as noticias sobre China a corto y mediano plazos requieren de mayor examen: desarrollo tecnológico, políticas para revitalizar su mercado doméstico y las dos sesiones
–del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, máximo órgano asesor político y de la Asamblea Popular Nacional, ambas esta semana– son todos temas que abordaremos en las siguientes contribuciones. Nos gana el cortoplacismo: la imposición de aranceles a Canadá y México desde ayer, martes 4 de marzo, por parte de Estados Unidos.
Recordemos: desde su asunción como presidente, Trump anunció aranceles a Canadá, China y México; el 4 de febrero impuso nuevos aranceles a China del 10 por ciento; el 11 del mismo mes impuso aranceles de 25 por ciento a todas sus importaciones de acero y aluminio y el 4 de marzo de 25 por ciento a Canadá y México y un 10 por ciento adicional a China. Quedan pendientes aranceles adicionales de 25 por ciento a las importaciones de autopartes y autos anunciadas el 19 febrero y para imponerse el 2 de abril. Es decir, exportaciones mexicanas a Estados Unidos pudieran enfrentarse a aranceles de hasta 75 por ciento sumando estas diversas medidas hasta inicios de abril. ¿Es posible imaginarse el comercio exterior de México hacia EU ante estas nuevas condiciones?
Varias reflexiones apremian en este contexto, y con visos a mediano plazo.
Primero. Un aumento de los aranceles de las importaciones de Estados Unidos desde México del 0.26 por ciento en 2023 a 25 por ciento implica un incremento de 9 mil 800 por ciento. Seguramente se plantearán excepciones al menos temporales para sectores que logren negociar en Estados Unidos un marco razonable. Los principales importadores y exportadores en México (mayoritariamente empresas trasnacionales), no obstante, deberán inmediatamente elaborar escenarios alternativos ante el abrupto aumento de costos.
Segundo. La nueva agenda de política exterior de Estados Unidos busca, por un lado, restablecer las relaciones bilaterales en términos de beneficios directos para Estados Unidos: mayores inversiones, reducción del déficit y beneficios directos.
Por otro lado, destaca continuamente la confrontación con China y la búsqueda de su exclusión. La visita de Marco Rubio, reciente secretario de Estado de EU, a Panamá a inicios de febrero fue simbólica: EU construyó el Canal de Panamá y es de soberanía estadunidense y la influencia china –mediante su uso del Canal– viola
los acuerdos entre Panamá y EU. Se trata de un punto de referencia importante para terceros países.
Tercero. Más allá del penoso encuentro entre Zelensky y Trump y su vicepresidente a finales de febrero, queda claro que la postura de Washington: No estás en buena posición. Ahora mismo no tienes las cartas
. Ante el desencuentro, Trump canceló todo apoyo a Ucrania, incluyendo el militar. Con excepción de China, ningún otro país tiene posición para negociar con EU, tampoco Canadá ni México.
Cuarto. Ha pasado relativamente inadvertido –ante la cantidad de órdenes ejectutivas– que el 21 febrero la Casa Blanca emitiera una nueva política de inversión ( America First Investment Policy) en la que exige el security-shoring, examinado en diversas ocasiones en esta columna, ahora en el ámbito de la inversión.
Amenaza la Casa Blanca con reducir las inversiones de EU hacia adversarios
(particularmente China) y de China a EU a través de un nuevas reglas
para impedir inversiones que contravengan a la seguridad nacional, en general, y específicamente en semiconductores, inteligencia artificial, biotecnología cuántica, aeroespecial, manufactura avanzada, energía y otros sectores.
Las implicaciones de estos acontecimientos para terceros
países, léase México, son dramáticas.
La estrategia de la administración Trump por un lado no es clara (no existe por el momento como tal) y, al mismo tiempo, es interminable: en el caso de México las exigencias son en temas de migración, fentanilo, que México no se convirtiera en puerta trasera
de importaciones chinas… y lo que falte. Hay amenazas respecto a inversiones chinas y bien pudiéramos imaginarnos en cualquier sector: importaciones, turismo, relaciones académicas, educativas y culturales. En los siguientes 46 meses de la administración Trump la lista de chantajes pudiera ser interminable. Por lo pronto, aranceles, y atengámonos a los siguientes aranceles.
Todo lo anterior exige que México se detenga inmediatamente a conceptualizar una efectiva diversificación económica y del comercio exterior. El trato preferencial y la reciprocidad con Estados Unidos terminó, al menos hasta 2029, el término de la presidencia de Trump.
Es imperativo que México abra nuevos canales de comunicación con el grupo BRICS (no es viable seguir pensando
por años al respecto), los países asiáticos, América Latina y el Caribe y China.
Por supuesto que es necesario a corto plazo atender a nuestro principal socio comercial, pero es al menos tan relevante priorizar una estrategia a mediano plazo, porque Estados Unidos continuará con múltiples medidas unilaterales y chantajes, imposibles de cumplir. La invitación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva debiera atenderse inmediatamente con la participación del más alto nivel político en México.
Los partidos políticos por el momento han brillado por su ausencia en estas discusiones coyunturales, ¿dónde están las posturas de los principales organismos empresariales y del Senado al respecto? Es ahora, parecería, que se requiere de su intervención mediante sus contactos internacionales, particularmente en Estados Unidos y Canadá. ¿Será?
* Profesor del Posgrado en Economía y coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM