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Mamá de menor muerto al estallar mina terrestre en Michoacán pide asilo a EU

Ayer acudió a oficinas del Alto Comisionado de la ONU y Acnur en México a solicitar ayuda

 
Periódico La Jornada
Jueves 6 de marzo de 2025, p. 25

A casi un mes de la muerte de Pablo Ríos, jornalero de apenas 15 años de edad, al estallar una mina terrestre en una huerta de limones en Buenavista, Michoacán, su madre, Mayra Alejandra Buenrostro, aseveró que no hay avance en las investigaciones y reiteró su exigencia de que sean retirados los explosivos colocados por integrantes del crimen organizado en diversas zonas de esa entidad.

Indicó que por esta situación no ha podido recuperar todos los restos del cuerpo de su hijo, ya que hay temor de que nuevamente estalle una mina.

Mayra acudió ayer a la Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) y del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) para pedir su apoyo en el proceso de solicitud de asilo en Estados Unidos, ya que teme por su vida.

“Tengo miedo de que algo me pase porque yo no me quedé callada. Yo hablé sobre la forma en cómo murió mi niño. Yo no sabía que había minas ni mi niño… Yo lo supe hasta que me dijeron de su muerte, lo que le pasó”, expresó.

Señaló que Pablo empezó a trabajar como jornalero agrícola desde muy pequeño, al igual que ella. Él desde chiquito iba conmigo a trabajar, y si no íbamos a cortar limón, él me iba a acompañar a hacer limpieza a las casas o se ponía a vender pan en Apatzingán

Al recordar que el 8 de marzo se cumplirá un mes de la muerte de su hijo, Mayra pidió a las autoridades que se pongan a trabajar, más que nada que se enfoquen a quitar las minas para que ya no haya más muertes. Yo sé que en Michoacán van niños más chiquitos a trabajar, los llevan sus mamás porque no tienen con quien dejarlos, van desde los tres años y hasta más chiquitos. Ellos no se ponen a cortar limón, andan entre las huertas jugando para arriba y para abajo y, Dios no quiera, lleguen a pisar una mina.

Expuso que en las comunidades michoacanas las minas terrestres han generado terror y miedo.