Economía
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La economía: previsiones y reacciones
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o podía haber sido de otra manera. En la reciente entrega de la Perspectiva Económica del Mundo (WEO, por sus siglas en inglés), que publica periódicamente el Fondo Monetario Internacional, se asienta que: El panorama ha cambiado en lo que va de este año, en un entorno en el que los gobiernos han reordenado sus prioridades de políticas públicas. Un factor destaca claramente en el cambio observado: las tarifas. Estas han llegado a niveles no vistos en un siglo, junto con las medidas de respuesta que han provocado.

La WEO, fechada el 20 de abril, que el primer impacto adverso ha sido sobre las condiciones del crecimiento económico y lo impredecible que se ha convertido el ambiente, lo que de modo inescapable limita la capacidad para fijar supuestos útiles a fin de generar proyecciones consistentes y oportunas. El descargo que ofrece así el FMI es especialmente significativo, puesto que los escenarios que se exhiben en la WEO tienen un amplio margen de variabilidad.

De tal manera, la entidad financiera global advierte que los riesgos a la baja predominan, que la intensificación de una guerra comercial, aunada a la mayor incertidumbre pueden, claramente, seguir reduciendo el crecimiento de largo plazo mientras erosionan los medios para amortiguar la resistencia de choques que se vayan presentando.

La dinámica de los mercados financieros, tanto en las bolsas de valores y los mercados de deuda (como es el caso de los bonos del Tesoro) está marcada por la creciente inestabilidad. Esa condición puede ahondarse y repercutir de forma adversa de modo significativo en el sistema monetario internacional.

Lo que se desprende de este sucinto panorama es, ciertamente, relevante. La situación se ha desenvuelto de modo acelerado y las consecuencias se advierten en una gran variedad de cuestiones interrelacionadas, que amplían la vulnerabilidad productiva, financiera y social que está en curso.

El FMI trata de guardar la compostura y afirma que, en medio de las tensiones existentes, la senda hacia adelante muestra, según sus modelos de estimación macroeconómica, lo siguiente: A pesar de la caída observada, el crecimiento global se mantiene por encima de los niveles de una recesión. El sentido literal de esta afirmación es un tanto incongruente con la anterior, en virtud de la misma incertidumbre que reconoce el FMI.

Este pronóstico debe, por mero sentido común, ponerse en la perspectiva de lo notorio que ha sido el muy rápido cambio generado en el sistema económico internacional por las medidas restrictivas del comercio. Este es un hecho que merece una atención más firme de la que parece haber tenido en términos prácticos asociados con el funcionamiento de los mercados y, sobre todo, con su sentido político y social. La creación de un entorno positivo para generar riqueza, crecimiento y bienestar pende hoy de una condición de permanente disputa y crecientes fricciones.

Las cifras del desempeño productivo esperable que ofrece el FMI son bajas y se generan apenas al final del primer trimestre del año. En un ambiente de incertidumbre como el que existe, la capacidad de orientar la política económica tiene un nuevo conjunto de limitaciones. Los gobiernos tienen que planear, revisar las pautas fijadas, ejercer el presupuesto, asignar recursos y atender las necesidades sociales que, en el caso de México y el resto de América Latina, representan un serio problema estructural.

La gestión pública tiene que acoplarse a las nuevas condiciones creadas, repito, de manera tan acelerada que los ajustes que se imponen reducen los márgenes de maniobra. El debate sobre el número que indica el crecimiento productivo esperado es, hasta cierto punto, irrelevante. Se revisará en la entrega próxima de la WEO.

La única manera de proteger las condiciones económicas lo mejor posible es mediante la generación de empleo, con inversiones productivas públicas y privadas bien definidas y con la menor distracción de los fondos disponibles del erario.

Así como hasta ahora ha prevalecido en el país un sentido pragmático en la política de negociación del gobierno, como ocurre en el caso de las tarifas, la migración y la seguridad, ese mismo criterio debe regir el periodo que se ha abierto de transformaciones que, en realidad, están fuera de control del ámbito nacional.

En lo que va del año, se han presentado argumentos económicos, posturas políticas, advertencias y disputas que invitan a preguntar, una vez más: ¿Cómo es que se generan distintas narrativas de acontecimientos conflictivos como los que ocurren hoy? Una visión al respecto, es la que propuso Keynes, quien señalaba el papel de los instintos y las emociones que influyen el comportamiento y provocan acciones económicas, como son las de invertir, ahorrar o consumir, tanto de la población, las empresas y el gobierno. Advertía que este tipo de comportamiento y de emociones son las que desatan los periodos de auge y depresión. En las circunstancias actuales, se sabe de dónde proviene el estímulo de esas decisiones, lo que queda por ver es lo que provocan.