Opinión
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Oposición, al diván
D

e la misma manera en que una persona puede desarrollar un trastorno mental, o rasgos suyos, una organización es también susceptible a presentar conductas que sugieran sicopatologías; finalmente instituciones, organismos, empresas, asociaciones y hasta partidos políticos están integrados, dirigidos y operados por personas y, en el caso de los últimos, sus integrantes tienen una afinidad ideológica además de –aparentemente– un objetivo común.

Sería de gran utilidad para la ciudadanía contar con un estudio, y posterior diagnóstico, que sugiera posibles alertas de trastornos en organizaciones políticas, para así tener más elementos que ayuden a reflexionar sobre la intención del voto. Si partimos de que la oposición es absolutamente necesaria en cualquier democracia, ya que tiene el papel de inspeccionar al gobierno y ser un contrapeso serio, también de presentar alternativas y fomentar el diálogo, un análisis sobre lo que su conducta refleja ayudaría más que cualquier discurso en tribuna.

Durante el papel opositor que desempeña al no haber tenido éxito en las elecciones anteriores, truncando con ello su vocación de gobernar –si es que existe–, la oposición tiene la obligación de ser un actor político honesto que abone a la vida del país, por ello la buena oposición no entorpece ni torpedea acciones o programas de gobierno con la intención de sabotear a su rival político o beneficiar intereses ajenos a los soberanos, al contrario, debe proponer alternativas que construyan, criticar cuando sea edificante.

La oposición en México, ¿es sana?, ¿es un contrapeso que abone a la vida política?, ¿cuenta con un proyecto de nación?, ¿está al tanto de las problemáticas del país y de cómo afectan al pueblo?, ¿se considera parte del pueblo?, ¿opera a favor de los intereses soberanos?, ¿le compraría usted un coche usado?

Si salimos a las ciudades, pueblos, montañas, y a cada rincón del territorio nacional con esta serie de preguntas, la mayoría de los entrevistados dirá no a todas. ¿Qué sucede, pues, con la oposición?, ¿por qué no cumple con su función si tan patriota se dice?, ¿podríamos encontrar en ella un poquito de amor a la patria?, o tal vez tendríamos que preguntarnos ¿qué entiende por amor y por patria?, y es ahí donde tal vez nos demos cuenta de que ha perdido el contacto con la realidad, lo que podría sugerir que, como organización, padece uno o varios trastornos.

Si hablamos de la reciente franquicia política con la marca X, léase Va X México o Sí X México de Claudio X González, salen a relucir rasgos evidentes de trastorno antisocial de la personalidad, o sociopatía, con el que el sujeto no discierne entre el bien y el mal e ignora los derechos y sentimientos de los otros. No muestra culpa por sus acciones. Puede mentir, ser violenta, impulsiva. ¿Le es familiar, en algún sexenio anterior o en el papel del amasiato que hubo entre el PRI, el PAN y el –descanse en paz– PRD lo anteriormente mencionado?

Podría poner aquí varios ejemplos para empatar los rasgos descritos con hechos, pero nos llevaría interminables cuartillas y me parece que usted, lector, los tienen identificados, y que son parte de los estatutos tácitos, pero contundentes de esos partidos. La oposición no es ajena a presentar síntomas de seudología fantástica, o mitomanía, que consiste en el comportamiento de mentir compulsivamente. Con ello el sujeto busca obtener cualquier ventaja y llega a constituir un complejísimo engaño organizado que, a diferencia de las mentiras comunes, tiene su origen en motivaciones enfermas, posiblemente derivadas de una ambición patológica a través de la cual podemos observar un afán desmedido por poseer más y más, ello acompañado de una insatisfacción permanente, resultante –posiblemente– de otro trastorno de la personalidad, como el narcisista, con el cual se manifiesta un sentido exagerado de prepotencia, privilegio y superioridad, además conductas arrogantes con las que se establecen relaciones ventajosas ante la nula capacidad de reconocer las necesidades de los demás.

Tras el fracaso en urnas del año pasado hay reflexión en una pequeña y valiosa parte de cuadros políticos opositores que requerirán de mucha fuerza, así como de salud mental, para ejercer su patriotismo dentro de partidos que debido a una serie tan añeja como nociva de trastornos se obstina en no entender que México no es el mismo país que fue cuando ellos gobernaban, ni que el pueblo decidió convertirlos en opositores. De lo contrario, y si mantienen sus principios y amor a la patria, no encontrarán en sus actuales plataformas políticas espacio para servir, por lo que deberán fundar nuevas organizaciones o migrar al partido proyecto en el poder, Morena y la 4T, que deberá tener especial cuidado en detectar conductas que sugieran rasgos de todo aquello a lo que se comprometieron a no ser iguales.

* Reportero y sicólogo clínico titulado