onocíamos a Donald Trump, pero en su segunda versión sorprendió a más de uno. El actor político de mayor poder lo primero que hizo fue desconocer las reglas del marco geopolítico y geoeconómico que en gran medida EU había impuesto. Ahora quiere imponer nuevas reglas. El poderoso quiere otra realidad para la economía de EU; busca un revulsivo especialmente potente que traiga negocios a todas horas del día a EU, que llegue un tiempo de ganar y ganar sin parar: eso es MAGA.
Todo a la vista: las empresas gringas que fuera de EU obtienen mayores ganancias (por eso se fueron), deben regresar a territorio de EU. Así que Trump busca alterar las condiciones de negocio de esas empresas, de modo que les sea más redituable regresar a operar en EU; según el método Trump eso se logra mediante aranceles. Si tú gringo compras autos gringos hechos en México, pagarás 25 por ciento más. Así a todo el mundo a fin de que todos vuelvan a casa. Cuando el actor más poderoso toma esas decisiones, domésticas en primera instancia, altera las reglas del marco geopolítico y geoeconómico.
Trump puede violar cualquier ley o regla internacional: ha decidido desconocer el T-MEC, que él mismo firmó y del que dijo era el mejor tratado jamás firmado por EU. Más allá: ha decidido desechar las reglas que rigen a la Organización Mundial del Comercio. Desconoce las reglas comerciales, pero también las reglas políticas, diplomáticas y militares que mantenía EU con la Unión Europea. En Irán el ayatola Ali Jamenei declara: “La insistencia de algunos gobiernos matones en [llevar a cabo] negociaciones no pretende resolver los problemas, sino más bien hacer valer e imponer sus propias expectativas… Absolutamente, la República Islámica no aceptará sus expectativas”. Cambiando el mundo a su imagen y semejanza
se quejó la Unión Europea. Zelensky tenía el mejor de los aliados militares, pero Trump lo ha dejado colgado: el juego cambió; las bombas sobre Ucrania cesarán, pero llegarán las empresas mineras y petroleras gringas: la pesadilla interminable. Así, a trumpicones, el presidente gringo va tratando de cambiar, a su favor, las reglas internacionales.
Canadá se enfurece por el cambio de las reglas y porque Trump lo trata igual que a México, ¿cómo es posible?, no somos iguales; así que blande su espadita. Los europeos se sorprenden y están muy indignados porque los nuevos funcionarios gringos no reciben a los altos funcionarios europeos; no pocos de ellos han volado a EU y regresado sin ser recibidos por los nuevos mandones. China puede hablar de tú a tú, pero no puede imponer reglas propias. Los latinoamericanos podemos mentar madres, pero no podemos sino urdir nuestras mejores argucias para lidiar con la arbitrariedad de quien siempre exigió respeto a las reglas, pero él mismo no las respeta. África para estos efectos, no existe. Es la brutal realidad.
Todo el borlote trumpiano es síntoma del descenso del poder de EU en el mundo. El intento de recuperarse mediante el método Trump, difícilmente podrá conseguir lo que busca. Los demás nos defenderemos, pero en su intento Trump puede causar mucho daño a la economía internacional y mucho sufrimiento a las sociedades dominadas por ese poder. En México nos toca lidiar con las embestidas y, afortunadamente, la presidenta Claudia Sheinbaum lo está haciendo óptimamente y sabe cuánto vale un pueblo empoderado y unido en torno de ella. La arbitrariedad nos alcanzó en el mejor momento de la historia patria. Por el mundo está creciendo la postura de resistir o de negarse a aceptar la arbitrariedad trumpiana. Los designios del presidente gringo no llegarán al puerto de su felicidad; se verán frenados, modificados o cancelados por la acción de una gran parte de las sociedades del mundo.
Todo ello ratifica que vivimos un momento de construcción de un nuevo mundo cuya dirección, plazos y modalidades se hallan en estado de fluidez, y que tomarán forma dependiendo de lo que todos hagamos. Para México el camino es extremadamente complejo. Discernir nuestro camino futuro nos exige un gran conocimiento de nuestra condición, de nuestra dependencia, de lo que somos y podemos llegar a ser. Nuestra reflexión no puede cesar: requerimos de la mayor lucidez, determinación y coraje, y la cabeza fría que la Presidenta pidió a los mexicanos al día siguiente de la toma de posesión de Trump, con la que ha actuado a plena conciencia.
En el futuro previsible no habrá una potencia única, singular, capaz de imponerse a los demás y decidir las reglas del juego de la sociedad y la economía mundiales. El mundo será resultado, en medidas diferentes, de la decisión y la participación de todos. El futuro nos grita: diversificación. Hemos vivido especialmente atados a EU y es hora de sumarnos a la tendencia universal, sin descuidar a los 38 millones de mexicanos que viven en EU. Ellos mismos deben convertirse en agentes políticos decisivos en el espacio que habitan dentro de EU. Nuestra inteligencia ha sido instada a poner manos a la obra.