Opinión
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Los de abajo

A las que no se callan

A

Osbelia, maestra, corredora, defensora del territorio tepozteco de 1976 hasta su muerte, ocurrida un día como hoy de hace dos años, a sus apenas 85 años. A Rocío, que fue obligada a dejar este México adolorido y ensangrentado, no sin antes recuperar el territorio de su pueblo. A Sandra, activista y defensora mixe, a cinco meses de su desaparición forzada. A Sofía, que cuida y reforesta el bosque, al tiempo que apaga los incendios provocados por las inmobiliarias. A Fili, guardiana del agua, defensora de todas las vidas.

A Lupita, que sigue luchando por justicia a 28 años de la cruel matanza en su comunidad. A Cristina, y con ella a las madres de los 43 que no han dejado de luchar por sus hijos y son una lección de dignidad. A Maya, que expulsó a la depredadora empresa de agua y ahora disfruta de sus manantiales. A Ana, que no desfallece en la búsqueda de su hijo y, en medio de su dolor, no escatima una sonrisa. A Martha, maestra que desde hace 30 años lucha por mejores condiciones educativas, y hoy marchó con la CNTE.

A Carmen, que ha puesto su vida y alma contra la explotación de las trabajadoras de las maquilas. A Mary, que construye belleza musical para la humanidad con el latido de su corason. A Lily, que desde hace seis años reconstruye la vida propia y la de sus cuatro hijos luego del asesinato de su compañero. A Araceli, a quien le arrebataron a su hija y defiende la vida en colectivo. A la joven creadora Didxazá García, encarcelada injustamente el pasado 4 de marzo, cuando se trasladaba de Ixtepec a Juchitán.

A Ellas, las que están y las que vienen. A esas generaciones verdes y moradas que nos dan lecciones a quienes les precedemos. Las del Me Too, Ni Una Más y Las Mujeres que Luchan. Las que llenan las calles y no se callan. A las zapatistas. A Raquel, cuyo asesinato nos sigue llenando de rabia. Y a Trini, porque la lucha sigue.

A mamá, quien casi me trae al mundo encaramada en un teléfono público en el centro de Ecatepec, donde ella, solita, tomó el segundo autobús para llegar al hospital de Santa Clara, mientras su hija de cuatro y sus hijos de tres, dos y un año la esperaban.