Sudaron el terno en serio José Mauricio, Ernesto Javier y Andy Cartagena
Lunes 24 de febrero de 2025, p. a33
La bravura tiene que ver con los dioses, por eso los mortales apenas la enfrentan. En la séptima corrida de aniversario en la Plaza México triunfó rotundamente la ganadería hidalguense de Las Huertas, propiedad de Rodrigo Barroso Cañedo, quien supo honrar la memoria de su abuelo y de su padre, exigentes criadores que también triunfaron en éste y en otros cosos. Fueron cinco ejemplares de una bravura codiciosa y emotiva, no de esa acometividad pasadora que demandan los toreros tres emes: muleteros, monótonos, modernos.
Por ello sudaron el terno en serio los alternantes de a pie, José Mauricio (40 años, 19 de alternativa y cuatro corridas este año) y Ernesto Javier Calita (34, 15 de matador y seis tardes en 2025) al enfrentar sus respectivos lotes del renovado hierro de Las Huertas (encastes Llaguno y Domecq), más el codicioso e impresionante abreplaza para el rejoneador español Andy Cartagena (44, 27 de matador y seis corridas este año), burel que, al igual que sus hermanos, exigía bastante más lidia de la que recibió. Una oreja le fue concedida por vistosa y efectista labor.
Empeñoso y torero
José Mauricio anduvo empeñoso y torero toda la tarde y pudiendo haberse hecho de la oreja de sus toros, se hizo bolas, entre otros motivos por lo desacostumbrada que está la torería mexicana para enfrentar la bravura exigente. No que estuviera mal, sino que debió haber triunfado de manera rotunda. A su primero, que recargó en el puyazo, le dio suaves verónicas y quitó por gaoneras de mano alta, y una faena que más que estructura exhibió las cualidades de un burel de comprometedora embestida por ambos lados. En un derechazo Mauricio fue prendido aparatosamente. Repuesto, se dobló con torería, dejó media estocada y lo que debió ser una oreja quedó en salida al tercio.
Con su segundo, otro toro que recargó en el peto, el mismo guion: finas verónicas, templadas chicuelinas, remate a una mano, precisos doblones, superiores naturales muy bien rematados y derechazos de la misma factura. Alargó la faena y volvió a ponerse pesado con la espada.
Hechicero, fino ejemplar
Por su eléctrica parte, Calita enfrentó primero a Hechicero, un extraordinario ejemplar muy bien armado que dio emotivo juego de principio a fin. El diestro templó en las verónicas iniciales y se aceleró en las chicuelinas. En torera estampa, el picador César Morales mantuvo el puyazo luego de que el caballo fue derribado. Calita se hartó de torear por ambos lados en prolongadas series en las que finalmente aquel bravo toro impuso su ritmo por encima del temple del torero. Y vinieron los estira y afloja de público y diestro hasta que el juez concedió el indulto. Hubo apoteósica vuelta del ganadero y sus cuatro niños, el matador y el varilarguero, que si no, regresan a Calita al burladero.
Al cierraplaza, que tumbó en la segunda vara y prendió a un subalterno, ambos matadores le hicieron el mismo quite por chicuelinas antiguas, uno con temple, el otro apurado sin necesidad. Volvió Ernesto Javier a tener el triunfo en la mano y en vez de atracarse de toro se conformó con tandas de tres muletazos y varios desarmes.
No, ni a la empresa ni a la autoridad se les ocurrió ordenar un minuto de aplausos en memoria del incansable hacedor de toreros Pepe San Martín, fallecido el pasado viernes. Ni lo necesitaba, sus afanes y logros fueron sus reconocimientos.