sus inicios y su etapa actual. “Con los años, cuando el aparato de fonación cambia, hay que hacer conciencia y mucho trabajo de observación para adaptarse”.
Camarena también reconoce una evolución en su búsqueda como intérprete. “Con la experiencia desaparece la necesidad frenética de cantar todo y como se me dé la gana. Ahora soy más selectivo, conforme al propio desarrollo emocional y de madurez que se adquiere”.
Explicó que ha tomado cierta distancia de papeles ligeros y cómicos como La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti, o el Lindoro de La italiana en Argel, compuesta por Gioachino Rossini. Ahora, prefiere interpretaciones con más profundidad sicológica, como Romeo, en Romeo y Julieta de Charles Gounod, Werther, de Jules Massenet, y Fausto, también de Gounod.
“Me gustan estos papeles con más esencia y que se salen de lo que caracterizó la primera parte de mi carrera, que ha sido toda la parte del sobreagudo y los focos artificiales a la hora de cantar”, agregó.
Camarena atesora varios momentos de su trayectoria, entre ellos su debut en el Palacio de Bellas Artes en 2004 con La hija del regimiento y en la Ópera de Zúrich con La italiana en Argel en 2007, así como su primera función en el Teatro Metropolitan de Nueva York en 2011 con El barbero de Sevilla y su presentación de Los puritanos en el Teatro Liceu de Barcelona.
Pero también reconoce que ha tenido años abrumadores, por ejemplo, 2019, cuando debutó en papeles muy exigentes, como El pirata de Bellini, en el Teatro Real de Madrid, a los que se sumaron conciertos en el Covent Garden y el Met, lo que lo llevó a un fuerte agotamiento.
Al inicio de 2020, Camarena celebraba sus 15 años de carrera con La hija del regimiento en el Palacio de Bellas Artes, pero se sentía devastado. “Lloraba antes de salir al escenario y percibía que el peso emocional ya se reflejaba en la voz”, recuerda. Tras un viaje a Nueva York para preparar La Cenerentola, la pandemia detuvo todo, y logró regresar a Suiza, donde vivía.

Esa pausa, cuenta, lo salvó, pero al retomar el trabajo enfrentó episodios de ansiedad relacionados con la adrenalina propia de la ópera. “La salud mental no era algo que yo tomara en consideración, sino hasta cuando atravesamos la pandemia”, mencionó.
Desde hace dos años asiste a terapia sicológica y procura equilibrar su agenda con tiempos de descanso. “Hoy cuido tener espacios para estar con mi familia y recuperar energía; es algo fundamental”, subrayó.
El próximo martes, el tenor se presentará en el Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato, con la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), ya que Veracruz es el estado invitado. En el repertorio incluyó una melodía de Agustín Lara, alboradas francesas y arias en italiano.
Para él, acudir al Cervantino es especial, pues conecta su origen natal, Xalapa, Veracruz, con Guanajuato, donde conoció a su esposa y nacieron sus hijos. “Me conmueve mucho volver por cuarta ocasión al Cervantino y regresar a cantar con la Sinfónica de Xalapa, después de 11 años”, comentó.
En este punto de la conversación, aprovechó para solidarizarse con los habitantes de la zona norte de Veracruz que fueron afectados por las lluvias y pidió a los representantes gubernamentales que hagan todos los esfuerzos a su alcance para ayudarlos.
“A las autoridades, el llamado es a atender con prontitud las necesidades de quienes han perdido prácticamente todo, y a la comunidad mexicana, a participar en los centros de acopio y brindar apoyo a quienes más lo necesitan.”
Frente a este tipo de catástrofes y en el contexto global, donde prevalecen los actos de genocidio y una acelerada destrucción del entorno ambiental, Camarena destacó que la música es una herramienta poderosa para el espíritu humano y subrayó la responsabilidad social de los artistas.
“Un cantante de ópera tiene un nicho muy pequeño, no tiene la proyección de artistas masivos como Shakira o Jennifer López. Pero desde cualquier escenario, deberíamos convocar a la gente para apoyar las mejores causas, como las ambientales”, agregó.
Con la mira puesta en el futuro, destacó que todavía hay mucho repertorio que explorar, sobre todo de la ópera francesa: “No sé si algún día llegue a cantar a Hoffmann, de Los cuentos de Hoffmann, de (Jacques) Offenbach, pero es uno de esos personajes que me gustaría interpretar”.
Y enseguida visualizó: “Más adelante, quizá cuando mi voz evolucione un poco más, me encantaría cantar algo como Luisa Miller o Un baile de máscaras, de Giuseppe Verdi, si llego a tener la vocalidad”.
Para Camarena, cada escenario es una oportunidad de explorar su voz, compartir su pasión y, cuando es posible, generar un impacto positivo en la sociedad.