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Si pinchas un dedo a Sergio Sánchez Santamaría, brotará un pedazo de México: El Fisgón

El caricaturista participó en el conversatorio Redes sociales, buriles y tinta // El Munae aloja la muestra El nahual grafico, con 200 obras del grabador morelense

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▲ Monotipo de la serie Rumbo al tianguis de vinilos (2020).Foto cortesía del artista
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Maldita Vecindad (2021) .Foto cortesía del artista
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de enero de 2025, p. 3

Si pinchas un dedo al artista Sergio Sánchez Santamaría, brotará un pedazo de México, afirmó el caricaturista, pintor, escritor y activista Rafael Barajas El Fisgón, durante el conversatorio Redes sociales, buriles y tinta.

La mesa de diálogo, que complementó la exposición Sergio Sánchez Santamaría: El nahual gráfico en el Museo Nacional de la Estampa (Munae), reunió también a Fernando Gálvez de Aguinaga, curador de la muestra.

Durante su intervención, el monero y colaborador de La Jornada ofreció una reflexión sobre la gráfica mexicana y su evolución a lo largo de los siglos.

La tradición de la estampa en México es extraordinariamente rica, afirmó El Fisgón, y trazó un recorrido histórico que abarca desde las limitadas producciones gráficas de carácter religioso en la época colonial hasta el florecimiento de la prensa ilustrada en el siglo XIX.

Enfatizó cómo la llegada de la Academia de San Carlos y la introducción de la litografía marcaron un punto de inflexión en la historia del arte gráfico en el país.

Explicó que durante el siglo XIX, la prensa ilustrada desempeñó un papel fundamental, como ahora las redes sociales: era un espacio de debate público donde los textos y las imágenes conjugaban fuer-za y eficacia.

En México, la gráfica siempre estuvo comprometida con las cuestiones políticas y el debate público, destacó, y citó las revistas La Orquesta y El Hijo del Ahuizote, que contribuyeron significativamente a las luchas contra regímenes autoritarios, como el de Porfirio Díaz.

Barajas se refirió al Taller de Gráfica Popular, fundado en 1937, como baluarte del arte comprometido. Sin embargo, criticó cómo su alineación con lógicas estalinistas limitó su capacidad para responder a movimientos sociales como el de estudiantes de 1968.

Adolfo Mexiac, maestro en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, rompió con esa inercia al apoyar al movimiento estudiantil y producir algunos de los carteles más icónicos de esa época, enfatizó el monero.

Por su parte, Sergio Sánchez Santamaría ha recogido esa rica tradición gráfica y la ha renovado, conectándola profundamente con la identidad mexicana. Aquí están la identidad y las raíces de los mexicanos, explicó El Fisgón, al destacar que en la obra de Sánchez Santamaría conviven tlatoanis prehispánicos, Zapata, chinelos y punks.

Gálvez de Aguinaga subrayó la dimensión estética y política de la obra de Sergio Sánchez Santamaría. “Es una mezcla de voces ante lo estético, pero también de digna rabia –como dicen los zapatistas–, ante las injusticias de este mundo tan complejo”, indicó.

Destacó la manera en que la curaduría de la muestra buscó resaltar los vínculos entre el Taller de Gráfica Popular y la obra de Sánchez Santamaría. El taller no sólo contribuyó al debate político de su época, sino que también es el antecedente de iniciativas contemporáneas que siguen reflexionando sobre la identidad nacional y las luchas sociales, comentó Gálvez de Aguinaga.

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▲ Monotipo de la serie Entre tinacos y patinetas (2023).Foto cortesía del artista

Redes sociales, espacios de resistencia

Sergio Sánchez Santamaría (Tlayacapan, Morelos, 1976) compartió su visión sobre el papel del grabado y el empleo de las redes sociales en su obra. Para él, la estampa refleja la riqueza del pensamiento mexicano y el virtuosismo de su técnica.

A su juicio, estas plataformas se han convertido en una herramienta esencial para defender su trabajo y confrontar las narrativas que, con frecuencia, subestiman la riqueza cultural de México.

Las redes sociales se presentan como espacios de resistencia y, al mismo tiempo, como una vía para dar visibilidad a artistas mexicanos poco reconocidos, cuyas creaciones, aunque fundamentales, son sistemáticamente ignoradas por las instituciones, señaló el artista.

El grabador reflexionó sobre la evolución del arte y su lugar en el sistema cultural. Comparó el reconocimiento tardío de artistas como Leopoldo Méndez, que en su juventud no recibían apoyo de las instituciones, con la situación actual de los grabadores contemporáneos.

Afirmó que, al igual que Méndez, su obra busca sobrevivir dentro de un sistema que favorece a los grandes nombres del arte.

Sergio recoge todo lo bueno del Taller de Gráfica Popular, pero lo actualiza y lo lleva más allá. Su obra es un espacio donde conviven Otilio Montaño y los punks; donde los tlatoanis prehispánicos dialogan con el arte popular reciente, concluyó El Fisgón.

La exposición El nahual gráfico reúne más de 200 piezas que evidencian la convergencia de formas de arte gráfico. Entre ellas, destacan placas de linóleo y piedra con sus estampas, incluido el grabado monumental Los presagios funestos. Estas obras se fusionan con discos elepé, guitarras y patinetas intervenidas, así como con afiches de conciertos, como el de la última presentación de La Maldita Vecindad en el Zócalo capitalino, y una serie de playeras editadas en Colombia, Estados Unidos, España y Chile.

Las técnicas gráficas utilizadas por el artista incluyen xilografía, linografía, punta seca, buril en cobre, litografía, serigrafía, monotipia y esgrafiado.

La exposición está abierta al público de martes a domingo de 10 a 18 horas, en el Munae (Hidalgo 39, Plaza de la Santa Veracruz, colonia Centro). La entrada tiene un costo de 70 pesos, y los domingos es gratuita. La muestra concluye el 9 de marzo.