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Desde otras ciudades

Minas antipersonas en Camboya

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▲ Un grupo de músicos, víctimas de minas antipersonas, alegra el día en las inmediaciones de las ruinas de Angkor Wat en Camboya.Foto Alia Lira Hartmann
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amboya es un pequeño país de 17 millones de personas, con monarquía parlamentaria que se ubica en el sudeste de Asia. Al este y al sur colinda con Vietnam, al oeste con Tailandia y al norte con Laos. Se le conocía como la Indochina francesa.

Como destino turístico, Camboya suele ser incluido especialmente por las ruinas de la ciudad de Angkor Wat, con sus impresionantes templos que son testimonio de la cultura del imperio Jemer o imperio de Angkor. Históricamente se documenta como una poderosa civilización que por seis siglos, del IX al XV dominó la región.

Angkor Wat es considerado el mayor monumento religioso del mundo y uno de los tesoros arqueológicos más importantes del planeta.

En el hinduismo, la concepción del rey como deidad llevó a los gobernantes angkorianos a dejar testimonio, fue así que cada uno hasta el siglo XIV construyó su propio templo, lo que se extendería por kilómetros a la redonda, siendo hoy el más grande complejo religioso del mundo.

Camboya se independizó de Francia en 1953 y luego de una breve fase explotó una guerra civil entre 1967 y 1975. En abril de 1975 llegaron al poder tropas miembros del partido comunista, conocido como el Jemer Rojo, un grupo de orientación de extrema izquierda bajo el liderazgo de Pol Pot. Este régimen que se estableció casi cuatro años ha pasado a la historia por haber cometido graves atrocidades.

Entre sus consignas estaba purificar a la sociedad para crear una nueva de campesinos con influencia nula de valores capitalistas. La historia documenta este régimen como genocida, que cobraría la vida de millón y medio a tres millones de camboyanos, un tercio de la población del país en ese entonces.

Durante este oscuro periodo se esparcieron millones de minas antipersonas a tal grado que Camboya es considerado el país con más artefactos de ese tipo en el sudeste asiático, miles de ellas aún sin explotar. Éstas son una herramienta de guerra para incapacitar o matar cuando de manera accidental las personas tropiezan con ellas o al descubrirlas intentan desactivarlas.

La guerra terminó hace varias décadas, pero las consecuencias siguen presentes. Quienes logran sobrevivir enfrentan una vida con alguna extremidad mutilada y que requiere de tratamiento médico a largo plazo que resulta costoso para ciudadanos que habitan en las zonas rurales.

Reinsertarse en el mercado laboral o en labores de agricultura es prácticamente imposible. Existen programas apoyados por organizaciones internacionales que intentan eliminar el mayor número posible de estos mortales artefactos.

En 1997 la Organización de Naciones Unidas creó una convención encaminada a prohibir el empleo, almacenamiento, producción y utilización de minas antipersonas. Camboya es un país que vive prácticamente de la agricultura, de ahí que estos campos minados son causantes de la extrema pobreza que el visitante enfrenta, en un incómodo contraste con los lujosos hoteles en los que se hospedan los turistas.

Alia Lira Hartmann