Política
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Brisas de cambio
D

e improviso, aunque sorprendente en su germinación, se abrieron oportunidades en el horizonte público de la República. Figuras del empresariado de aceptable nivel revisan sus interiorizadas fobias hacia el obradorismo renovado. Al mismo tiempo, iniciaron un proceso –frente a otros correligionarios– contrastando posturas respecto de sus tajantes juicios anteriores. El incipiente cambio ha sido terso, aunque no faltarán los retrocesos y sobresaltos dado lo arraigado de sus ideales conservadores. Pero, como siempre, también buscan ensanchar mercados y utilidades para sus empresas. Tal movimiento se está llevando a cabo a cuentagotas, pero de manera inteligente y dentro de círculos de influencia para asegurar su progresiva dispersión.

Esto no ha sucedido espontáneamente. Mucho ha tenido que ver con la suave, pero firme manera en que la Presidenta ha convocado a trabajar por la conciliación constructiva. Ella desea propiciar comprensión y entusiasmo para la tarea de lo que llama el segundo piso del modelo justiciero. Para ello invitó a personajes distinguidos, entre grupos de empresarios. Completó el llamado con encargos para cada uno de ellos. En verdad, es una avanzada secuencia del grupo asesor nominado en el sexenio anterior. Con una notable diferencia: esta vez no integró a los grandes capitales ni a las megaempresas nacionales.

El espíritu que a tientas se esparce en la capa media del empresariado parece absorber el efecto de la derrota infligida en las pasadas elecciones. Ello implica abandono de aquellos vaticinios de catástrofes terminales. No quieren seguir invirtiendo dinero para combatir a la Cuarta Transformación (4T) y en particular al enclaustrado ex presidente Andrés Manuel López Obrador. Poco rendimiento obtuvieron de sus caras apuestas. Ahora, ya lo aceptan, hay una figura distinta al frente del gobierno. Tiempos propicios para recomponer las relaciones entre ellos y este nombrado segundo piso del modelo justiciero.

Los nuevos guías empresariales se niegan a insistir en la cantaleta, otrora de fulgurante moda, que presuponía un inevitable quiebre democrático. Tampoco aceptan la figura de una República en ruinas. Menos convivir con un gobierno autoritario en ruta a la tiranía. Han entrado en contacto con una administración que desea respetar el lugar del capital, y de sus empresas, para ir en pos de la prosperidad deseada. Y ahí, en ese mundo de trabajo e innovación, quieren participar. Una propicia temporada para la aventura consiguiente de la recomposición o abandono de un modelo, concentrador a ultranza, empezada hace ya seis turbulentos años. Reconocer los avances logrados en el pasado, tanto en mejoras de empleo como en la economía en general. O en los equilibrios regionales alcanzados y la mejora de la lacerante pobreza y desigualdad. Se conforma, así, un basamento indispensable para el entendimiento.

Continuar oponiéndose a toda propuesta gubernamental, buscando el negrito en cualquier iniciativa de avance, bien lo saben y expresan estos altos ejecutivos y patrones, no los conducirá a mejorar las relaciones publico-privadas, un asunto de la mayor prioridad para conseguir mejoras en el ambiente de negocios y en la misma política. Tomar distancia de aquellos que insisten en combatir con mucha enjundia fingida cualquier avance o propuesta para mejorar el clima de convivencia general, es obligado. Los que así piensan continuar no harán otra cosa que profundizar su evidente desprestigio.

Partidos, grupos de poder y medios de comunicación, con sus gastados y necios voceros no convienen a los que iniciaron su ruta hacia la colaboración. Saber con certeza que esta Presidenta no abandonará su apuesta por los pobres, tal y como consta en sus pronunciamientos y decisiones cotidianas; seguir pensando que es una mujer manipulada desde recóndito lugar, es contraproducente. Y lo es porque, además de ser una tontería sin base, cae en lamentable desprecio de género.

Lo cierto es que esta sutil y promisoria mutación requiere de apoyos en su difícil desarrollo. Hoy carece de sostenes comunicativos que le refuercen y hasta aceleren. Hay en los medios una pesada herencia que actúa de contrabalanza. La mayoría de estas instituciones y actores dentro de ellas llevan insertados sus miedos y ambiciones de privilegios. No quieren, o no pueden por soberbia y carencia de empatía, incidir en la renovada agenda constructiva. El caso reciente entre un Gustavo Petro valeroso frente a un Donald Trump desbocado, lo ilustra a la perfección. Los medios locales y del mundo occidental, tomaron, de inmediato, parte en favor del estadunidense. Éste dobló, dicen, al letrado colombiano que rechazó la repatriación de sus deportados. En verdad, fue un empate entre la exigencia de trato digno a los repatriados y las tropelías, facistoides, de una triste mayoría de soportes republicanos. Lo demás, lo pusieron comentaristas y medios interesados, en mucho financiados por las haciendas públicas.