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Han Kang

La asignación anual del Premio Nobel de Literatura beneficia a lectores de todo el orbe gracias al aumento en la difusión de las obras de los autores galardonados. En el caso de la más reciente laureada, la sudcoreana Han Kang, en México circulan desde los primeros días de este año cuatro de sus libros en español (todos bajo el sello Penguin Random House), verdaderas obras de arte que aplaudirán incluso los lectores más exigentes

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▲ La escritora sudcoreana Han Kang, en una reunión con niños en la biblioteca Rinkeby, en Estocolmo, Suecia, el pasado 11 de diciembre.Foto Afp
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Periódico La Jornada
Domingo 2 de marzo de 2025, p. a12

Actos humanos

Este título puede parecer paradójico, ya que un coro narra la sangrienta represión cometida en 1980 por el régimen dictatorial sudcoreano contra la población, que incluyó asesinatos, desapariciones forzadas, torturas y otros actos inhumanos, como clavarnos agujas, quemarnos, ahogarnos con agua y electrocutarnos.

Este es un relato en el que siete voces transmiten sus angustias, duelos, pesadillas y, en general, los recuerdos de unos hechos que resuenan hasta hoy.

Entre los narradores está el alma de una de las víctimas, la cual permanece cerca de su cuerpo y ésta, a diferencia de lo que hemos oído y leído –o visto en pantallas de cine y televisión– acerca de otras ánimas, no es omnisciente ni puede ver a sus pares, aunque las percibe de forma tangencial y hasta llega a chocar con ellas.

Otra posible contradicción es que, cuando afloran los sentimientos de culpa, éstos se apoderan de los supervivientes, mientras alguno de los perpetradores de las embestidas dice: En Camboya mataron a más de 2 millones de personas. No hay ninguna razón para que no hagamos lo mismo. Además, “cuando en mayo de 1980 se extendieron las manifestaciones (…) los militares atacaron con lanzallamas a la gente, que iba desarmada”.

Muchas mujeres estuvieron entre los opositores atormentados, a una de las cuales el único nombre que usaban para dirigirse a ella era puta comunista, porque había sido obrera industrial y militado en un sindicato.

La vegetariana

Mientras en el anterior título son las minorías en el poder las que infligen sufrimiento y terror colectivos, en éste son los propios familiares quienes agobian a la protagonista, una mujer sin ningún defecto en particular ni ningún atractivo especial. Ésta, tras tener violentas pesadillas, deja de comer carne, lo cual al principio acepta a regañadientes su marido, quien después lo informa a los padres y a la hermana de la señora.

El libro consta de tres partes, en la primera de las cuales se narra la reacción de la familia originaria de la vegetariana, a quien presionan para que vuelva a comer carne e incluso golpea su padre, lo que lleva a la joven a provocarse una herida con un cuchillo, y un chorro de sangre brotó de su muñeca como de una fuente y llovió sobre los platos blancos, tras lo cual es hospitalizada y luego internada en un siquiátrico.

En la segunda parte, la vegetariana ya está de vuelta en casa, se divorció y parece vivir feliz y sin pesadillas durante unos cuantos días, luego de permitir que su cuñado (artista visual) le pinte flores en el cuerpo desnudo y las filme; pero luego ellos tienen un encuentro sexual, también grabado en video, que de inmediato descubre la hermana de la protagonista, y esta última de nuevo va a dar al nosocomio para enfermos mentales.

En el tercer segmento, la chica ya no sólo rechaza ingerir carne, sino cualquier alimento; ahora sólo quiere beber agua y alimentarse de luz, como el árbol en que siente que se va convirtiendo.

La clase de griego

Si en los dos libros anteriores un sistema superpatriarcal e hipercapitalista oprime tanto a una colectividad como a individuos en lo particular, en La clase… los protagonistas aparecen un poco más al margen de esas redes de poder tiránico, aunque su autonomía se ve amenazada por otras circunstancias.

Una alumna de griego antiguo pierde la capacidad de expresarse en voz alta, no por un problema físico, sino al somatizar experiencias que ella misma no se explica. En tanto, su profesor se encamina de forma paulatina a la ceguera total. Pero, aunque esas tesituras causen tristeza, el libro tiene mucho de lúdico, como cuando describe la forma de escribir bosque en coreano o al hacer anotaciones en caracteres griegos.

Algún lector podría llegar a la página 71 y ver que dice: lo que me parecía un espectáculo cautivador y alucinante se debía en realidad a la debilidad de mi vista, y recordar entonces que la primera palabra de este libro es un apellido: Borges, perteneciente al escritor argentino autor de El Aleph. Y de inmediato podría relacionar esas seis letras con la pérdida de la vista que va sufriendo el profesor protagonista.

Si los grandes libros dan algunas respuestas a las dudas que durante milenios hemos tenido los seres humanos, La clase… invita a hacernos nuevas preguntas, y de seguro los estudiosos de la filosofía disfrutarán la lectura de esta obra. Y aunque el final podría coincidir con el de una novela rosa, éste en realidad no es predecible.

Imposible decir adiós

Mientras las tres obras anteriores están permeadas hasta los tuétanos por las experiencias oníricas, en Imposible decir adiós esto resalta aún más, e incluso hay partes del relato que hacen pensar en el realismo mágico de la literatura latinoamericana.

Han Kang vuelve a abordar en este libro la masacre de Gwangju, pero imprime mayor énfasis al narrar una amistad que de tan profunda que es puede considerarse que se vuelve perniciosa y llevar a la aniquilación y a dudas profundas, como cuando una de las coreanas protagonistas reflexiona: quizá soy yo la que está muerta, o la que está a punto de morir. Y se vuelve aún más dubitativa: ¿pero tan vívida y real es la muerte?

Un adelanto de esta obra se publicó para nuestros lectores en estas páginas el 2 de febrero (https://goo.su/lsZDOn).

Será muy difícil que alguien quede indiferente ante las narraciones de la escritora sudcoreana.