o hay –ni ha existido en el mundo entero– crecimiento industrial en México, sin la utilización de los metales y minerales básicos y estratégicos que se extraen del subsuelo de la tierra. Frente a esto, nadie puede sustituir el trabajo humano y calificado de los mineros, metalúrgicos y siderúrgicos, que obtienen cada material en condiciones muy difíciles y bajo grandes riesgos, además de que los transforman para el beneficio y riqueza del país y la industria global.
Dentro de los recursos naturales estratégicos, pocos materiales son tan disputados, a la par de que son profundamente desconocidos, como las tierras raras. Este grupo de 17 elementos químicos se ha vuelvo esencial para la tecnología actual y las industrias del porvenir. Son la columna vertebral en la elaboración de teléfonos inteligentes, vehículos eléctricos, turbinas eólicas y sistemas de defensa contemporáneos: las tierras raras son imprescindibles en la carrera global por la innovación tecnológica. Así, potencias como Estados Unidos, Rusia y China han intensificado sus esfuerzos para asegurar el acceso y dominio sobre dichos minerales, sobre todo, los que se encuentran en territorio ucranio.
En definitiva, nuestro tiempo enfrenta una transición energética, pues las nuevas tecnologías lo exigen. La revolución tecnológica ha aumentado la demanda y disputa de tierras raras y se prevé que aumente en los próximos años. El auge de los automóviles eléctricos, la digitalización de múltiples sectores, la industria aeroespacial, la nanotecnología y la producción de armamento avanzado suman al creciente interés en estos minerales, pues sus propiedades únicas, como la alta conductividad y la resistencia a temperaturas extremas, los hacen idóneos para sostener las proezas tecnológicas a las que nos dirigimos. De este modo, el interés en las tierras raras se ha vuelto una cuestión incluso de seguridad nacional para algunas potencias mundiales.
A pesar de ser una de las naciones más poderosas del mundo, Estados Unidos tiene una posición vulnerable respecto a estos minerales. Durante décadas ha dependido de importaciones, particularmente de China, para satisfacer sus demandas. Sin embargo, frente a la crisis comercial entre ambas naciones y el temor a posibles restricciones a la exportación, los estadunidenses han impulsado la búsqueda de diversas alternativas de abastecimiento.
Por su parte, Rusia está desarrollando su propia industria de tierras raras con la finalidad de ser un actor clave en el mercado. Su territorio cuenta con vastos recursos de esta índole, apostando por aumentar su presencia en la cadena de suministro global y la reducción de las importaciones que producen dependencia comercial con otros países para consolidarse en sectores como la energía nuclear, la alta tecnología y la defensa.
China ha sabido aprovechar su liderazgo en la extracción y procesamiento de tierras raras para ejercer influencia geopolítica. Controlando la mayor parte de la producción mundial, ha utilizado estos minerales como herramienta de negociación en disputas comerciales y ha restringido exportaciones estratégicamente para proteger su industria nacional. Su dominio no sólo radica en la explotación minera, sino en su capacidad para procesar estos materiales, algo que muchos países aún no han desarrollado completamente.
Nuestro país cuenta con diversas reservas de tierras raras, mas su explotación es casi inexistente. A pesar de tener un sistema geológico que ha identificado la presencia de estos minerales en varias regiones del país, aún no tenemos una política clara sobre su exploración y explotación. Esto ha provocado que nos mantengamos al margen de esta competencia. Sin embargo, brincar a la conclusión de que México debe explotar sus tierras raras sin más sería pasar por alto su verdadera importancia y la necesidad de desarrollar políticas conscientes de la sustentabilidad en el uso de estos minerales.
Lo que sí es claro es que las tierras raras son el nuevo petróleo en esta era tecnológica. Estados Unidos, China y Rusia han comprendido su importancia y han tomado medidas para garantizar su acceso, lo que explica en parte las propuestas de solución al conflicto bélico en Ucrania. Es importante estudiar estas medidas para observar con detenimiento su conveniencia y posibilidades a largo plazo. Sólo de este modo, México podría explotar su potencial con responsabilidad y asegurando un crecimiento adecuado que impacte positiva y significativamente nuestra economía y posición geopolítica.
El camino hacia la explotación de las tierras raras en México no puede basarse en decisiones apresuradas ni en intereses de corto plazo. Es fundamental un estudio profundo que permita comprender el verdadero alcance de estos recursos, su impacto en el territorio y las oportunidades que pueden generar para el desarrollo nacional. La elaboración de estrategias claras y con mecanismos de medición de impacto, garantizará que su aprovechamiento no únicamente impulse el crecimiento económico, sino que también proteja el medio ambiente y asegure que la prosperidad resultante beneficie a toda la nación, y no sólo a unos cuantos. México tiene la oportunidad de posicionarse estratégicamente en esta nueva era, pero solo lo logrará si actúa con visión, responsabilidad y compromiso.