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Trump y la oligarquía tecnológica
A

nte el acto de asunción del presidente Donald Trump este lunes 20 de enero, se alinearon docenas de millonarios a manifestar su apoyo a este presidente, que en su discurso confirmó la concreción inmediata de medidas racistas, machistas, contaminantes e imperiales que había anunciado anteriormente. No es nuevo que los ricos pongan dinero para apoyar a candidatos que favorezcan sus intereses, en general lo hacen con los principales candidatos de diferentes partidos, para cubrir todos los frentes.

Lo nuevo ahora es el desparpajo y la arrogancia pública de los super millonarios para presumir su poder e influencia en el gobierno de Trump y la notoria presencia de los milmillonarios de las industrias tecnológicas, así como su expreso apoyo a políticas abiertamente discriminatorias y hostiles a la justicia social y ambiental.

Elon Musk de Tesla, X y SpaceX, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Tim Cook de Apple ocuparon puestos de primera línea en la ceremonia de investidura. Figuras políticas como el presidente de Argentina Javier Milei y la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Georgia Meloni, fueron sentados en la última línea.

De los 10 hombres más ricos del mundo, ocho han acumulado su fortuna con empresas tecnológicas. Cinco de ellos, cuyas fortunas superan 200 mil millones de dólares, estaban presentes en esa ceremonia. Elon Musk, figura payasesca pero no por ello menos peligrosa, es el hombre más rico del mundo. Invirtió más de 200 millones de dólares en la campaña de Trump, pero recuperó 750 veces esa suma desde el anuncio del triunfo electoral de Trump al presente. Sus acciones subieron más de 150 mil millones, para totalizar una fortuna personal de 421 mil millones. A su fortuna personal se suman los millonarios subsidios directos e indirectos que ha recibido para sus empresas SpaceX, Tesla y Starlink de parte del gobierno. No obstante, aunque es difícil de estimar la cantidad exacta por la opacidad de datos, se estima que Musk debe miles de millones de dólares en impuestos impagos.

Justamente una de las primeras medidas de Trump fue abolir la participación de Estados Unidos en el acuerdo para que las empresas multinacionales paguen impuestos. Esta iniciativa de la OCDE aprobada en 2021, llevó a que 140 países se comprometieran a establecer un impuesto mínimo de 15 por ciento a las ganancias de las empresas trasnacionales, y trabajar en mejorar la aplicación de impuestos a las grandes tecnológicas. Las actividades de las grandes tecnológicas, al ser virtuales e internacionales, son difíciles de controlar y si pagan impuestos es en porcentajes mínimos, pese a tener las mayores ganancias del planeta.

Cínicamente, Musk fue nombrado director del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental que pese a su nombre no es una instancia pública sino una organización no gubernamental, creada para asesorar al gobierno de Trump en reducción del déficit fiscal, pero con amplio acceso a la información del gobierno. Musk aseguró que podría realizar recortes por 2 billones de dólares del presupuesto público, que seguramente serán en programas sociales, de salud, educación, medioambiente.

En contraste, ahora los subsidios gubernamentales aumentarán en sectores claves para los titanes tecnológicos. Por ejemplo, a través de las anunciadas incursiones espaciales, en las que hay cuantiosos contratos tanto con las compañías de Elon Musk SpaceX como con Blue Origin de Jeff Bezos. Me referí a ello en un artículo anterior (https://www.jornada.com.mx/2024/06/15/opinion/016a1eco).

Los lanzamientos de cohetes espaciales privados conllevan importantes impactos ambientales, también debido a los accidentes, que en casos han devastado grandes áreas naturales y afectado poblaciones. Este 16 de enero, un cohete Starship de la empresa SpaceX, explotó a minutos del lanzamiento, arrojando una gran cantidad de desechos ardientes sobre el Caribe. Paradójicamente, las industrias están presionando Agencia de Protección Ambiental para que ni siquiera sea necesario solicitar un permiso ambiental para los lanzamientos de estos cohetes o de los que llevan satélites privados. La instalación de miles de satélites privados, la mayoría Elon Musk, son una fuente de contaminación de la tierra, la atmósfera y la órbita terrestre baja de la Tierra, además de ser una base de control planetario de las comunicaciones y otras industrias digitalizadas (https://www.jornada.com.mx/2024/05/18/opinion/015a1eco).

Otro aspecto esencial para las grandes tecnológicas en el que quieren asegurar subsidios del erario público y al mismo tiempo evitar cualquier regulación, de impacto ambiental, social o político es el desarrollo de la inteligencia artificial, para la cual necesitan instalar cientos de nuevos megacentros de datos, que implican un uso enorme de agua y energía.

En todos estos aspectos y otros que iremos analizando, Trump les asegura apoyo e impunidad.

* Investigadora del Grupo ETC