El asalto de Trump al Centro Jonh F. Kennedy
l 2 de diciembre de 1964 el presidente Lyndon B. Johnson colocó la primera piedra del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, Utilizó la misma pala bañada en oro que los presidentes William Taft y Franklin Roosevelt utilizaron para las inauguraciones de los monumentos a Lincoln y Jefferson.
Ese día Johnson afirmó que, además de un homenaje al asesinado mandatario, el Centro sería una fuerza viva para el fomento del arte
, centrándose en inspirar la creatividad en los jóvenes, sirviendo como modelo para otros centros culturales de la nación, brindando oportunidades a los artistas y acercando las artes a todos.
El Centro comenzó actividades en 1971. Es una asociación público-privada en la cual el gobierno es dueño del edificio y contribuye financieramente a su funcionamiento. Sus directivos e integrantes de la Junta de gobierno tienen toda la libertad para actuar independientemente del poder público y son nombrados de acuerdo con la ley que creó dicha institución.
Recientemente Trump la tomó bajo su control. Eliminó de la junta directiva a los que había designado el ex presidente Joe Biden y los remplazó con personas que le son leales. Éstas destituyeron a la presidenta del Centro, Deborah Rutter, y designaron en su lugar a Trump.
Ese asalto a la prestigiosa institución desató una ola de protestas entre la comunidad artística. Varios destacados integrantes de su junta renunciaron, además de los directivos que no fueron cesados por el magnate.
Al ser cuestionado sobre su motivación para asumir la presidencia del Kennedy Center, el mandatario dijo que éste necesitaba un despertar
y criticó la calidad de algunos espectáculos. Sin embargo, admitió no haber visto ninguno de los que recibieron su desaprobación.
Trump es un personaje ajeno al mundo del arte y el espectáculo. Por eso el descontento de figuras destacadas de todas las expresiones culturales que ven en el Kennedy Center un símbolo de la libertad creadora y la diversidad, ahora amenazado por una dirección política ultraconservadora.
Ante lo ocurrido, bien vale recordar cómo durante el nazismo, el arte moderno, nada grato a Hitler y sus secuaces, fue calificado de degenerado
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