a casi concluimos esta serie de reflexiones sobre nuestra base energética mundial y nacional. Nos faltan solamente algunos señalamientos sobre algunas novedades tecnológicas que aparecen en el horizonte de la transición energética, en particular del futuro del sector eléctrico.
El mismo que en el México de hoy vive ya bajo una nueva normatividad constitucional, legal y reglamentaria, en la que se enfatiza sobre las responsabilidades comunes del Estado y la urgencia de impulsar la justicia energética. ¡Afortunadamente!
Pero antes, repasemos un poco y de nuevo apoyados en los datos mundiales más actuales de la Agencia Internacional de Energía (2022), el peso de la electricidad en la estructura de la energía final, la que nos proporciona, justamente, los usos finales, merced al consumo del fluido eléctrico en hogares, comercios, servicios públicos, industrias, actividades agropecuarias, silvícolas y piscícolas, industriales y de servicios públicos.
Debo confesar que estos últimos años he defendido la conveniencia –incluso la necesidad– de extender y profundizar la participación de la electricidad en el consumo final total, todavía hoy dominado intensamente por hidrocarburos y carbón. El avance de esta participación eléctrica supone, evidentemente, condiciones tecnológicas para ello. La disponibilidad de equipos, instrumentos, mecanismos y procesos eléctricos orientados a proporcionar las formas útiles de energía, pero no sólo eso, sin duda y primordialmente exige nuevos hábitos sociales sustentados en una decisión social desde abajo, desde las familias en sus hogares, los comerciantes en sus actividades, los industriales en sus manufacturas, los transportistas y sus usuarios en sus medios de movimiento y traslado de personas y bienes.
También desde las comunidades territoriales en el diseño y ejercicio de sus requerimientos públicos de iluminación, movimiento de aguas potables y negras, transformación de desechos y basura, entre otros ejemplos más.
La defensa de esta tesis se funda en la necesidad de dar espacio
al uso de renovables en su función primordial de hoy, generar electricidad limpia, atendiendo al cuidado de la casa común”, diría nuestro querido papa Francisco, a quien siempre extrañaremos. Pero –confieso– he encontrado oposición en compañeras y compañeros investigadores, a quienes no preocupa o no consideran necesario esta penetración eléctrica
, incluso defienden el transporte híbrido interurbano por sobre el transporte eléctrico, desde luego que masivo, de personas y de bienes.
Sin embargo, impulsan movilidad urbana en vehículos eléctricos colectivos …masivos, pero esto no parece ser la opinión generalizada en muchos países en el mundo de hoy, en el que la electricidad apenas resuelve poco más de 20 por ciento de los usos finales de energía. Impresionan Hong Kong e Islandia con un fluido eléctrico que atiende poco más de la mitad de la energía final. Europa con 25 por ciento. Ahí, sorprende Noruega con 47 por ciento, aunque Dinamarca sólo tiene 21 por ciento, incluso un poco más ab≠ajo de México, ya en 23 por ciento, como España.
En Finlandia el peso eléctrico es de 28 por ciento y en la Francia de los trenes sólo de 25 por ciento. Conviene decir que en los países africanos se registra el nivel más bajo de participación eléctrica globalmente, con no más de 9 por ciento. Esta variedad no deja de ser una limitante a la penetración de renovables, por eso he sostenido que la mayor electrificación permite mayor participación de renovables y, consecuentemente, mayor descarbonización. Esto exige ser bien entendido para ver, justamente, límites y posibilidades de la mayor limpieza energética en el mundo. De veras.
NB Siempre extrañaremos al gran papa Francisco, que buscó la mayor gloria deDios al servicio de la fe y en lucha porla justicia. Amén.