
Viernes 14 de marzo de 2025, p. 4
Pese a los cuerpos calcinados, pese a las ramas de nuestros olivos consumidos por el fuego, pese a la quema de libros, las letras de nuestra civilización siguen escribiéndose en nuestra identidad
, afirmó ayer la embajadora de Palestina en México, Nadya Rasheed, en la celebración del día dedicado a la cultura de esa nación árabe.
En los pasados 17 meses, la memoria de los 60 mil hermanos exterminados metódicamente revive en nosotros; de todos modos, cada uno permanece con su nombre exacto en la amplitud de nuestro hogar. Amplitud que se extiende en los pasillos del alma hasta nuestras antiguas construcciones.
Definió a su pueblo como aferrado
, y aseguró que, si matan a un periodista, surge otro, y si liquidan a un escritor, atesoran sus letras en el alma. También podemos leer cartas y diarios de nuestros adolescentes, donde documentan las atrocidades del genocidio y la lealtad por su tierra. En los campos de refugiados persiste en condiciones imposibles la casa que amamos
.
Efectuado en el Museo Nacional de las Culturas de Mundo, que este 2025 celebra su 60 aniversario, al acto asistieron representantes de cuerpos diplomáticos acreditados en el país, entre ellos los embajadores de Kuwait, Bolivia y Azerbaiyán, así como funcionarios de las oficinas diplomáticas de Arabia Saudita, Suecia y Cuba, además de algunos diputados federales, simpatizantes de la causa palestina y público general.
En su discurso, Nadya Rasheed destacó que esta fecha, celebrada a escala global, permite compartir el verdadero rostro detrás de la máscara que la opresión ha intentado sellar en nuestra carne y tierra
y hablar de lo que la narrativa israelí quiere negar al mundo: la sociedad que nos caracteriza
, expresada en su cultura y sus tradiciones.
Quiero mostrarles las puertas de nuestra casa abiertas al desarrollo y cuidado de nuestra geografía. Aunque nuestros techos hayan sido vilmente destruidos o robados con descaro absoluto, a ustedes les expreso también mi dolor como pueblo y mi sonrisa de ayer y hoy por el orgullo de ser palestina
, enfatizó, y enseguida recibió una fuerte ovación.
Según Nadya Rasheed, el Día de la Cultura Palestina es una celebración en voz alta y con alegría de las bases de la civilización de ese pueblo, así como un recordatorio del urgente y sólido acto de resistencia frente al intento diario de la ocupación que busca, y no encuentra cómo silenciarnos, pese al constante cerco
.
Hizo una invitación a recorrer los colores y diseños de los trajes tradicionales de esa nación; saborear sus recetas antiguas; formar parte de sus danzas, canciones e historias nacidas en el mismo suelo trabajado y fértil del árbol de olivo
, uno de sus símbolos más importantes.
Agregó: Aquí, y en la continuidad de nuestra lucha, estamos lejos de una nostalgia perdida y sin remedio. Somos, en cambio, un pueblo resiliente, generoso, siempre dispuesto y con la alegría de compartir la labor y frutos de nuestros ancestros
.
Para concluir, la diplomática Palestina enfatizó que, hace miles de años, como ahora, con esta celebración, se rinde homenaje a nuestras mujeres y hombres poetas, escritores, artesanos, científicos y agricultores. En el eje profundamente interno de nuestra cultura, nuestra visión del mundo se expande y honra, como siempre, los logros de la humanidad
.
La jornada organizada por ese museo dependiente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah) para celebrar el Día de la Cultura de Palestina incluyó la apertura de dos exposiciones: una de thobes, vestimenta tradicional de aquella nación, y otra de pintura en acuarela de la artista palestina Rawan Anani, ambas en exhibición durante una semana.
Asimismo, hubo una muestra gastronómica a cargo de la chef Hanan Rasheed; una lectura de poesía de Mahmud Darwish, con la participación del traductor e investigador Fernando Méndez Franco, y un taller de traducción colectiva de poesía palestina, impartido por Shadi Rohana. Para concluir, se proyectó la película No Other Land, de Basel Adra, Hamdam Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor, ganadora este año del Óscar al mejor documental, con comentarios de Ana Landgrave.