La colonia Merced, ubicada en el sureste del Centro Histórico, en la alcaldía Venustiano Carranza, es considerada el epicentro del comercio y forma parte importante del desarrollo de la Ciudad de México, aseveró el escritor y cronista Sergio Vicario, al recordar que conforme avanzó el siglo XIX, el mercado al aire libre adquirió relevancia.

Relató que con la promulgación de las Leyes de Reforma se confiscaron muchas iglesias, algunas de las cuales fueron destruidas y algunos predios fueron vendidos a particulares, en otros se abrieron calles o bien se construyeron edificios públicos.

La Merced fue uno de los templos confiscados, y en su mayor parte fue demolido. Posteriormente fue ocupado como bodega, luego funcionó como cuartel militar y finalmente se convirtió en el mercado que lleva el mismo nombre y que, de acuerdo con el Instituto Electoral de la Ciudad de México, es también una de las 78 colonias y dos pueblos que conforman la demarcación.

La mercadería se abastecía con productos obtenidos de regiones cercanas a la Ciudad de México como Xochimilco, Tláhuac e Iztapalapa, que eran transportados en unas 5 mil trajineras y chalupas, comentó Vicario.

En un recorrido por las calles de la colonia, cuyo nombre posiblemente corresponde al de la Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes, señaló que desde siempre ha sido un punto de mercaderías por una u otra razón; venían las canoas y se iban apostando en la calle de Roldán, porque no llegaban hasta el Zócalo. Ahí empezaba la mercancía, que eran básicamente legumbres y hortalizas.

Destacó que las calles de La Merced son consideradas un punto nodal del comercio formal e informal, que colinda al norte con Circunvalación y al oriente con H. Congreso de la Unión; al sur se ubica Fray Servando Teresa de Mier, y al poniente, José María Pino Suárez.

La antigua garita de San Lázaro, cuyo inmueble se ubica frente al Palacio Legislativo, sobre la avenida H. Congreso de la Unión, es testigo de que a La Merced llegaban toda clase de mercancías en los cargamentos del tren, procedentes de Veracruz y Puebla, a la zona donde actualmente se ubica la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente.

Señaló que en la garita se efectuaba el control y se recibía el pago de impuestos por rollos de telas, trastos, maíz, carbón y madera.

Entre los cargamentos más esperados se encontraban los barriles y odres de cerdo llenos de pulque, que en el siglo XVIII, pero particularmente en el XIX, fueron gran negocio para los hacendados.

Además, es el origen del dicho popular venía hasta las manitas. El cronista relató que los odres llegaban llenos de pulque hasta las manitas de la piel del cerdo, que dio origen a dicha frase.

Justo a un costado de la garita se encuentra el parque Guadalupe Victoria, donde hacia el año 1700 había un camposanto en el que fueron enterradas algunas personas de las 100 mil fallecidas por una pandemia.

A unos pasos de la estación del Metro Candelaria se encuentra la unidad habitacional Candelaria de los Patos, conformada por más de tres manzanas que albergan más de 400 departamentos, que impulsaron las autoridades del ex departamento del Distrito Federal para cambiar el aspecto marginal de la zona, donde los mercados de La Merced y Mixcalco se encuentran rodeados de comercio informal.

Todavía en el siglo pasado era habitual encontrar mujeres que “hacían el grito pintoresco: ‘¡Se venden patos, chichicuilotitos vivos!’”, relató el cronista. Actualmente, La Merced es un importante centro de abasto para familias de la Ciudad de México, así como de comerciantes que viajan de la zona metropolitana y varios estados del país.