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Isocronías

Escritura y ritual

D

e lo sagrado y lo telúrico, o viceversa. Finalmente –desde un principio– lo mismo. De ello, en voces tan distintas como entre sí armonizadas, hablan los respectivos libros de un hondureño y una costarricense, catracho y tica, Dennis Ávila Vargas y Paola Valverde Alier, por lo demás pareja: Los excesos milenarios, premiado en Salamanca, España, con el Pilar Fernández Labrador, y editado por la diputación correspondiente, y Yesca para el fuego, publicado por Perro Azul en San José, lamento por la muerte del padre no menos que celebración de su vida y goce por la llegada de los hijos y la continuidad de la existencia.

Gracias a Francisco Trejo llegaron a mis manos los dos títulos, el primero breve, el segundo no tanto, que no obstante resguardar cada cual su pertinente originalidad no tienen por qué negar su parentesco.

Ávila, quien aspira a la sonrisa de un buscador / cuando ha encontrado su visión, apunta: Sentir es un pacto ligado a la respiración. / Sentir es llenar de pájaros el cuerpo. // Dejamos a un lado números y agendas. / Palpamos un río. // Es el poder de la montaña. / Vivir otras vidas, perder los pasos. / Sólo hay un sendero: el fondo de uno mismo.

Y Valverde: “Ella, sentada al lado de la puerta / con un poncho oscuro / y sus guantes de lana […] sostuvo la vasija de barro / y encendió las velas / en la luna sangrienta de marzo”,mientras bebíamos aquella infusión / fría y vaporosa / atizada por las garras del águila.

En Los maestros, Ávila: Sebastião Salgado y Lélia Wanick / volvieron a Brasil. Los destrozó / el verde desmembrado. / Dos décadas bastaron / para mostrar las fotos / que integran las semillas / cuando alguien las escucha.

Valverde alude a un mantel bordado por mujeres sabias / que miran bajo el agua y en sus ollas de cobre cocinan el almíbar / para despedir a los muertos.

Voy a confiar en el fuego, ha dicho antes. Extenderé los brazos / para que el humo limpie / lo que habita en mí.

Y Ávila: Veo a través de una libélula; / sus alas tienen venas, alisan el vuelo. // Un pizote [tejón] observa, intrigado; / es obeso como la selva. // Bajo la mirada, no hablo su idioma.

Libros rituales ambos –presididos, si así puede decirse, por el anhelo tanto de lo ancestral como de lo natural–, indagan, cada uno a su modo, en lo óntico.

El de Ávila está prologado por Carmen Ruiz Barrionuevo y el de Valverde por Carmen Villoro.