n la colonia Polanco que se creo en los años 40 del siglo XX, en terrenos que pertenecieron a la Hacienda de los Morales, se encuentra un hermoso parque llamado De las Américas, en cuyo costado se levanta un monumental templo dedicado a San Agustín.
Se edificó en un predio donado por José G de la Lama y Raúl Basurto, visionarios fraccionadores que ya habían desarrollado exitosamente, entre otras, la colonia Hipódromo-Condesa.
Ocupa la totalidad de una manzana de 5 mil metros cuadrados entre las avenidas Horacio y Homero. Lo diseñó el arquitecto Leonardo Noriega Stávoli, con la colaboración del ingeniero Juan Valero Capetillo, y tardó muchos años en concluirse. De hecho, el interior sigue inacabado, de acuerdo con el proyecto original, que proponía una columnata y una pintura al fresco en el ábside, que tiene forma de rotonda. La inmensa cúpula redonda que lo cubre pintada de rojo, se conoce como el tinaco.
La colosal nave central la sostiene una estructura de concreto armado. La refuerzan una docena de grandes contrafuertes que alternan con ventanales en la parte alta y arcos en la parte baja; la estructura exterior está recubierta de piedras que semejan sillares.
En estilo ecléctico, la fachada luce una portada abocinada tipo barroco ornamentada con motivos vegetales; justo arriba, aparecen los símbolos de la orden y relieves que muestran a los siete primeros misioneros agustinos que llegaron a la Nueva España en 1533. Rematan en una hilera de arcos que forman las ventanas del coro.
Una de las últimas obras que se hicieron a lo alto de la fachada es una enorme espadaña, sin campanas, que, por cierto, es la razón por que se construían en las primeras iglesias que no tenían torres para campanario; la remata una enorme cruz. Pero aquí se vale todo y en grandes dimensiones, excepto las dos torres chaparritas de un solo cuerpo.
Se encuentra frente al Parque de la Américas, que se dice que lleva ese nombre por el movimiento panamericano que impulsó Simón Bolívar, cuando se independizaron de España los países americanos. La idea se materializó con la creación de la Organización de los Estados Americanos en 1948.
El hermoso parque de forma circular conserva en ambos extremos las fuentes originales recubiertas de azulejos. Entre el follaje de frondosos fresnos y jacarandas aparece un busto de Pedro D. Murillo, héroe boliviano que encabezó la Revolución de la Paz en 1808, obsequio del gobierno de ese país. En otro rincón, aparece de cuerpo completo el fundador de Rotary International, Paul P. Harris.
Se había dicho que aquí se iba a colocar el monumento a Cristóbal Colón que se removió del Paseo de la Reforma y, que con independencia del personaje que representa es una magnífica obra artística.
Se inauguró en 1879 y lo realizó el escultor francés Enrique Carlos Gardier, en estilo renacentista italiano; además de Colón, aparecen fray Juan Pérez de Marchena, prior del convento de La Rábida; fray Diego de Deza, protector del navegante; fray Bartolomé de las Casas, defensor de los indios, y el insigne fray Pedro de Gante, fundador de los colegios de Letrán y de Niñas.
El bello pedestal de granito ruso color naranja sigue en pie en su lugar original en el Paseo de la Reforma, sosteniendo la figura en madera de una mujer levantando el puño. Ahora llamada La glorieta de las mujeres que luchan, se utiliza como sitio de encuentro y antimonumenta de un sector del movimiento feminista.
Perdón por la digresión; regresemos al parque a seguir disfrutando el relajante espacio que tiene una amplia pista para patinetas, donde también suelen jugar las mascotas, que en ocasiones son más que los niños.
A una cuadra, en Anatole France 133, está una sucursal de La Naval, la tradicional tienda de vinos, destilados, licores y ultramarinos finos. Se fundó en 1932 y ahora ha incluido junto a las tiendas el restaurante La Quilla, que ofrece muy apetecible comida española y especialidades ibéricas, preparadas con las ricuras que venden en el establecimiento.
El lugar es muy agradable con terraza interior y exterior; los vinos por copa vienen en decantador de 180 mililitros, muy rendidor. Hay tapas frías y calientes y entre las especialidades, el estofado de lentejas, la paella negra con alioli, el rabo de toro y el solomillo con salsa de cabrales. Si le queda lugar para el postre, la tarta de Santiago.