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Centro de exterminio del CJNG operaba desde 2012
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▲ Autoridades inspeccionan uno de los cuartos del rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, donde integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco localizaron restos óseos, prendas de vestir, calzado, carteras, llaves y muchos otros objetos, el 5 de marzo.Foto La Jornada
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de marzo de 2025, p. 26

Guadalajara, Jal., El rancho Izaguirre, municipio de Teuchitlán –presunto centro de reclutamiento y adiestramiento y exterminio del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)– operaba desde 2012, según una persona que logró escapar del lugar y relató a Indira Navarro, fundadora del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, los horrores que se cometían en ese narcocampamento.

Según ese testimonio y el de otros cuatro sujetos que también huyeron, las atrocidades en ese inmueble iban desde sicarios que se dedicaban a desmembrar cadáveres hasta el empleo de cerdos, cocodrilos y leones para castigar a los indisciplinados, a veces hasta matarlos; además, había abusos sexuales, incluso contra menores y algunos casos de canibalismo.

En una llamada telefónica la madrugada de ayer, un testigo le contó a la activista que el sitio funcionaba desde 2012 (cuando el estado de Jalisco era gobernado por el panista Emilio González Márquez) y que en los tres años que estuvo ahí vio pasar a cientos de jóvenes, la mayoría hombres, llevados casi todos con engaños o a la fuerza.

El 5 de marzo pasado, alertados por reportes anónimos, integrantes del colectivo acudieron a la finca ubicada a 60 kilómetros de Guadalajara y encontraron tres crematorios, huesos humanos calcinados, pedazos de cráneos, dentaduras, así como cientos de prendas, zapatos y artículos personales, además de drogas y armas; esto a pesar de que el lugar estaba supuestamente bajo resguardo de la fiscalía de Jalisco.

Según lo que le compartieron de forma anónima a la buscadora, había un área, al fondo del predio bardeado, donde desmembraban a las personas que eran asesinadas con cualquier pretexto, tarea que realizaban los otros cautivos bajo amenaza de que los matarían si no lo hacían. Luego arrojaban los segmentos humanos a los hornos construidos bajo tierra con una cama de piedra, para después tapar esa fosa y abrir una nueva.

Navarro explicó que el testimonio más reciente fue el de una persona que le pidió grabarla para descansar de lo que sabía, la cual afirmó que en 2012 el terreno estaba delimitado por una malla metálica que con el tiempo fue cambiada por la barda de ladrillos que hoy lo rodea. También le platicó que no todos estaban ahí a la fuerza o bajo engaño, sino que había gente que por voluntad propia se adhirió al grupo criminal.

Detalló que si algún cautivo lloraba lo metían a una especie de porqueriza rodeada de alambres de púas, donde los cerdos, que tenían días sin comer, los mordían a veces hasta matarlos. Y si la indisciplina era mayor, los echaban a los leones o cocodrilos que también tenían, para luego deshacerse de los restos que dejaban los animales arrojándolos a los hornos.

La activista añadió que durante la narración que escuchó ayer le dijeron que los abusos sexuales, cuando no se cometían contra los recluidos, muchas veces eran contra niñas que raptaban y las llevaban para ser violadas por algún encargado del sitio.

Indira afirmó que varios de quienes la buscaron para contarle lo que vivieron en este centro de reclutamiento de criminales coincidieron en que existen otros espacios parecidos en el municipio de Teuchitlán –gobernado desde 2021 por el relecto alcalde emecista José Ascensión Murguía Santiago– y que las autoridades están coludidas con la maña.

Esto podría comprobarse con las investigaciones que se realizan sobre un predio similar que fue asegurado en febrero a menos de 10 kilómetros del rancho Izaguirre, del cual se ha dado poca información; está resguardado por elementos de la Guardia Nacional y las indagatorias son encabezadas por la Fiscalía General de la República.

Las descripciones que obtuvo la fundadora de Guerreros Buscadores de Jalisco coinciden con las de otras personas que estuvieron en supuestos narcocampamentos del CJNG, en años anteriores y en otros municipios de la entidad como San Cristóbal de la Barranca, Ciudad Guzmán o Talpa de Allende.