El agresor era instructor de gimnasia y suma 16 denuncias // Hacía ver los abusos como parte del entrenamiento
Domingo 27 de abril de 2025, p. 10
Hace 10 años, Itatí Alejandra Cárdenas Barrientos denunció a su agresor Eduardo Damazo Rodríguez Hinojosa, entrenador de gimnasia del Instituto Estatal de Cultura Física y Deporte (INDE) y propietario del gimnasio Klass. La Fiscalía de Justicia de Nuevo León ignoró y archivó la carpeta.
Itatí empezó su carrera como gimnasta desde los seis años. Amaba ese deporte. Tres años después llegó con Rodríguez Hinojosa, también entrenador de la Asociación Gimnástica del Estado de Nuevo León (Agenl) y eso le cambió la vida para siempre.
Muy pronto empezó a notar lo que el entrenador, detenido el pasado viernes por 16 denuncias de abuso sexual en su contra, les hacía a las niñas gimnastas a su cargo.
Damazo procuró tener varios métodos para realizar sus ataques sexuales y tomar fotografías y videos a sus víctimas. Uno de los sistemas recurrentes era el masaje de descarga
donde usaba la crema Gelodol para iniciar sus tocamientos.
Hacía estos masajes donde utilizaba la pomada para hacernos tocamientos, luego agarraba su celular y tomaba fotos a nuestras partes íntimas. Él hacía ver los abusos como parte del entrenamiento y los normalizaba. Nosotras pensábamos que eso era lo que tenía ser. Eramos sólo unas niñas, no entendíamos nada. Teníamos mucha disciplina como niñas de alto rendimiento. Pero lo que Damazo nos hacía nos provocaba muchas dudas
, dice Itatí en entrevista con La Jornada.
Sus ojos verdes se llenan de lágrimas cuando recuerda el daño más infame que ha sufrido en su vida. Itatí tiene ahora 23 años. Abandonó la gimnasia y es ingeniera industrial administradora. Las secuelas y heridas emocionales que sufrió la siguen atormentando:
Definitivamente lo que viví ha impactado toda mi vida. Fui una niña muy alejada de la gente, de los hombres en especial, aún no les tengo mucha confianza, es algo que estoy trabajando todavía. Además, perdí mi confianza, perdí las ganas de volver a entrenar mi deporte que era mi sueño, que era mi vida
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Reincidente
A pesar de la denuncia judicial de hace 10 años, Damazo Rodríguez siguió entrenando hasta hace unos días. Sus víctimas se calculan en decenas. Además de los abusos sexuales que cometió también existe la sospecha de que forme parte de una red internacional de pornografía infantil. Su madre, Martha Hinojosa García, directora del gimnasio Klass lo protegió siempre.
La mamá ha estado protegiéndolo
, dice el padre de Itatí, Carlos Cárdenas Palma: Hace 10 años nosotros hablamos con ella y lo negaba, aunque después lo aceptó, pero no hizo nada. Damazo siguió abusando de las niñas durante 10 años más. Ojalá la señora ya no abra sus gimnasios porque nada más eran para saciar el hambre de su hijo abusador
.
Cárdenas Palma acompañó a su hija al Palacio de Justicia donde el entrenador, considerado pederasta y pedófilo, ya fue vinculado a proceso: “Lo debieron de haber detenido desde la primera denuncia. No habrían sufrido tantas niñas más. Las autoridades lo protegieron y no lo consideraron un asunto grave. Sólo le dieron una palmadita en la espalda diciendo no lo vuelvas a hacer
, dice.
Añade: “Mi hija se atrevió a contarle a su mamá lo que les hacía. Algunos gimnasios se pusieron a favor del entrenador, por ejemplo, el dueño del gimnasio El Regio, Antonio Barraza, nos dijo: ‘retiren esa denuncia y yo a su hija la hago famosa. Si no la quitan, es igual porque no va a pasar nada’. Y así fue”.
De hecho, cuenta que cuando Itatí denunció judicialmente al entrenador pederasta fue rechazada socialmente y sus amigas gimnastas le dieron la espalda y le retiraron la palabra: Todas las mamás les prohibieron hablarle a mi hija. Las tenían amenazadas de que si le hablaban las iban a congelar como a ella. Al final a Itatí la tildaron de mentirosa y también a nosotros sus padres
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Itatí puntualiza: Damazo abusaba de todas las del equipo. Nosotras teníamos conversaciones donde nos contábamos lo que pasaba, pero por pena y por el miedo de que pudiera pasarnos algo a nosotras o a nuestras familias decidimos callar. Yo tenía mucho miedo de decir algo porque Damazo era muy agresivo. A todas nos tenía asustadas, sometidas
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Elegía a las calladitas
Valeria Camarillo Ramírez, de 18 años, empezó en la gimnasia a los tres años. Recuerda que a los nueve, Damazo empezó a abusar de ella: nos abusaba haciéndonos masajes o estiramientos. Se aprovechaba para tocarnos. Metía la mano dentro del leotardo. Nos tocaba la vagina. Cuando me estiraba y se me subía el leotardo, él ponía la mano en la vagina
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Dice que cuando viajaban para participar en competencias entraba a los dormitorios y abusaba de una por una: Entraba en la noche, les quitaba la llave y cuando estaban dormidas las tocaba. Sé que a algunas las penetró. Hubo penetración con algunas, conmigo no, pero sí supe que violó a algunas compañeras. Y que a otras les tomaba fotos. Él abusaba de las que sabía que no hablaban. Él elegía a las más calladitas, a las que sus papás no estaban tan al pendiente
.

Cuenta que las niñas le tenían miedo porque tenía ataques de ira contra ellas y las chantajeaba emocionalmente: Me decía que lo daría a conocer o que se iba a matar por mi culpa porque no hacía los ejercicios bien. Una vez, estaba hablando conmigo sobre un tema y como no le respondí lo que él quería escuchar le pegó a un tubo con la mano y se quebró un dedo. Eran cosas muy fuertes. Era un chantaje emocional y yo me sentía culpable
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Valeria calló durante todos estos años. Cuando Fernanda y Camila se animaron a denunciar lo sucedido, ella decidió también contar lo que vivió: A mí me daba mucha pena contarlo, estaba muy chiquita, no sabía ni lo que me estaba haciendo y si era normal o no. Todas sabíamos lo que pasaba. Todo este tiempo no lo pude hablar porque me daba miedo que no me creyeran. Fernanda y Camila nos dieron fuerzas para ir hablando una por una. Estoy muy agradecida con ellas
.
Añade: A veces le teníamos miedo, pero sentías que le tenías que tener cariño o compasión porque a veces nos apoyaba en momentos difíciles. Pensabas: abusa de mí, pero también me apoya, era como mucha confusión. En cada grupo de gimnastas había una con la que se obsesionaba. Elegía a las calladitas y a las más bonitas
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La disciplina sigue
Valeria es ahora entrenadora de gimnasia: Cuando me pasó, me salí, me fui a otro gimnasio donde doy clases. Yo soy muy protectora con mis niñas y las trato muy bien porque como vi el abuso sexual y abuso sicológico en el gimnasio Klass, pues intento ser comprensiva y tratarlas muy bien para que no sufran lo mismo
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Confía en que Damazo sea sentenciado pronto: Tiene que estar en la cárcel muchos años porque si sale y vuelve a dar clases estoy segura de que lo va a seguir haciendo con más niñas. Nunca se ha arrepentido de lo que hacía, lo hizo desde hace 10 años y lo siguió haciendo hasta hace poco
. Hasta ahora, el entrenador señalado como pederasta tiene 16 procesos judiciales.
Animó a las otras a denunciar: Hay muchas víctimas más. Yo les diría que sé que es difícil hablar, pero cuando lo haces, sientes alivio, te sientes mucho mejor. Eso que sufrimos nos afecta en nuestra vida cotidiana. Hablarlo trae mucha paz. Ojalá las demás tengan la fuerza de salir a declarar
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Y con un suspiro concluye: Me siento muy en paz, siento una carga menos. Estoy feliz porque si acaso llega a salir en unos años, ya no va a poder dar clases. Nadie va a confiar en él. La mamá de él lo apoya y lamentablemente hay muchas mamás de niñas acusadas que también lo apoyan, como si le debieran algo
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Su mamá, Sandra Ramírez Bernal, tiene 35 años de ser entrenadora de gimnasia, cuenta que su hija aún tiene secuelas del abuso: La niña calló por mucho tiempo. Le cambió mucho el carácter a los 10 años, pensé que era agotamiento o estrés, le habían diagnosticado principio de diabetes, era algo sicológico, tenía ataques de pánico y ansiedad. Mi hija tenía miedo de que ya no me dejaran seguir como entrenadora y la mamá de Damazo era presidenta de la asociación de gimnasia
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Es por eso que dice que muchas víctimas no se animan a hablar: Tienen miedo por su carrera gimnástica o que sean señaladas o truncadas como la de mi niña. Mi hija no está bien. Ella siempre está encerrada. Sufrió demasiado. Ya se le va a empezar a dar tratamiento. Jamás me imaginé lo que Damazo les hacía, él las entrenaba en otra área donde no había más entrenadores. Él sabía cuándo, dónde y a quiénes. A las hijas de abogados o gente importante no las tocaba
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Piden justicia
Las víctimas de Damazo: Fernanda, Camilia, Itatí, Natalia, Regina, Sofía, Valeria, Pamela, Ximena, Daniela, Andrea y Ashley se han unido para robustecer la carpeta judicial y ofrecer sus testimonios e invitan a otras compañeras a unirse en su lucha por la justicia.
Layla Sánchez, quien entró con 19 años a entrenar con Damazo, dice que fue testigo del morbo que usaba en los entrenamientos: “Él aprovechaba cuando las niñas estaban abiertas de piernas para tomarles fotos y videos. En el ejercicio de abrir las piernas aprovechaba. Abusaba de las niñas chiquitas y les decía ‘yo soy muy respetuoso con ustedes’, pero cuando pasaba al lado les tocaba sus pompis, sus pechos, diciendo ‘compermiso’. Eso no era normal”.
Mientras tanto, Itatí se muestra emocionada sabiendo que su agresor ya está en prisión y que puede ser sentenciado pronto: No he podido descansar durante 10 años esperando justicia y esperando que la gente vea que lo que yo denuncié es cierto. Si las autoridades hubieran hecho algo podrían haber evitado el sufrimiento a tantas niñas. Si le hubieran dado seguimiento a mi carpeta, esto no habría pasado
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