Desconocemos nuestra ópera del siglo XIX; es una tarea pendiente, señala musicóloga
El restreno de Atala, pieza escrita en 1868 por Miguel Meneses, puso en evidencia la necesidad de rescatar, estudiar y llevar a escena el repertorio nacional, apuntó Aurea Maya
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Viernes 28 de febrero de 2025, p. 2
El restreno de Atala, ópera escrita en la segunda mitad del siglo XIX por Miguel Meneses, que permaneció en el olvido durante casi 150 años, pone en evidencia uno de los grandes pendientes por atender dentro de ese género musical en México: voltear hacia el repertorio creado en el país durante esa centuria y rescatarlo con el propósito de conocerlo, estudiarlo, ponerlo en valor y llevarlo a escena.
En términos generales, desconocemos nuestra ópera del siglo XIX; es una tarea pendiente que tenemos como sociedad
, afirma la historiadora y musicóloga Aurea Maya en entrevista a propósito de la producción de ese título a cargo del Mexico Opera Studio (MOS).
Esta obra escrita en 1868, está basada en la novela homónima del francés François-René de Chateaubriand, en la que se cuenta el amor imposible entre una indígena americana cristiana y un indígena de una tribu enemiga. Las funciones serán hoy y mañana a las 20 horas, en el auditorio Carlos Prieto de Monterrey, Nuevo León.
“El estreno contemporáneo de Atala es un paso más para seguir completando este entramado y poder apreciar lo que hemos sido siempre (en términos de ópera), y que lo tenemos un poco olvidado”, expresa.
Responsable de la recuperación de esa obra, labor que incluye la investigación histórica y la edición contemporánea de la partitura a partir del manuscrito original, tarea realizada con el barítono Carlos Reynoso, la investigadora recrimina que la primera ocasión que volvió a escucharse una ópera decimonónica nacional fue en 1994, con Ildegonda, de Melesio Morales (1838-1908), estrenada en 1866, gracias a la recuperación que ella hizo de esa obra al lado de su colega Eugenio Delgado.
A partir de entonces, apunta, se han oído sólo unas cuantas más, como Catalina de Guisa, de Cenobio Paniagua (1821-1882), considerado el primer título operístico de un compositor mexicano en ser llevado a escena en nuestro país, estrenado en 1859; Atzimba, de Ricardo Castro (1864-1907), y Anita, también de Morales. Estas dos últimas, aunque fueron escritas a principios del siglo XX, son consideradas óperas con el influjo del siglo XIX.
En esa misma categoría entra La leyenda de Rudel, de Ricardo Castro, de 1906, la cual fue llevada a escena en 2022 por el MOS en la capital neolonesa, y que este 2025 será la obra con la que la Compañía Nacional de Ópera (CNO) cerrará en diciembre su temporada anual en el Palacio de Bellas Artes.
Me parece muy bien que haya ópera mexicana en Bellas Artes, no sólo contemporánea, sino también del siglo XIX. Finalmente, es una manera de reconocernos en ella. Son varias las óperas mexicanas de esa centuria que faltan por ser recuperadas
, sostiene la especialista, y asegura que al menos hay unas 25 esperando
en el Archivo histórico de la Biblioteca del Conservatorio Nacional de Música y en el Archivo Zeballos-Paniagua, resguardado en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical (Cenidim) Carlos Chávez, institución esta última en la que ella es investigadora desde 1991.
Resultado de un trabajo de dos años, la recuperación y edición de Atala ha sido posible gracias al proyecto Ópera, nuestra herencia olvidada, encabezado por el cantante Carlos Reynoso y la soprano Ana Rosalía Ramos, quien será la protagonista de este montaje realizado por el MOS.
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Digital de México y Archivo Histórico
del Conservatorio Nacional
La versión que se presentará es de piano, con dirección escénica de Rennier Piñero y musical de Alejandro Miyaki. El proyecto, beneficiario del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (antes Fonca), contempla asimismo la versión y la puesta con orquesta, aunque deberá esperar al menos un año a que se concluya la edición de las partituras y partichelas, apunta Aurea Maya.
Cuenta la musicóloga que la elección de esta ópera responde no sólo a que estaban dadas todas las condiciones para rescatarla y llevarla a escena, pues fue hallada completa
en el archivo histórico del Conservatorio; es decir, el manuscrito orquestal y la versión para canto y piano, además de las partichelas. Asimismo, es muy importante que con ella se pone atención en esa generación de compositores nacionales impulsada por el Segundo Imperio.
Del siglo XIX conocemos a Melesio Morales, Cenobio Paniagua, Aniceto Ortega y Ricardo Castro, pero nos falta esa generación apoyada por el imperio de Maximiliano, en la que, además de los dos primeros, figuran también Miguel Meneses y Octaviano Valle, que son los cuatro grandes operistas de mediados de ese siglo
, explica.
El único que trascendió fue Morales, y eso se debe a que era republicano; siempre enarboló esa bandera, incluso en tiempos de Maximiliano. Eso le valió mucho, además de que era muy buen compositor. Los demás quedaron anulados con la llegada de Benito Juárez. Entonces, es toda una labor de recuperación de nuestro pasado y memoria musical.
Aunque fue un compositor influyente en su época y su nombre aparece mencionado en libros, se sabe poco de Miguel Meneses, al escasear las fuentes sobre su vida y su obra. Ni siquiera se tiene el dato de su lugar ni fecha de nacimiento. Hay noticias de que fue en Pachuca, Hidalgo, a finales de la década de 1830.
También se tiene certeza de que fue autor de al menos cinco óperas: Agorante, rey de Nubia, estrenada en 1864, en el Teatro Imperial, en la Ciudad de México; Atala, en 1879, en el Teatro Degollado, Guadalajara, Jalisco; Luisa de la Vallière, cerca de 1874, sin datos de estreno; Judith, creada alrededor de 1876, y perdida, y El hada del lago, compuesta cerca de 1878, de la cual se desconoce si se estrenó. Todas están resguardadas en el Conservatorio Nacional.
Incluso, se ignora dónde murió y el lugar donde yacen sus restos, agrega.
“Desconocemos las circunstancias por las que Miguel Meneses se fue a Europa, a Milán, la cuna de la ópera, donde murió en 1882. Los periódicos señalan su deceso allá y que dejó un hijo huérfano en condiciones precarias.
“En México se hizo revuelo en el periódico para poder traer su cuerpo y a su hijo, con el fin de brindarle cobijo. No sabemos más. Pero también hay algunas fuentes que indican que la muerte ocurrió en Bombay, India.
Quizá sea un error tipográfico del periódico que luego se repitió en la historia, por lo que hay varios libros que lo reproducen.