Transforma sus éxitos en música no escuchada antes
Con su poderosa voz demuestra estar en el mejor momento de su carrera

Sábado 8 de marzo de 2025, p. a27
Góspel, soul, música de cámara, poesía y mucho contento, esos fueron los ingredientes del concierto de Sting la noche de este viernes en el Auditorio Nacional, donde una multitud ferviente, emocionada, vivió una a una las 20 piezas que escanció Gordon Matthew Thomas Summer (Sting) con su compañero, su igual, Dominic Miller en la guitarra y el baterista Chris Maas, integrantes del The New Power Trio, protagonista del periplo Sting 3.0 Tour.
Desde la pieza inicial, Message in a Bottle, hasta la segunda de regalo y última de la velada, Fragile, estos músicos trazaron la biografía de la multitud que coreaba las canciones de su educación sentimental y la íntima, la de la poesía, en un par de horas que quedarán como una de esas vivencias en las que termina uno afónico, sudoroso, feliz, luego de haber cantado, bailado, cerrado los ojos, saltado y abrazado y abrasado con un caudal de versos, un torrente de alegría y un manantial de sonido que mucho le debe al reggae, al spiritual, a la literatura, a la música isabelina y a la voz poderosísima de Sting.
Contrario a lo que esperaban muchos, no se escuchó una antología
de los grandes éxitos de The Police, porque los tres músicos en ningún momento hicieron lo que tanto gusta a tantos: tocarlas como en el disco
.
Por el contrario, convirtieron aquellas piezas, que al principio eran reconocibles para mutarse enseguida en dispositivos propicios para la jam session, la música instrumental, la música que no había sido escuchada sino hasta anoche, porque nunca la habían tocado como anoche: en una mezcla de improvisación jazzística, impresiones repentistas, trenzamientos de sonidos inesperados, todo nacido de la magia del momento.
A casi medio siglo de fundado The Police, el patrimonio cultural que construyeron los fundadores Sting, Stewart Copeland y el corso Henri Padovani, y después Andy Summers y luego el propio Gordon Matthew en una deslumbrante y siempre sorpresiva, de asombro en asombro, carrera como solista, se manifestó en el Auditorio Nacional como una identidad, la de cada una de las personas que ocuparon las 10 mil butacas, una razón de ser, un emblema y un gozo creciente.
Quedó de manifiesto, por si hubiera alguna duda, la maestría suprema del gran hacedor de sonidos que es Dominic Miller, el creador de la magia del sonido Sting, al mismo tiempo que éste se manifestó como el gran bajista que es, mientras Christian Maas ostentó harto alboroto en el exceso de metales en su dispositivo percusivo: mucho platillo, pocos parches de tambor, ruiderío. Bataca pacata.
Ritual amoroso de la felicidad
Versos, coros, puentes, la construcción del sentido lateral de la armonía que inventó Sting y que Dominic Miller enriquece con la serenidad meditativa con la que hace de la guitarra un oasis, un santuario, un recinto de luz, convirtió la velada, para regocijo de los circunstantes, en un ritual amoroso de la felicidad.
Así fue como Shape of my Heart, la breve sinfonía que escribieron juntos, sonó como suena en los sueños el breve borbotón de agua de una fuente, las ondas que se expanden cuando una piedra, que cayó sobre uno de los parches del baterista Maas, hizo nacer circunferencias que crecen y crecen y suben hasta la última butaca del graderío.
Ah, el graderío: las parejas se tomaban de la mano, volteaban a mirarse, se abrazaban. Algunos dejaban correr hilitos de agua que salían de sus ojos. Otros simplemente saltaban, gritaban, coreaban todas las canciones, porque todas todos se las saben y eso hace muy feliz a Sting, quien no dejaba de juntar las manos a la manera budista para decir a todos: gracias.
Y todos sonreímos y juntamos las manos anoche y dijimos también a coro: gracias, amado Sting, gracias, amado Dominic, gracias Christian Maas, gracias por hacernos vivir, porque cantar es vivir.
Sting está en el mejor momento de su carrera. Nunca había tocado el bajo así, tan hondo, tan potente y nunca había cantado así, tan alto, tan potente. Dominic Miller, un poeta con guitarra. Lo suyo, lo de ellos dos, es la poesía. Fue un concierto bellísimo.