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Tumbando caña

Noche de pachucos, jainas y rumberas

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▲ Un pachucote celebra los 82 años del salón Los Ángeles en 2019.Foto Luis Castillo
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a cultura del pachuquismo, extendida en el sur de Estados Unidos, llegó a México con la migración. Los trabajadores mexicanos que iban a la pizca del algodón u otras labores regresaban con esa moda que incorporaba el habla pachuca o “caló del border”. Difundida primeramente por el genial Tin Tan.

Lo que en su momento fue una burla al vestir, hoy se ha convertido en un traje emblemático para quienes se hacen llamar pachucos y se reúnen a bailar y recordar su cultura en el salón Los Ángeles, donde finalmente la noche les arrebata una sesión de orgullo y elegancia.

Seres que a la vista parecen extraños, pero que están seguros de sí mismos en su exageración del uso de colores y accesorios, quienes manifiestan la alegría que les provoca ser admirados y dar a conocer el lenguaje, ropa y actitud que giró en torno a su juventud.

Jesús Alberto Romero, fundador de la Asociación Nacional de Pachucos, Jainas y Rumberas, explica la pasión que viven va más allá del baile: El pachuco tenía muchos códigos de honor, principalmente la lealtad hacia su grupo, a su familia y, sobre todo, cuidar y proteger a su pareja, la jaina.

Jaina es una de las muchas palabras heredadas del caló de los pachucos, término que viene del inglés honey y se utilizaba para dirigirse o referirse de manera cariñosa a la novia, esposa o concubina.

No hay pachuco sin jaina, asegura Mariana, bailarina recién integrada a la asociación: “La jaina era la pareja del pachuco; estamos hablando de los años 20, 30 y 40. En ese tiempo era una mujer emancipada que salía de casa o del trabajo los fines de semana a bailar con su pachucote. Para ese efecto se vestía de manera ‘resuelta’, pero elegante”.

Lupita Hernández , quien pertenece a un grupo de rumberas que guardan el respeto y atracción que sienten por las bailarinas y actrices del llamado cine de oro nacional que hacían danzas o bailes al compás de ritmos afrocaribeños, dice que bailar mambo, danzón o chachachá es un arte que no sólo atañe a gente mayor o a clases limitadas económicamente, también a toda persona que tenga alma en el cuerpo. La pasión para mí es bailar, me gusta vestirme de rumbera, me siento muy orgullosa de portar el traje.

El salón Los Ángeles está habitado por historias y anécdotas de quienes frecuentan el lugar, uno a uno hacen de su pasado un fresco sobre encuentros danzoneros. Jesús Juárez El Sebos, un pachuco de la vieja guardia, gran bailador y mujeriego, describe los valores de un buen pachuco: “Para ser pachuco hay que saber caminar, saber bailar con una dama y que la dama se sienta orgullosa y diga: ‘¡Ay, mamá, ese es mi tarzán’. Lo nuestro queda en vestirnos bien, porque el pachuco es sinónimo de elegancia y buen vestir: lucir bien y bailar chingón. Porque el que se viste de pachuco y no baila como dios manda no es en realidad uno de nosotros”.

José de Jesús González, otro pachuco asiduo al salón Los Ángeles, responde a esas personas que ven banalidad donde no la hay: la vestimenta del pachuco no es un disfraz. Que no se confundan, ser pachuco es un modo de vida que afortunadamente no se ha perdido en la vorágine de la ciudad. Todavía hay quienes la cultivamos y mantenemos como una tradición heredada de nuestros hermanos del norte y exponemos con la cabeza en alto.

La vida pachuca de estos personajes, que todavía el interesado puede encontrar en sitios como el salón Los Ángeles, parte de una biculturalidad que tiene dos ejes: la vestimenta y el gusto por el baile.

¿Qué baila el pachuco? La respuesta está en la canción principal ( Chuco Suave) del filme Zoot Suit, de Luis Valdés , composición de Lalo Guerrero:

“Antes se bailaba swing, boogie-woogie, jitterbug, pero esto ya se torció.

“Pachucos suaves bailan rumba y zumba. Bailan guaracha sabrosón, el botecito y el danzón…”

La vestimenta: Que el saco sea un poco a la rodilla y el pantalón sea arriba del ombligo y trabuco, o sea de pliegues y ancho. El sombrero alón con su pluma de faisán, los zapatos a dos tonos y elementos decorativos como la cadena, crucifijos, anillos, relojes y esclavas de oro, pero no navajas ni nada parecido a eso, porque nos tomarían por otra cosa, destaca Jesús Alberto Romero, pachucote de los buenos.

Visitar el salón Los Ángeles es entrar a una atmósfera vintage, un regreso al pasado que a través de los tiempos ha plasmado un ambiente propicio en la construcción de estilos de vida, como esta del pachuquismo que hoy vive un momento de aceptación y vitalidad con la incorporación de familias enteras que integran hasta cuatro generaciones de pachucos, jainas y rumberas.

Por eso –y más– es que celebran ahora esta cultura muy mexicana con un Gran Baile, el cual se llevará a cabo el sábado en el salón Los Ángeles a partir de las 17 horas (más informes y reservaciones a los teléfonos 56-1642-1726 y 55-5597-5181).