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Miles quedaron varados en México con la anulación de citas CBP One

Con temperaturas bajo cero, arribaron al sitio indicado // Encontraron vallas de agentes y cercas de alambre de púas

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▲ El albergue El Buen Samaritano en Ciudad Juárez cuenta con 180 lugares para recibir a migrantes repatriados por EU .Foto Marco Peláez
Enviado y corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de enero de 2025, p. 5

Ciudad Juarez, Chih., De nada valió el ahínco de los migrantes que siguieron las reglas para tramitar el asilo en Estados Unidos. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca les cerró toda oportunidad de cruzar, aunque trataron de respetar la legalidad del proceso.

Son miles los que quedaron varados en distintos puntos de México, con un documento en mano que les aprobaba la cita del programa CBP One para antier, ayer, hoy o los próximos días. Bastó una firma de Trump para invalidar el escrito.

Ayer, desde esta frontera, unos sesenta extranjeros –entre ellos varios niños– volvieron a mostrar su resistencia.

Pese a las extremas condiciones climáticas (en las primeras horas del día el termómetro marcó 10 grados bajo cero), llegaron hasta el punto programado en la cita: el puente internacional Paso del Norte, a intentar que se respetara el proceso del trámite que se les había asignado para ayer a las 7 de la mañana.

Tampoco les importó que del otro lado del río Bravo, en El Paso, Texas, se observara un incremento en las unidades y rondines de la Patrulla Fronteriza y la Guardia Nacional, y que se reforzaran las cercas de alambre de púas, además de grandes y cegadoras luminarias a lo largo de la franja fronteriza.

Muchas de estas personas en movilidad recibieron un correo electrónico el día anterior en el que sólo se les informaba que el programa CBP One había sido cancelado y que, por tanto, la cita ya no era válida. Eso no era razón suficiente para detenerlos, no han llegado tan lejos para darse por vencidos.

Una mujer venezolana mostró en su celular el correo electrónico en el que sólo se leía: cita cancelada. En la otra mano llevaba el documento con la fecha agendada (21 de enero a las 7 de la mañana) validado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) que hoy, para la administración del magnate, no tiene legalidad.

Ataviada con una gruesa chamarra, gorro, guantes y una bufanda que apenas deja ver sus ojos, la joven no esconde su rabia: queremos hacer las cosas legales; por eso esperamos, tengo un año en México y no he podido hacer nada, hoy me sale mi cita y no pude entrar. No tengo plan B, todo lo invertí en esta alternativa y hoy es inválida.

A diferencia del día anterior –que se impidió el tránsito por el puente fronterizo a quienes contaban con citas de CBP One–, las autoridades del Fideicomiso de Puentes Fronterizos no pudieron impedir que los migrantes pasaran tras pagar sus respectivos 6 pesos de cuota.

Esperaron desde las 5 de la madrugada y, ante la falta de respuestas, minutos antes de las 8 de la mañana decidieron atravesar en grupo los torniquetes instalados a lo largo del acceso peatonal al puente fronterizo, que simbólicamente representan el final del territorio mexicano.

Subieron por la parte peatonal unos 200 metros hasta llegar a la línea divisoria, justo frente a los agentes migratorios de Estados Unidos.

Ordenadamente, los indocumentados formaron una fila con la esperanza de que del lado estadunidense alguien les hiciera un guiño, una palabra o hasta una negativa. ¡Nada! Unos 10 uniformados que hacían guardia en ese punto se mantuvieron indiferentes.

Al sentirse prácticamente invisibles, los migrantes comenzaron a organizarse para pedir una respuesta, rompieron por momentos la fila para agruparse. Reclamaron a gritos que se respetaran las citas, sí con energía, pero siempre con respeto, sin dar un paso más allá de lo que permitía la línea fronteriza (en este punto no hay barreras ni muros, pues es el habitual paso vehicular y peatonal de la dinámica fronteriza entre Juárez y El Paso).

Esta situación –sumada a que decenas de representantes de medios informativos trataban de obtener la mejor toma– causó, ahora sí, la alerta entre los agentes de Estados Unidos. Los refuerzos llegaron de inmediato. Triplicaron su fuerza con la aparición en escena de corpulentos agentes de la CBP que se agruparon a lo largo del puente, creando cierto caos en el tránsito vehicular y peatonal.

Portaban su arma de cargo, chalecos antibalas y otros objetos comunes en la indumentaria policiaca estadunidense.

En la zona también eran visibles grandes rollos de firmes alambradas de púas que los policías estaban dispuestos a desplegar en cualquier momento, al igual que grandes bloques de concreto, como los que dividen los carriles en las autopistas, sobre los cuales se alzaban cercas formadas por más púas.

Todo un operativo digno de la declaratoria de emergencia en la frontera sur decretada la víspera por Trump.

En el lado mexicano se agruparon elementos de la Guardia Nacional, también armados, aunque en menor número, en una actitud más disuasiva y no de amedrentamiento.

Fueron minutos de tensión. Los indocumentados resistieron, sólo deseaban una respuesta, que al final no obtuvieron de la parte estadunidense. La situación se relajó gracias a la actuación del personal del Fideicomiso de Puentes Fronterizos del estado, que convenció a los extranjeros de regresar al pie del puente.

Es una locura, inhumano, porque esta gente (los estadunidenses) no sabe todo lo que uno pasa para llegar hasta este sitio. Y cuando por fin tienes la seguridad de una cita aprobada, llegas hasta aquí y te cancelan; no sabes el sufrimiento que tienen las personas, señaló Jordan Briseño, de Venezuela.