Opinión
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Apuntes postsoviéticos

La vara y la zanahoria

L

a frenética irrupción del inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, como protagonista en el escenario de una tan necesaria como compleja negociación entre Rusia y Ucrania, con declaraciones a diario que son una mezcla de buenas intenciones, mentiras descaradas, amenazas veladas, promesas vagas y otros componentes de un repertorio que sólo busca acaparar los titulares de los medios de comunicación en el mundo, evidencia dos hechos indisputables.

El primero es que Trump no tiene ningún plan para detener el inútil derramamiento de sangre entre rusos y ucranios, proclamado por él como meta de su labor, mientras considera el fin de las hostilidades una oportunidad de negocios y se comporta como un vendedor de inmuebles que trata de sacarle el máximo a dos posibles compradores, que además puede cambiar de opinión según le ofrezcan mayores ganancias.

Trump no está ejerciendo del mediador que requiere un conflicto con raíces tan hondas y que debe tomar en cuenta las legítimas demandas de todas las partes implicadas. Hasta ahora, y eso es lo segundo que pone de relieve su peculiar gestión, en lugar de articular una iniciativa de paz neutral que despeje el camino hacia un arreglo político, Trump tiene en mente qué puede sacar él y, para ello, aplica el añejo método de la vara y la zanahoria respecto tanto a Ucrania como a Rusia.

Sirva de ejemplo el bochornoso enfrentamiento verbal que Trump tuvo ayer en la Casa Blanca con su huésped, el presidente ucranio, Volodymir Zelensky, quien viajó a Washington para firmar un acuerdo sobre recursos naturales. Hace días lo llamó dictador sin elecciones, luego lo negó dijo que no pudo haber dicho eso y, al pedir éste garantías de seguridad para su país, lo calificó de malagradecido e irrespetuoso y lo echó de la Casa Blanca al decir que puede volver cuando quiera la paz. Propuso a Rusia normalizar relaciones y la respaldó en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero también señaló que ésta tiene que devolver parte de las regiones anexionadas y admitir tropas europeas de paz en Ucrania, además de prorrogar por un año las sanciones económicas en su contra.

Resulta difícil imaginar que Rusia y Ucrania estén dispuestos a cesar hostilidades y sellar una solución negociada a partir de la errática y contradictoria posición que, día tras día, muestra Trump.