os fuertes golpes en la puerta despertaron a la familia de Ángela, una mujer del pueblo Náhuatl una mañana de enero. Con gran susto, todos en la casa se levantaron. Los más grandes fueron hacia la puerta para preguntar ¿quién era?, la respuesta los dejo sin aliento: abran la puerta, es el ICE
. Esas palabras hicieron palidecer a la familia. El terror se apoderaba de ellos, pero fue en ese momento cuando Ángela con seguridad, les preguntó si contaban con alguna orden judicial para que los dejara entrar. Después de esto el silencio reinó, por lo que minutos más tarde los agentes del ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) se alejaron del lugar. Esta historia es sólo una de las miles que hemos escuchado durante estas semanas del gobierno de Donald Trump. Familias enteras que viven con temor, el cual las paraliza para realizar acciones cotidianas como llevar a sus hijos a la escuela, hacer sus compras semanales o ir a la iglesia. Las constantes órdenes ejecutivas firmadas por el actual presidente, han hecho temblar a más de uno. Los grupos más vulnerables son la comunidad migrante, la población LGBTQ+, las organizaciones sin fines de lucro, así como diversos sectores gubernamentales.
En las noticias dan aviso constantemente de nuevas redadas
en varias ciudades de Estados Unidos. Los Ángeles, Texas, Denver, Chicago, Nueva Jersey y Pensilvania son donde más se ha visto presencia del ICE. Algunos simpatizantes latinos del nuevo presidente comentan que están a favor de estas acciones, porque van contra los migrantes que tienen algún antecedente criminal. Sin embargo, esto no es cierto, ejemplo de esto, es el caso de Faustino del pueblo me’phaa, que fue capturado en la ciudad de Erie, en el estado de Pensilvania, cuando dirigía a su trabajo. El junto con su hermano Lino fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza, la detención se daba sólo unos minutos después de que una persona los señaló como migrantes indocumentados. Contrario de lo que se piense ni Faustino ni Lino tenían antecedentes, mucho menos, había una orden judicial contra ellos, su caso fue fortuito, producto de estar en el momento y lugar equivocado.
Según los registros del consulado de México en Pensilvania, fueron capturados por no contar con identificación en el momento de su arresto. Tanto Lino como Faustino fueron trasladados a la prisión del condado de Erie, donde el ICE tiene convenio para colocar a los migrantes que detiene. Es ahí cuando empieza el calvario. Lo primero es aislarlos y después usan presión sicológica para que firmen su deportación voluntaria. Sólo los más fuertes resisten. Los que no tienen ni familia ni nada por qué quedarse en Estados Unidos firman el documento y en algunas semanas están de regreso en sus países de origen. No es el caso de Faustino, pues él después de 25 años no tiene mucho por qué regresar, su padre y su hermana fallecieron meses atrás en un accidente automovilístico. Su única hija es ciudadana estadunidense, por lo que no existe más futuro para él en Totomixtlahuaca, un pueblo localizado en la Montaña de Guerrero.
Es por esto que Faustino continúa resistiendo, con la esperanza de que un alivio migratorio le permita arreglar su estatus en aquel país. Mientras tanto, intenta mantener bajo control su diabetes, que apenas fue diagnosticada.
Las personas migrantes temen a las deportaciones, pues aunque dicen que sólo están agarrando a los que tienen algún delito
, en una declaración pública el denominado zar de la frontera , Tom Homan, refirió: cualquier persona que haya cruzado ilegalmente a Estados Unidos es criminal
.
En lugares santuario como Nueva York, California o Chicago existen organizaciones sociales que se movilizan ante cualquier operativo realizado por el ICE. Sin embargo, en estados más conservadores se impulsan leyes que fomentan la persecución de la comunidad migrante, Texas o Florida son ejemplo de ello. En otros más, como Misuri o Misisipi, han sido detenidos proyectos de ley antimigrante por ser violatorios a derechos humanos. El país es un caos y están yendo contra todo lo ganado, por primera vez nos está costando mucho continuar nuestro trabajo, con el nuevo gobierno
, son las palabras de líderes sociales que por años han trabajado con la comunidad latina. A pesar de lo desesperanzador del panorama, las hijas e hijos de los migrantes están impulsando nuevos liderazgos. Salen a las calles exigiendo un alto a las redadas migratorias que ponen en riesgo la seguridad de sus familias.
Queens ya no es lo mismo
, menciona Miguel Hernández, líder de la raza zapoteca, la gente tiene miedo. La ruidosa avenida Roosevelt, ubicada en el corazón comercial de este condado latino de Nueva York, ya no se escucha igual. Miles de comerciantes que diariamente se daban cita han decidido ir espaciando sus salidas para vender, prefieren resguardarse en sus hogares. Sólo salen para reunir lo necesario y pagar la renta mes con mes. Como medida de resistencia se han hecho infinidades de grupos de Facebook o de WhatsApp, donde se reporta la presencia de los agentes migratorios. Las madres y padres se reúnen en centros comunitarios para firmar poderes legales y que sus hijos estén seguros en caso de que ellos sean deportados. Se trabaja en planes de emergencia para tratar de revertir la separación familiar. Por otro lado, se han repartido las famosas Tarjetas Rojas, que ha sido una herramienta fundamental ante cualquier detención. Estos documentos han marcado la diferencia en algunos casos. Es una sencilla tarjeta de 5 x 9 centímetros donde se citan los cuatro siguientes puntos: No abra la puerta; no conteste preguntas; no firme nada; entréguele esta tarjeta al agente
, mientras en el reverso en inglés se aboga a la cuarta y quinta enmienda de Estados Unidos, así como los derechos constitucionales como individuo. Por su parte, la red consular de México ha lanzado un botón de pánico para alertar a sus familiares en caso de cualquier detención.
Todas estas estrategias están encaminadas a hacer resistencia comunitaria ante las medidas represivas del actual gobierno. Las palabras cuidado colectivo están teniendo otro significado. Es por esto que ante la desesperanza y la zozobra que vivimos, nuestras redes están salvando vidas.
Comunitariamente estamos buscando formas de sobrevivir, nos hemos vuelto aliados ante este difícil del escenario. Entre nosotros, el pueblo migrante, nos alertamos cuando los riesgos están más presentes, por lo que es importante recordarnos medidas tan básicas como la de ¡No abrir la puerta! Ante cualquier tribulación provocada por los discursos de odio y discriminación.