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Avril Filomeno fusiona el alfabeto quechua con lo tradicional y lo moderno

En las páginas de Quillqakuna, cada conjunto es un haiku visual que habla por sí mismo

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▲ Las 18 letras del alfabeto quechua se acompañan de tres palabras que evocan la cosmovisión andina, inspiradas en la montaña, el agua, el viento y los animales.Foto cortesía de la autora
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▲ Para la escritora peruana Avril Filomeno, el proyecto nació de su vínculo cercano con la variante chanka, hablada en la ciudad de Ayacucho.Foto cortesía de Rossana López
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de abril de 2025, p. 5

El abecedario no es sólo una secuencia de letras. Para Avril Filomeno, artista y escritora peruana, cada una representa un fragmento de su cultura y una conexión profunda con la naturaleza y sabiduría de los pueblos andinos, que habitan las montañas y valles desde tiempos remotos.

En Quillqakuna: Alfabeto quechua ilustrado, la autora crea una experiencia sensorial que fusiona lo tradicional con lo moderno, a través de la riqueza de esta lengua ancestral.

Las 18 letras del abecedario se acompañan de tres palabras que evocan la cosmovisión andina, inspiradas en la montaña, el agua, el viento y los animales.

Cada una es un mundo, y cada palabra, un microcosmos, explicó Filomeno (Lima, 1976) en entrevista con La Jornada.

El proyecto nació de su vínculo cercano con la lengua quechua, particularmente con la variante chanka, hablada en Ayacucho, ciudad en la que vivió varios años.

Aprender el quechua chanka fue transformador. No sólo por su fascinante estructura, sino por su visión única del mundo, añadió la escritora, quien encontró en este idioma un reflejo profundo de la cosmovisión andina.

Filomeno aprovechó su experiencia para dotar a las ilustraciones –venados, cerditos, ojos, cerebros y mariposas, entre otras– de un papel protagónico, más allá del mero acompañamiento visual.

Quería que imagen y texto se fusionaran. Cada conjunto debía ser como un haiku visual que hablara por sí mismo, señaló. Así, los dibujos no sólo complementan la narración, sino que profundizan el vínculo entre forma y significado.

La cosmovisión andina que sustenta el libro abarca los tres mundos: Kay Pacha (el aquí), Uku Pacha (el adentro) y Hanan Pacha (las alturas).

Uno de los mayores desafíos al crear Quillqakuna, publicado por el Fondo de Cultura Económica, consistió en traducir la riqueza de este universo a un lenguaje accesible para todo público, en especial para los niños.

El quechua tiene muchas variantes, lo que hacía difícil elegir una que conectara con la mayor cantidad de personas, subrayó Filomeno. Finalmente, optó por el chanka, con la esperanza de preservar su riqueza y, al mismo tiempo, acercarla a nuevas generaciones.

Este libro no debe considerarse únicamente como un objeto de lectura, sino como una herramienta capaz de fomentar una transformación profunda en nuestra relación con el quechua, afirmó la también pintora. Destacó la importancia de un enfoque educativo que preserve y, al mismo tiempo, impulse el interés por esta lengua, consolidándolo y expandiéndolo.

Todo lo que hago es una especie de juego. Siempre empiezo con palabras e imágenes, como quien lanza una piedra al agua y observa hasta dónde se extienden las ondas. Esta actitud lúdica, mencionó la autora, también se presenta como una forma de resistencia frente a las estructuras rígidas de la cultura y el lenguaje.

“Las páginas del libro se convierten en un tapiz de signos que respiran, donde palabra e imagen se entrelazan como hilos de un tejido antiguo. Más allá de enseñar términos, el objetivo es despertar la curiosidad y la emoción.

Quiero que todos los que tengan esta obra sientan que el quechua es algo cercano, algo que les pertenece. Espero que los lectores reconozcan tanto los sonidos como los significados y se permitan soñar: que dibujen, que pinten, que inventen sus propias palabras. El quechua, más que una lengua, es una forma de estar en el mundo, concluyó Avril Filomeno.