odo indica que este sábado primero de febrero se impondrán aranceles a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos. Conviene dimensionar el impacto de esta decisión para la economía mexicana con el fin de estar en condiciones de responder a ese atropello y, al mismo tiempo, considerar las posibles respuestas de parte de México. Por supuesto, hay un primer impacto general: se acabó el tratado comercial de los tres países de América del Norte, ya que uno de ellos decidió unilateralmente violentar los acuerdos esenciales, utilizando argumentos no comerciales. De modo que habrá que considerar que la imposición de estos aranceles marca el fin del T-MEC.
Un segundo impacto es en el comercio exterior. Para medirlo, la información de las exportaciones que salieron de México en 2024 es la siguiente: de los poco más de 617 mil millones de dólares exportados, 84 por ciento tuvo por destino Estados Unidos y 16 por ciento fueron al resto del mundo. De modo que los aranceles a las exportaciones hacia Estados Unidos afectarán a México sensiblemente a 84 por ciento de sus exportaciones. La estructura de estas exportaciones muestra que 89.8 por ciento fueron manufacturas, 4.6 por ciento productos petroleros, 3.8 bienes agropecuarios y productos extractivos no petroleros el restante 1.8. De las exportaciones a EU por producto, 36.5 por ciento fueron máquinas y aparatos electrónicos, 27.9 transporte, 4.5 frutas y verduras, 4.4 industria alimenticia (incluyendo cerveza), 3.9 minerales, 3.7 metales y 19.5 por ciento otras mercancías.
Un arancel afectaría a la maquinaria que les exportamos, de las que ese 36.5 por ciento se divide en 18.6 en aparatos electrónicos y el otro 17.9 para maquinaria propiamente dicha. De 27.9 de exportaciones clasificadas como transporte, 8.9 son vehículos ligeros, 7.5 camiones, 7.4 autopartes y 4.1 otras exportaciones automotrices. De modo que en el momento en el que el gobierno estadunidense imponga un arancel, se elevará el precio final de la maquinaria que se les vende y usa su industria, las pantallas y electrodomésticos, los automóviles, camiones, fresas arándanos, zarzamoras, frambuesa y, por supuesto, aguacate y limones, cerveza, tequila y muchas cosas más.
Habrá un efecto inmediato en los precios finales para los estadunidenses, pero lo que importa para nosotros es que, de persistir este gravamen, algunas empresas que perderán posición competitiva frente a exportadores europeos, asiáticos o de países que no fueron castigados por la decisión de Trump, buscarán relocalizarse en los propios Estados Unidos. De hecho, General Motors ya anunció que está considerando trasladar su producción mexicana
a EU. El impacto de decisiones de este tipo sobre la producción y el empleo en México pueden ser muy relevantes. Las posibles maneras de enfrentar esto demandan políticas muy elaboradas, que no son fáciles de poner en práctica, pero que convendría empezar a estudiar.
Frente a la imposición de aranceles a las exportaciones, el gobierno mexicano tiene que responder imponiendo también aranceles en la misma proporción a lo que importamos de Estados Unidos. En 2024, las importaciones que realizó México sumaron 625.3 mil millones de dólares. De este monto, 75.6 por ciento fueron productos intermedios, es decir, bienes destinados a las empresas asentadas en México que producen justamente para la industria estadunidense; 14. 4 por ciento de las importaciones fueron bienes de consumo y el restante 9.9 bienes de capital. Consecuentemente, 84.5 por ciento de lo que se importa es para producir exportaciones, de modo que al gravarlos incrementaríamos el precio final de todo lo que exportamos, lo que impondría una desventaja competitiva adicional. El incentivo para la relocalización hacia EU u otros países se ampliaría, con los evidentes impactos negativos para el empleo y la producción en México. Los bienes de consumo que importamos de Estados Unidos con el arancel que pudiera introducirse de inmediato perderían competitividad frente a productos de consumo asiáticos o europeos, lo que afectaría a empresas estadunidenses.
Visto en conjunto, el inicio de un conflicto comercial golpearía significativamente a las empresas extranjeras que producen en México para exportar a EU, muchas de ellas estadunidenses. Esta afectación estimulará un proceso de relocalización hacia el propio Estados Unidos, o hacia otros países. Lo relevante será el impacto en la producción y el empleo en México, en los ingresos tributarios y, consecuentemente, en el déficit fiscal. También les impactará a los estadunidenses, lo que eventualmente implicará cierta resistencia social, pero se impondrán los intereses de empresas que se propongan regresar a EU. El saldo final, sin embargo, no será que América sea grande otra vez
sino que todos seremos más pequeños.