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Trabajo migrante subsidia al norte global
N

o hay duda de la importancia del trabajo que llevan a cabo los migrantes en muchos de los países del norte global, especialmente en Estados Unidos. Se ha demostrado fehacientemente sus aportaciones a las economías en las que se incorporan, y han sido de enorme importancia al generar alta competitividad, gracias a la funcionalidad del fenómeno migratorio que explica el costo unitario laboral menor en relación con los salarios de los nativos de los países en los que trabajan. Tampoco hay duda de que, prácticamente en todos los países receptores se echa a andar la xenofobia y el racismo como parte de la estrategia capitalista para explotarlos al máximo, sobre todo si son indocumentados. Es el mecanismo para despojarlos de posibilidades que marcan las leyes laborales y mantenerlos en la indefensión. Y en el momento que convenga a los políticos deportarlos y convertirlos en el factor central de los conflictos cuando el sistema está en crisis.

Los migrantes han sido una estrategia importante del neoliberalismo al decidir libertad de mercancías y capitales, pero freno al trabajo. Al mismo tiempo, es te modelo incorporó el expediente para impedir que los países expulsores cambiaran la dependencia y subordinación a través de golpes de estado, injerencias militares, sobornos con las supuestas ayudas, etcétera, manteniendo las asimetrías económicas y el subdesarrollo. De esta forma se favoreció un modelo trabajo exportador, que subsidió el crecimiento de los países receptores, pero a un enorme costo para los países origen, al perder lo más valioso, su población. Las remesas de ninguna forma los sustituyen, por más que organismos internacionales insistan en que las remesas permiten el desarrollo.

La crisis de los años 2009 que dieron lugar a la crisis del neoliberalismo, sigue sin resolverse. Las propuestas de los grupos sociales que pretenden comandar el cambio mantienen se enmarcan en los mismos conflictos que llevaron a la crisis estructural. Por un lado, se mantiene la mayor concentración del ingreso, se enarbolan políticas proteccionistas, guerras arancelarias y el desmantelamiento del estado como ente regulador. El imperialismo sigue reforzándose al darse la articulación clara entre grupos financieros, corporaciones industriales multinacionales, la banca y los políticos enarbolados por una oligarquía rapaz. Todo ello combinado con claros intentos de expansión territorial, Groenlandia, Canal de Panamá, Golfo de México, en la búsqueda de dominio de las materias y minerales estratégicos para relanzar la hegemonía de Estados Unidos con el apoyo de la industria militar. Panorama en el que las bravuconadas de Donald Trump tienen aterrados a los países, muchos de ellos del norte global, como los europeos.

La derecha y ultraderecha se están instalando en el mundo. Si había alguna duda sobre si se trata de un nacionalismo fascistoide, los ademanes de algunos de los participantes en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) las disiparon. Steve Bannon, Elon Musk y Eduardo Verástegui hicieron el saludo alusivo a la ideología nazi. Es cierto que la historia no se repite; sin embargo, sí hay muchas similitudes, con lo vivido en momentos que llevaron a la Segunda Guerra Mundial, y no hay que olvidar que conocerla es indispensable para tratar de no caer en los mismos errores. Uno fue el terror que los líderes ­europeos tenían a Hitler, lo que impidió que le pusieran freno cuando los datos indicaban claramente sus afanes de expansión imperialista. Cuando decidieron detenerlo fue muy tarde. Se desató el horror que, en gran parte, marcó el devenir de la historia del siglo XX y el actual. Es decir, a pesar de conformarse diversos organismos internacionales cuyo objetivo era resolver los conflictos internacionales a través de la diplomacia y el diálogo, hemos visto su poquísima efectividad. Esto se debe a que quienes vencieron fueron los imperialismos y colonialismos, mismos que siguen imponiendo sus intereses en las relaciones internacionales. Por ejemplo, en estos momentos no hay organismo que valga para impedir que Israel siga llevando a cabo un genocidio contra los palestinos gracias al apoyo de su cómplice, Estados Unidos, y países europeos que siguen enviando armas y apoyando a Benjamin Netanyahu en su genocidio.

Enfrentar estos enormes desafíos exige la conformación un nuevo orden mundial. Los países del sur global deben unir sus potencialidades y buscar formas de integración que no limiten su independencia ni soberanía en los marcos de cooperación y solidaridad. Es posible que el BRICS, que busca desarrollar una plataforma multilateral de pagos digitales, que promueven un mundo multipolar respetuoso de los derechos humanos, la diversificación de los socios comerciales y el desarrollo de capacidades tecnológicas propias, pueda ser una plataforma de avanzada. Y para nuestro continente, urge la integración latinoamericana, que permita salir de la dependencia y subordinación, pero sobre todo para hacer efectivo el derecho al desarrollo que permita para siempre revertir la tendencia migratoria forzada y absorber a la poblaciones en condiciones de vida digna y creativa.