
Martes 14 de octubre de 2025, p. 3
Guanajuato, Gto., El Festival Internacional Cervantino (FIC) consumó su primer fin de semana, en el que cubrió la expectación de los habitantes de Guanajuato y turistas, nacionales y extranjeros, por conocer y disfrutar la cultura de los invitados: Reino Unido y Veracruz, cuya participación fue ensombrecida por la emergencia que provocaron las fuertes lluvias de días recientes.
Durante sábado y domingo, el ánimo y la cantidad de visitantes se fue incrementando. De los rostros serios de la víspera, con cada joven que pisaba el Centro se agregaban risas, contentos y curiosos. Tantos de ellos con el folleto de la programación en mano y caminando, familias que decidían entre comer o asistir a ver un espectáculo, y grupos caóticos y alegres. Algarabía y llamadas al orden de los padres. La belleza ya estaba ahí, sólo había que elegirla.
Autoridades que asistieron a los actos oficiales de la edición 53 del encuentro artístico −que se desarrollará hasta el 26 de octubre− y creadores expresaron su solidaridad con los afectados por el desastre en Veracruz. El vistoso desfile Yolpaki, mosaico de las expresiones culturales de ese estado, realizado el sábado, estaba encabezado por una pancarta que consignaba: “Fuerza, Veracruz. Por nuestros hermanos damnificados”.
El clima frío y lluvioso que vivió la ciudad de Guanajuato durante el fin de semana matizó la experiencia de los asistentes al FIC, aunque la Alhóndiga de Granaditas lució colmada durante el espectáculo de apertura, el Fandango monumental: Fiesta de son y raíz, que reunió en el escenario a más de 160 artistas en unas siete agrupaciones provenientes del estado costero.
Una abanico de expresiones musicales veracruzanas, decimeros, zapateadores, arpistas y la variedad de instrumentos de cuerda con roles prestablecidos funcionaron de pantallazo general de esa rica expresión sonora, en la que se destacó la actuación del Ensamble de Percusiones de Xalapa, prueba de la influencia afro en la historia del estado invitado.
El 11 de octubre campeó en los escenarios de la capital guanajuatense la programación artística, en la que destacó una pléyade de exponentes musicales propuestos por Reino Unido, como Sam Eastmond y su concierto Bagatelas de John Zorn, la London Sinfonietta y el diyéi Mo Ayoub.
El variopinto público cervantino acudió en masa al concierto de Sam Eastmond. El conductor británico generó un atractivo marco informal, además de la integración de su grupo con una energía contagiosa innegable, poblado de ejecutantes preparados para elevarse sobre las complicaciones de la improvisación.
Ya sea que el público salga de la Alhóndiga exaltado como en el Fandango o inmerso en los tonos sostenidos de la sesión improvisada de música electrónica Circle of Life, el FIC ofrece sorpresas en esquinas y callejones, conjuntos que tocan un repertorio popular, que termina entremezclado con la música de los autos que bajan hacia el centro, presumiendo el volumen de sus equipos de sonido. Esa cacofonía que viene de todos lados es una parte tan fundamental del Cervantino como su programación oficial.
Un día después se efectuó la vistosa participación de la Banda de Gaitas del Batallón de San Patricio que en las céntricas calles vinculó la música escocesa con la de México mediante la interpretación de un popurrí de queridas piezas de este país, con lo que fascinó a más de un millar de espectadores durante su trayecto.
La oposición mundial a la política de Israel con Gaza se hizo presente desde el primer día del Cervantino. Antes del inicio del Fandango monumental, en las inmediaciones de la Alhóndiga, un pequeño grupo de manifestantes pidió la libertad de Palestina y el fin del exterminio de ese pueblo. En al menos dos presentaciones artísticas hubo expresiones que demandaban acabar con el silencio ante el colonialismo israelí y un alto al genocidio.
Antes de iniciar el festival, ya se veía presencia policial en la antigua ciudad minera. En las esquinas, representantes de la seguridad estatal y municipal, y algunos discretos recorridos de integrantes de la Guardia Nacional. La Jornada presenció el traslado, por fuerzas locales, de dos detenidos la tarde del domingo.
Veracruz contó entre sus primeras actividades el homenaje por el centenario del dramaturgo cordobés Emilio Carballido, con la puesta en escena La danza que sueña la tortuga, que aborda una senda de afirmación femenina a través de una desternillante comedia alrededor de la intimidad de una familia de posición económica desahogada en 1954.
La diversidad del comienzo cervantino incluyó la propuesta escénica de España titulada Terebrante, creada y protagonizada por la artista y escritora Angélica Liddell, quien desarrolló un performance teatral sobre el flamenco desde un punto de vista crítico y analítico, en el cual vivisecciona buena parte de la narrativas construidas en torno a esta expresión musical y dancística. La también dramaturga pone su cuerpo de por medio para entender el sufrimiento.
El domingo se presentó Circle of Live, un grupo de improvisación que oscila entre el tecno y el ambient, fundado por el artista sueco Sebastián Mullaert. En el set, punto alto de la programación orientada a la denominada música electrónica, cambió las butacas protocolares frente al escenario por lugares parados, en el que el público de diferentes edades se animó a moverse. Las influencias fueron desde las obras ambient de Brian Eno, al tecno suave del artista canadiense Manitoba.
El punto que cerró la primera parte de este festival Cervantino fue la emotiva presentación, la noche del domingo, del músico de origen japonés Kaoru Watanabe y su colectivo Bloodlines Interwoven.
En la madrugada, cuando bajo la noche estrellada los últimos celebrantes abandonaban los bares, las calles comenzaban a ser lavadas, preludio a la continuación del festival.