
s la célebre frase del general Sherman la guerra es el infierno
, y varios son los cineastas que –desde Kubrick hasta Peckinpah, pasando por Spielberg– han tratado de demostrarla de la manera más elocuente posible; ahora aparece Tiempo de guerra, codirigida por Alex Garland y Ray Mendoza, quien trata de hacer su propia demostración despojando a su relato de todo elemento que le sea ajeno a su esencia.
Se trata de recrear minuciosamente un hecho sucedido el 19 de noviembre de 2006 en la provincia de Ramadi, en Irak, cuando un pelotón de los llamados Navy Seals ocupa una casa que le servirá de punto de vigilancia para una futura operación. Lo que los soldados ignoran es que se han situado frente a un cuartel general de Al Qaeda.
Lo siguiente emparenta mucho con la película La caída del halcón negro (2001), de Ridley Scott. De hecho, es como su versión económica y compacta en la medida que retrata el rescate de unos soldados atrapados en zona hostil. Pero con su maestría para lo espectacular, Scott conseguía una de las películas bélicas más memorables del nuevo milenio.
En cambio, lo que han hecho Garland y Mendoza es prescindir de toda información para ellos superflua. Así, no hay desarrollo de personajes y con trabajos distinguimos a unos soldados de otros por su nombre. No existen detalles personales como que uno de ellos añore a su novia ni actos de patriotería. Tampoco, y esto es grave, hay un contexto histórico. Un espectador joven desinformado (ficción nada improbable) no sabrá que es una guerra inventada por el aparato bélico estadunidense, bajo la administración de George W. Bush, cuya invasión y destrucción de Irak sirvió para desestabilizar toda la zona.
Tiempo de guerra inicia con la única secuencia ajena a la acción bélica: Un video de jóvenes atractivas haciendo aerobics excita al pelotón completo, en un alarde de testosterona. Hormona que será fundamental a la hora del combate. En eso, el británico Garland ejerce la capacidad de resolver secuencias de acción, mostrada en su anterior Guerra civil (2024). En esta ocasión colabora con Mendoza, un participante de la operación fallida (que es interpretado en la ficción por D’Pharaoh Woon-a-Tai) para mayor autenticidad.
Los momentos de combate son intensos, no hay duda. Con el apoyo de la cámara en mano del fotógrafo David J. Thompson, uno se siente inmerso en un torrente de balazos, explosiones y sangre.
Sin embargo, es imposible escapar de la ideología. En algunos trazos es evidente el racismo de los soldados gringos cuando tratan con sus traductores iraquíes, o con la familia de civiles que ocupa la casa invadida. Incluso, ninguno de ellos menciona el hecho de que uno de los primeros quede descuartizado en un ataque de Al Qaeda. En las secuencias finales, una de las mujeres iraquíes grita una pregunta: ¿Por qué?
Nadie le contesta.
En la secuencia final de créditos, se cuela un espíritu de jingoísmo al mostrar fotos de los verdaderos Seals al lado de los actores que los interpretan. El tono es inequívocamente celebratorio. Y el ejercicio de memoria se siente demasiado hueco.
Tiempo de guerra
( Warfare)
D y G: Alex Garland, Ray Mendoza/ F. en C: David J. Thompson/ Ed: Fin Oates/ Con: Joseph Quinn, D’Pharaoh Woon-A-Tai, Cosmo Jarvis, Aaron Mackenzie, Alex Brockdorff/ P: A24, DNA Films. Estados Unidos-Reino Unido, 2025.
X: @walyder