Último adiós a la artista en la colonia Guerrero // Seguidores, admiradores y habitantes del barrio, en su mayoría mujeres, cantaron sus canciones y expresaron su cariño
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Sábado 22 de febrero de 2025, p. 6
La despedida de Paquita la del Barrio en la Ciudad de México, este viernes, estuvo marcada por profundas y sensibles muestras de reconocimiento y afecto de parte de sus admiradores y seguidores, así como habitantes del barrio donde ella vivió durante varios años en la colonia Guerrero.
Miles de admiradores, seguidores y dobles, así como vecinos de la zona, acudieron desde mediodía a Casa Paquita, en la calle de Zarco de esa popular locación, para cantar sus canciones, gritarle vivas y loas, expresarle su cariño y también llorarle, porque, como dijo doña Carmen Morales, de Ciudad Neza, duele harto su partida
.
Portando retratos de Paquita la del Barrio, la multitud, en su mayoría mujeres, lanzó el grito desenfrenado omnipresente/omnipotente: ¡¡¡Paquita!!!, ¡¡¡Paquita!!!
, acompañado de canciones de mariachi y tambora que sirvieron de telón de fondo: Amor de los dos, Amor eterno, De mi amor a tu amor. Así recibieron al cortejo fúnebre.
La necesidad de los coterráneos de darle el último adiós a la cantante tomó la calle de Zarco en la colonia Guerrero para poder seguir la urna con las cenizas y lanzarle un grito disipado desde dentro de sus corazones a la Paquita que me ayudó cuando más lo necesitaba
.
Las lágrimas de los presentes comenzaron con las primeras coplas de Caminaré en presencia del señor al tiempo que la urna coronó el escenario donde lanzó sus cantos por más de 30 años.
En la misa que celebró el padre José de Jesús Aguilar, también se recordó a la actriz Tongolele y al conductor Daniel Bisogno. La homilía de despedida estuvo rodeada de coronas de la Banda El Recodo de Cruz Lizárraga, Pepe Aguilar y Familia, de Verónica Castro, y hasta se vio una de Sandra Cuevas, y de la alcaldesa de Cuauhtémoc Alejandra Rojo de la Vega.
Fuerte y guerrera
En un momento de la ceremonia, Viola, familiar de la artista, comentó: Mi hermana fue una mujer fuerte y a la vez una guerrera. Le doy las gracias a cada uno de ustedes, a todo México por ese cariño que le dan y creo que ella lo está viendo, lo está sintiendo aunque ya no esté con nosotros. Pero ella vive en nuestro corazón y mente, les pido un fuerte aplauso en esta tarde para mi hermana Paquita la del Barrio. Muchas gracias por el apoyo porque eso no tiene precio. Siempre vivirá con nosotros con sus canciones. Les agradezco estos momentos, ella se lo ha ganado y ustedes le han dado el cariño. Muchas gracias
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Otro de los invitados fue el representante Gustavo Alvite, quien conoció la génesis de Paquita la del Barrio: “A mí me tocó conocer el fenómeno que significa Paquita la del Barrio, ella llegó ya en plan de solista a una pequeña marca de Discos Musart, la produjo musicalmente don Felipe el Indio Jiménez, él la bautizó como Paquita la del Barrio y poco tiempo después, cuando comienza a sonar en el radio con éxitos de Julio Jaramillo, Luis Roca Cárdenas de la Sonora Matancera, la invita a formar parte de su elenco y le asignan como productor al maestro Gustavo Amador Santiago, compositor, arreglista y productor musical”.
A uno de los nietos de Paquita, que también tomó el escenario, se le rompió la voz y no pudo dar el mensaje. Por su parte Paquito, el asistente de la cantante, comentó a La Jornada: Agradezco que esta familia me haya adoptado y qué bueno que nos dieron la oportunidad de despedirnos de ella porque fue muy importante en mi vida
.
La homilía terminó con la canción Podría volver y Cheque en blanco con Rosy Arango, entre otros temas; Rosy logró un gran alboroto al intervenir una de las canciones: ¡¡¡Me estás oyendo Paquita!!!, que provocó un gran alarido colectivo en el lugar.
Por la mañana, cuando los restos de Paquita llegaron a la agencia funeraria de la colonia Juárez, con más presencia de reporteros, fotógrafos y camarógrafos de diversos medios de comunicación que de admiradores, inició la despedida de la intérprete veracruzana en Ciudad de México.
Te vamos a extrañar
A bordo de una antigua carroza fúnebre, el cortejo partió rumbo a la colonia Guerrero e hizo una primera escala en la Plaza de Garibaldi, donde Paquita era esperada por más de una centena de admiradores y algunos mariachis, lanzando porras, coreando su nombre y gritos de te vamos a extrañar
, te queremos mucho
y no te vamos a olvidar
.
Algunas alumnas de la escuela de mariachis que tiene su sede en esa zona recibieron con las notas de Las golondrinas la urna con las cenizas entre empellones de los representantes de los medios de comunicación y reclamos de los admiradores, curiosos y transeúntes exigiendo que les permitieran ver y estar cerca de su estrella musical.
Un segundo tema, Amor eterno, se escuchó mientras los reunidos en ese histórico y emblemático punto de la vida vernácula y nocturna de la urbe unieron sus voces para entonar de forma sentida ese llegador tema de Juan Gabriel. Y llegó una tercera pieza, igual de emotiva, Libro abierto.
Algunos admiradores de Paquita lloraban desconsoladamente y palpaban la vitrina de madera en la que se transportaba la urna.
Antes de llegar a Casa Paquita, su restaurante-bar en aquella popular colonia capitalina, el cortejo hizo una parada más en el mercado Martínez de la Torre, donde la famosa intérprete veracruzana tenía un local comercial.
Allí, en la calle contigua a ese centro de abasto, fue recibida de manera tumultuaria, con cartulinas y flores blancas, por decenas de locatarios, seguidores y vecinos de la zona, mientras en una bocina se reproducían algunos de sus éxitos: como Rata de dos patas, Cheque en blanco y Tres veces te engañé, cantadas a pulmón abierto, de forma desgañitada, sobre todo por las voces femeninas.
Al mismo tiempo, en torno de la carroza, sin importar la inclemencia del sol del mediodía, la estoica multitud entonaba al unísono entrañables canciones del repertorio popular, como Vive, Caminos de Guanajuato y Cuando dos almas, acompañada por un mariachi y músicos callejeros.
Una vez más Las golondrinas, que no por repetidas dejaban de ser sobrecogedoras, los gritos de viva
, hasta luego
, las porras, y los adioses
.
La carroza avanzó lenta y caóticamente, flanqueada por un maremágnum humano, al tiempo de que del altavoz de un puesto callejero de discos piratas y mp3 se escuchó a todo volumen el ya legendario: ¿Me estás oyendo, inútil?
.
Ya en la colonia Guerrero, en Casa Paquita, al término de la homilía y la música se abrieron las puertas para que comenzara el desfile de la gente del barrio. La cereza del pastel llegó con la cantante grupera Ana Bárbara, quien dijo: No se puede despedir algo que es eterno. Me siento en la orfandad de amor
.
Doña Margarita Reyes, vecina del lugar, resumió con sus palabras el sentir de los habitantes de la colonia: Vine a ver por última vez a Paquita, que, aunque vivía aquí, no tuve el gusto de conocerla en persona, sino a través de películas y la televisión. La siento muy cercana, no sólo como una más de barrio, sino porque sus canciones hablan mucho de lo que yo he vivido
, dijo la sexagenaria ama de casa.
También llegó un grupo de estudiantes del Cetis de la alcaldía Iztacalco que esperó por más de una hora para reconocer las aportaciones de esta gran señora
, afirmaron, pues su maestra de Ciencias Sociales les dijo lo que ella sufrió y cómo supo imponerse a circunstancias muy difíciles. Es alguien muy admirable. Sus canciones hablan de aquello que los hombres nunca debemos hacer: abusar y maltratar a las mujeres
, concluyó Bayron Mares, alumno de ese centro educativo.