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os latidos del corazón resuenan en el Teatro Blanquita tam tam tam tam como tambores, resuena el güiro (el más sensual de los instrumentos musicales) y sobre el escenario, Tongolele apenas si adelanta un piecito blanco, inocente palomita de sí misma, y levanta la cadera bajo la mirada protectora de su bongoncero quien en la vida real es su marido.
Con su bikini de piel de tigre, Tongolele finge desamarrar el brasier que apenas si esconde sus pezones pero no se quita nada. Su vientre ondula y nos hace creer que el bikini aferrado a sus caderas volará por los aires, pero nada de nada. ¿Cómo le hace para protegerse tanto? Sus pies blancos permanecen en un solo sitio mientras su vientre levanta olas. El aullido del público se vuelve mucho más temible que el rugido de un león. ¿Qué tal si todos los espectadores se levantaran ahora como un solo hombre y montados sobre sí mismos subieran al escenario? Pero no, se desahogan en su asiento como Dios les dio a entender o como Tongolele les enseñó de tanto asegurar al PRI, a la iglesia y a todos los santos varones del Blanquita que el suyo es un espectáculo para familias.
¡Ay Mamacita! En una entrevista, Tongolele me explicó en inglés que su show nada tenía que ver con la catarsis que produce sino que era un espectáculo para familias. Comprendí que ella jamás me hablaría del desahogo de la gran familia revolucionaria, la del PRI o la del PAN y comprendí que tampoco sabría explicarme por qué el Teatro Blanquita huele a vida derramada. Lo que sí me enseñó es a suspirar hondo porque ella suspiraba antes de responder a cualquier pregunta.
–Señora ¿usted convierte a sus espectadores en fieras?
–Bueno, la sensualidad es muy interesante como sensación, (suspiro hondo). ¿A qué aspecto de la sensualidad se refiere? La mía es natural, no es fingida, es normal. Se es o no se es ¿no es cierto?
–Y usted, señora ¿es sensual?
–Sí, en un aspecto, sí, (vuelve a suspirar hondamente, como si mi pregunta la entristeciera). Para el público sí lo soy.
–Y el erotismo, ¿ qué piensa del erotismo? (Otro profundo suspiro).
–Es muy interesante, pero no me gusta si el erotismo es de tipo morboso.
–¿Cuál es el que no es morboso?
–El natural, pero debo advertirle que no soy propensa a leer libros eróticos o a ver películas pornográficas. ¡Nunca lo he hecho!
–Y del amor, señora, ¿qué piensa usted?
–Es muy interesante; bueno, no es que sea interesante, en realidad es la sensación más divina que tenemos, es lo que hace girar al mundo. Yo amo a los hijos, al marido, al prójimo, al sol. Adoro el sol y todos los días me asoleo con un reloj en mano, 10 minutos de espaldas, 10 minutos de frente y cinco minutos sobre mi costado izquierdo y luego sobre el derecho. El sol le da vida a mi cuerpo.
–Ahora que Tongolele ya no está en el escenario, la vamos a extrañar. Carlos Fuentes la invitó a una de sus conferencias en Bellas Artes y las niñas bien
la escuchamos a ella antes que a él porque no necesitaba hablar para robar cámara y darnos una lección de vida.