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El rumbo de México
D

espués del discurso de Donald Trump en el Congreso estadunidense, la contraorden de un nuevo plazo para aplicar aranceles a la industria automotriz instalada en México y el compromiso de posponer también el impuesto a los productos mexicanos del T-MEC, derivado de la conversación amistosa entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el mandatario del país vecino, terminaron por disipar las dudas respecto a cuál es la política presidencial de Estados Unidos frente al mundo. Por lo pronto, Trump ha señalado a México, Canadá, Panamá, China, Groenlandia, Gaza y Ucrania como siete objetivos de dominación a conseguir en un mediano plazo. Salvo China, el resto de los países muestran vulnerabilidades que desde la lógica trumpista los hacen presa fácil de sus impulsos avasalladores. A Trump y sus acompañantes les interesan el fentanilo, los traficantes de drogas y de migrantes, y hasta sus propios adictos sólo como temas para chantajear, y pretexto para intervenir en otros países, intentando debilitarnos políticamente. No es una simple medida del segundo régimen trumpista, sino una política imperial que intenta cambiar la fisonomía y la estructura del mundo. Su idea consiste en dominar gran parte del planeta, para lo cual recluta al ejército israelí, a grupos industriales, especuladores monetarios a gran escala, al sistema militar y financiero occidental y dueños de consorcios hegemónicos tecnológicos. Por supuesto, es una respuesta ante la escasez de espacios materiales para reproducir el capital internacional y la acelerada pérdida del control sobre naciones con grandes poblaciones, incluyendo a Estados Unidos. México resiente los estremecimientos de esta política como sismos de gran escala.

Entonces, es necesario introducir en el debate interno las desventajas y las fortalezas con las que sin desearlo nuestro país se ve envuelto en el torbellino al que Washington lo está empujando. Entre las desventajas: la frontera terrestre de más de 3 mil 140 kilómetros, que obstaculiza ejercer un control efectivo de la línea internacional, salvo en las grandes ciudades y las medianas de los seis estados colindantes con Estados Unidos. Pero hay grandes extensiones desérticas en las que aparecen poblados pequeños y rancherías aisladas frente al muro incompleto que con empeño levantó Trump en su primera administración. La otra parte vulnerable es el tamaño de la economía y su enganche al tratado trilateral, dejando pasar cuatro décadas sin diversificar relaciones económicas con los países asiáticos y europeos, y de otros continentes que hubieran ayudado a consolidar al mercado interno, que de ninguna manera puede descartarse ahora desde la perspectiva de un Estado asediado, revisando lo que falló en los 70, cuando se intentó consolidar dicho mercado. Afortunadamente, la Presidenta ha echado a andar esta idea ligada a la necesidad de fortalecer a industriales nacionales. En materia de seguridad y educación superior se muestran rasgos estratégicos endebles. Como lo han señalado Oswaldo Zavala y otras voces expertas, la seguridad mexicana está organizada para responder a los requerimientos de la seguridad estadunidense, y ahí nos han traído. En un extraordinario ensayo de 2015, publicado por la revista Nexos, Fernando Escalante (Apuntes para lidiar con Washington), analizó cómo nuestro sistema de educación superior se encuentra infeudado con Estados Unidos, (sinónimo de enfeudar, entregar a título de feudo). Pero este término puede aplicarse a casi todos los aspectos centrales de la vida nacional; ejemplo, las maquiladoras de la frontera norte y espacios físicos con reglas autónomas.

Entre otras desventajas para enfrentar las deportaciones se encuentra el cuerpo consular. Desde lejos, al escuchar las quejas de paisanos sobre sus servicios, uno se pregunta si acaso algunos de ellos son leales a la causa mexicana. Entre las fortalezas con que cuenta México está un pueblo avispado, con energía y en su gran mayoría noble, que se muestra receptivo al discurso alentador de la Presidenta, que desde 2024 decidió acompañarla en sus proyectos de gobierno. La otra ventaja es la inteligencia, serenidad y lealtad a México con la que Sheinbaum está sobrellevando los aplazamientos que le impone el poderío de Washington. La presidenta no necesita consejos, pero los halagos estadunidenses pueden ser como los cantos de las sirenas, sólo recuérdese cómo terminó Carlos Salinas.

En la medida en que Gaza, Ucrania, China, Rusia y el bloque de estados europeos distraigan a Trump, seguirán los aplazamientos, pero a la larga, eso terminará por debilitar el ánimo de la nación. De persistir, la escalada de aranceles probablemente derivará en una guerra entre naciones, algo que los mexicanos debemos mantener como esquema cambiante a analizar y prioridad de sobrevivencia.

* Profesor del Colegio de Sonora