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Presenta Natalia Toledo Deche yoo en la FIL de Minería

Ilustrada por Alejandro Magallanes y escrita en zapoteco y español, la obra es un homenaje a Juchitán

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▲ La escritora Natalia Toledo compartió que en su pueblo las personas no se reprimen y dicen lo que piensan.Foto Yazmín Ortega
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de marzo de 2025, p. 4

Entre mezcal, recuerdos y una sala repleta de lectores, la escritora y poeta Natalia Toledo presentó este sábado Deche yoo (El baño), su libro infantil más reciente publicado por Almadía.

El acto tuvo lugar en el Pabellón Oaxaca de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, que concluye hoy. La obra, ilustrada por Alejandro Magallanes y escrita en zapoteco y español, es un homenaje a la infancia, a su padre y a los recuerdos de su tierra natal, Juchitán, Oaxaca.

Toledo, con la calidez que la caracteriza, se dirigió a un público de todas las edades que la escuchó con atención mientras compartía fragmentos de la historia. Su voz llenó la sala con el sonido del zapoteco y envolvió a los asistentes en la musicalidad de su lengua materna.

Este libro no es escatológico, es una historia de amor, aclaró entre risas y explicó que el tema central gira en torno al baño en comunidades donde el espacio es compartido y las costumbres difieren de las urbanas.

Con la picardía que distingue su narrativa, compartió que en su pueblo las personas no se reprimen y dicen lo que piensan. En la historia de Deche yoo, la infancia transcurre entre callejones, piedras calientes por el Sol y la naturalidad con la que se viven los momentos cotidianos.

A veces, cuando mis primos ya habían ocupado toda la parte trasera de la casa y no encontraba dónde sentarme, pasaba por mi prima y nos íbamos detrás de la casa de nuestra tía Inés, relató en un fragmento leído en voz alta, despertando risas y complicidad entre los asistentes.

Recién llegada de Oaxaca, la autora quiso compartir un poco más de su cultura y ofreció mezcal a los presentes. Por si tenían cerrada la garganta o necesitaban refrescarse con este calor, bromeó. Destacó que la calidez del público y la temperatura de la Ciudad de México le evocaban la sensación de seguir en su tierra.

Los visitantes aprovecharon el encuentro para preguntarle sobre la diversidad lingüística del zapoteco, la comprensión entre las variantes y las leyendas más representativas del Istmo de Tehuantepec.

También le cuestionaron si se había inspirado en la obra Una vieja historia de la mierda, de Alfredo López Austin, ilustrada por su padre, el artista Francisco Toledo. Entre sonrisas, la poeta reconoció la presencia del tema en su cultura y compartió algunas expresiones zapotecas relacionadas con la caca, desde insultos hasta refranes.

Me encanta contar historias que vienen de mi infancia porque son un tesoro que llevo conmigo. Cuando escribo, quiero que los niños y los adultos se transporten a esos momentos de travesuras, de juegos sin miedo, de una vida al aire libre que a veces olvidamos, compartió Toledo.

También recordó cómo su padre le inculcó el amor por la lengua zapoteca y la importancia de contar historias en su idioma natal: Decía que si perdemos nuestra lengua, perdemos nuestra forma de mirar el mundo.

La escritora también habló sobre el proceso de creación del libro y su colaboración con Alejandro Magallanes, cuyo estilo logró capturar la esencia del relato.

Cuando vi las ilustraciones por primera vez, me emocioné porque lograban transmitir la esencia juguetona y libre de la historia, mencionó. Asimismo, comentó que Deche yoo ha sido bien recibido por los niños, quienes se sienten identificados con la historia.

Me han contado que algunos pequeños lectores recordaron sus propias aventuras y hasta han empezado a preguntar a sus abuelos sobre sus infancias.

Al final del encuentro, Natalia Toledo recibió un reconocimiento por su contribución a la literatura y a la preservación de la lengua zapoteca. La distinción fue entregada a nombre de la maestra Carmen Sánchez Parada, directora general del Instituto Estatal de Creación Literaria y Promoción de la Lectura.

Toledo firmó ejemplares de su libro e interactuó con cada lector con la misma calidez con la que compartió su historia. Cada vez que un niño se acerca con su libro y me dice que le gustó, siento que la palabra zapoteca sigue viva y eso es lo más hermoso, concluyó emocionada.