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Con repentismo, el alma campesina en Cuba desafía al denigrante reguetón

En la isla, jóvenes mantienen el arte de improvisar versos

 
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de marzo de 2025, p. 8

Güines. Versos improvisados y duelos entre poetas resuenan en la Casa de la Décima de Güines, un rincón del occidente de Cuba donde niños y jóvenes cultivan esa joya lírica que brota del alma campesina en una isla saturada de reguetón.

Soy de una generación que casi empieza el camino, con un sueño campesino latiendo en el corazón, canta en décimas Emir Amador, de 5 años, en una improvisada fiesta campesina o guateque, en el teatro de la Casa en Güines, una localidad 50 kilómetros al sudeste de La Habana.

Amador es uno de los 200 niños y jóvenes, de entre cuatro y 20 años, que asisten a los talleres que allí se imparten sobre repentismo, el arte de improvisar versos, generalmente en décimas, que son estrofas de 10 versos octosílabos.

El repentismo es una tradición oral, con profundas raíces españolas, muy popular en países hispanohablantes, especialmente en Cuba, Puerto Rico, Colombia y Panamá.

Y aquí estoy como un pichón entre verso y lealtad, haciendo con voluntad a la altura de los Andes lo que no hicieron los grandes cuando tenían mi edad, prosigue sin titubear el pequeño.

En los guateques, los poetas repentizan décimas acompañados por el laúd, la guitarra, el tres y las claves. Esa combinación de música y poesía es denominada Punto Cubano, reconocido como patrimonio inmaterial de la humanidad en 2017.

Me gusta mucho cantar, dice el niño a Afp en el teatro, adornado con una gigantografía de Celina González (1929-2015), una cantante conocida como la reina de los campos de Cuba, que aparece flanqueada por 25 famosos repentistas.

Fundada en 2009 por el repentista Lázaro Palenzuela, la Casa es un baluarte en la defensa del Punto Cubano.

Va en sangre

El objetivo de los talleres, que se imparten en varias de estas escuelas en Cuba, es formar repentistas, decimistas (el que compone décimas pero no improvisa) y tonadistas (el que sólo las canta).

A sus 6 años a Liliet Oliver también le gusta muchísimo entonar décimas. Yo soy Liliet, una estrella de este cielo improvisado y más de uno ha notado que soy pícara y soy bella, canta la niña con una voz que retumba en el teatro.

En los talleres todos aprenden técnicas de métrica y rima, pero muy pocos se convierten en repentistas, que además son capaces de protagonizar controversias, duelos improvisados entre poetas con tono humorístico o satírico. Estos desafíos marcan el apogeo del guateque.

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▲ Unos 200 niños y jóvenes, de entre cuatro y 20 años, asisten a los talleres de la Casa de la Décima de Güines (a unos kilómetros de La Habana), en Cuba, donde se imparten talleres y se montan espectáculos sobre repentismo: arte de improvisar versos, generalmente en décimas, que son estrofas de 10 versos octosílabos acompañadas de tres y guitarras. “Una décima bien hecha es una creación artística maravillosa, no las palabras obscenas, las barbaridades que dicen, cantan y componen los reguetoneros", argumenta un joven repentista de la isla.Foto Afp

De 20 niños, salen dos, porque eso va en sangre, precisa Palenzuela. La improvisación es una de las artes más difíciles, acota.

Algunos estudiantes provienen de familias campesinas que han cultivado la décima por generaciones.

Eso nació desde mi bisabuelo (...) y nosotros hemos continuado ese legado, explica a Afp Brayan Gutiérrez, un joven de 17 años miembro de una dinastía de improvisadores.

En cambio, su tocayo Brayan Alejandro Iglesias (20), campeón nacional juvenil de repentismo 2024, lo aprendió todo en esta escuela.

Fueron muchos años de sacrificio, leyendo, practicando y aquí estamos para enseñar a estos niños, explica Iglesias.

El antagonismo

En tres lustros, la Casa también se convirtió en bastión de defensa del idioma, sobre todo frente al reguetón, que señorea en el panorama musical del país.

Tenemos que echar una guerra muy difícil y la hemos ido ganando poco a poco, porque el reguetón es la música que incluso algunos profesores le ponen (a sus alumnos) en los horarios de fiesta, y sus textos son denigrantes, lamenta Palenzuela, que define el repentismo como el antagonismo de eso.

Gutiérrez cuenta que en su escuela organiza encuentros entre repentistas y reguetoneros. El ritmo urbano no puede compararse jamás con una décima, señala convencido.

“Una décima bien hecha es una creación artística maravillosa, no las palabras obscenas, las barbaridades que dicen, cantan y componen los reguetoneros“, argumenta.

Sin embargo, Palenzuela y sus discípulos coinciden en que para ganar esa guerra, se necesitan más espacios.

Desgraciadamente, el repentismo no tiene la misma visibilidad que tienen otros géneros, como el reguetón, pero aquí estamos los niños y jóvenes de este proyecto, que no descansaremos hasta que un día la décima ocupe el lugar que se merece, advierte el campeón juvenil Brayan Alejandro Iglesias.