Quien la porta la considera una segunda piel, cuenta su historia y nunca se encuentran dos iguales
Jueves 13 de marzo de 2025, p. 5
Un huipil, más allá de ser una prenda de vestir personalísima, es la identidad y una segunda piel de su portadora porque lo hizo para ella misma, afirma Amparo Rincón, curadora de Mujer huipil: Urdimbres y puntadas, exposición montada en el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP). La mujer triqui, por ejemplo, cuenta su historia de vida al confeccionar su huipil, puede ser acerca de cuántos hijos tuvo, situaciones problemáticas o pasajes de su comunidad. Debido a su contenido único
, hay prendas que nunca vamos a encontrar en el mercado, ya que el simbolismo es muy importante
.
Eso es algo que el público a veces no valora cuando compra un huipil, que quizá adquiere por moda, continúa la coordinadora general de Arte Popular de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura federal.
Actualmente, el huipil se ha posicionado mucho en el mercado; sin embargo, hasta los años 60 se le consideraba una vestimenta hecha para indios
. Luego, con la ola nacionalista que empezó con Luis Echeverría, el huipil comenzó a posicionarse bien. Su esposa, María Esther Zuno, logró que las señoras de las embajadas lo utilizaran, sobre todo para el 15 de septiembre
. Esto, aunado al auge de la carrera de antropología, ya que las antropólogas usaban esta vestimenta en parte para posicionar lo regional, lo más mexicano. Utilizaban la materia de sus estudios
.
Hay un auge a partir de los años 90. A pesar de los plagios que últimamente han cometido las empresas trasnacionales, lo han apoyado en el sentido de querer ayudar a los pueblos originarios: Ahora queremos salvar esta ropa, que no nos roben lo nuestro. Entonces, vamos a usarlo
, apunta Rincón.
La muestra conmemora tres fechas: el Día Nacional del Huipil, celebrado el pasado 7 de marzo, cuando se abrió la muestra; el Día Internacional de la Mujer; el Día Internacional de la Artesana y el Artesano, el día 19, además de enmarcarse en el Año de la Mujer Indígena 2025.
Rincón fue hace varios años jefa de colecciones del MNCP, por lo que conoce muy bien lo que se encuentra en su acervo. De hecho, propuso usar sólo piezas textiles de la colección del museo, aunque se sumaron otras del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), el Museo Nacional de Antropología y de unidades regionales de culturas populares e institutos estatales de Cultura.
Las mujeres en la vida de Walter Reuter
La exhibición consta de un total de 250 piezas, de las que 66 son huipiles. Las demás son telares, fotografías y muñecas ataviadas con los trajes expuestos. Llaman la atención las imágenes del fotógrafo Walter Reuter (1906-2005). La historiadora explica a La Jornada que fue el mismo fotoperiodista quien donó la serie de 44 fotos al museo: “Le pusimos Las mujeres en la vida de Walter Reuter porque nos platicó cómo, gracias a las mujeres en las comunidades, pudo comer cuando fue a registrar el proceso de electrificación del país en varios lugares. Entonces, decidió tomarles fotos porque eran mujeres que cocinaban y tejían. Para efectos de la exposición sólo seleccionamos las que tenían que ver con el arte textil”.

Mujer huipil... se divide en cuatro núcleos temáticos. En el primero, Prendas que identifican, se encuentran ropas identitarias que utilizan varios pueblos indígenas sin ser huipiles necesariamente. En un segundo apartado, Mujer y huipil: transmisión de conocimientos, vemos prendas o enaguas, las cuales se elaboran en telar de cintura y que forman un lienzo (tela), pero que se acompañan de una blusa que es elaborada con tela industrial, aunque no por eso deja de ser identitaria. Es decir que sí representa al pueblo, como la blusa chamula o la de Tlaquilpa, en Veracruz, o de Hueyapan, en Morelos
.
En el tercer núcleo, Trama y urdimbre: técnicas, procesos y materiales, “tenemos el huipil prenda madre, primero porque quien lo porta es una mujer. También quien lo elabora y lo transmite es una mujer. Dado su simbolismo, cuando ella lo porta emerge como si fuera el centro del universo. Por eso esta prenda se ha conservado más de 500 años, con sus cambios porque el arte popular evoluciona conforme pasa el tiempo. Aunque finalmente es una prenda identitaria con simbolismos de su cosmovisión.
Hay huipiles muy específicos como el triqui, que representa una mariposa y simboliza la transformación de niña en mujer. Dos listones que le cuelgan en la parte de atrás le ayudan a emprender el vuelo. Luego está el huipil ceremonial de San Andrés Larráinzar con sus santos protectores, que no son religiosos, sino elementos de la naturaleza como los sapos, los que evocan a la lluvia.
Por último, Herencia y continuidad de una tradición contribuye a la promoción, distribución y venta de huipiles a través del módulo de Fonart que seguirá hasta que termine la exposición.
Mujer huipil: Urdimbres y puntadas permanecerá hasta el 31 de agosto en el Museo Nacional de Culturas Populares (avenida Miguel Hidalgo 289, colonia del Carmen, Coyacán).