inalmente, quiénes le temen a un bocón que, además, porta, al cinto, pistolas de grueso calibre. Al parecer, buena parte del mundo. Entre los cuales, el gobierno de México, puede, de no prepararse, ser uno de ellos. Y tiene razón por estar, al menos, preocupado por este reciclado presidente estadunidense. Uno de los muchos, radicados en ese norte de ambiciones, al que se le debe tener, al menos, algo de miedo.
Aunque, pensándolo bien, son los acompañantes que ha elegido este señor boquiflojo, los que deben causar mayor alarma. Invitar a Milei de Argentina, Bukele de El Salvador, Orbán, de Hungría o incluso a la alborotada Meloni, de Italia, sí que enciende los suficientes focos rojos y alarmas ideológicas. Más si Trump se hace seguir por raleas multimillonarias y promotores de las ultraderechas regionales. Entre nosotros tenemos varios, afortunadamente, por ahora, no han logrado penetración alguna. Personajes que, de progresar entre los diferentes auditorios, se irán compactando hasta formar, ríspidos y peligros ensambles contra la paz pública y el bienestar popular. Ya se ha visto cómo, en este país, han salido al espacio público distintos y viejos adalides, (E. Zedillo) ya muy desgastados, pero que no renuncian a seguir promoviendo sus dañinas ideas conservadoras. Ciertamente son pocas de ellas las que logran pergeñar pero, añadidas al modelo de acumulación, pueden provocar distorsiones innecesarias. Máxime que, ahora, tienen un abultado cobertor donde cobijarse y darles más amplia repercusión. Y ese sí que será un problema del cual se debe estar alerta y ocupado en su prevención.
Las presiones de Trump y sus alocados espadachines no dejarán pasar oportunidad alguna para encimarse en el diario acontecer nacional, si es que se les deja carta abierta. Los asuntos como migración y drogas son los botones álgidos que se prestarán para las acostumbradas amenazas fincadas, todas ellas, en temas comerciales. Mal llevados, ensancharán las oportunidades de indebida injerencia. Trabajados con alternativas pueden convertirse incluso en ayudas. Pero no se debe esperar que, las pretensiones del nuevo gobierno estadunidense se diluyan y no conlleven consecuencias.
Por lo demás, las diferencias de pensamiento y actitud entre los dos gobiernos no pueden ser mayores, tanto en los debidos balances y respetos de género como en haberes o fortunas de cada uno de los seleccionados que conforman su equipo de trabajo. A este respecto y con facilidad pueden apreciarse los abismos que los separan. Quedan marcadas las abismales diferencias ideológicas y, sobre todo, las galácticas distancias de sus respectivas visiones. Aunque Trump ha voceado que buscará devolver a su pueblo el poder perdido, nada, ni en su pasado o presente, puede auxiliarlo. Todo lo que hizo en su primer mandato, abona la separación de este ideal humano. Simplemente se agrandó el quiebre en la desigualdad que afecta a ese país. La promesa de recortar impuestos a los causantes mayores seguirá ensanchando la brecha. A nuestra Presidenta, por el contrario, poco puede interrumpirle su diálogo e interés, respecto a las necesidades populares, en especial, las de aquellos menos favorecidos por la vida.
Siempre se debe tener en cuenta que, el pleito principal de los recientes gobiernos estadunidenses ha sido con China y el de éste sin duda lo será. Y, en ese respecto, la alianza mexicana puede ser muy útil. No sólo útil, sino indispensable y crucial. La ventaja china actual es clara debido a los costos de una serie inmensa de productos, en especial en la estratégica industria automotriz. Los aranceles no podrán compensar tan pronunciadas diferencias. Comenzando con las baterías de litio, su producción y tecnología. Sin olvidar la electrónica y la amplia gama de satisfactores domésticos. Las ventajas de los vecinos en ciencia y tecnología (balística o espacial) han desaparecido o se han compensado con otras que China maneja y proyecta mejor. Los semiconductores o aún más notable, los llamados hardware y software informáticos se han cerrado. Si alguna ventaja permanece en Occidente es debido al capital de las inmensas tecnológicas, todavía dominantes, en esta parte del mundo. Los empeños chinos por lograr la independencia respectiva se ha llevado con diligencia notable. Prueba de todo lo anterior afirmado es el creciente porcentaje del comercio mundial captado por China, desplazando a Estados Unidos del primer lugar, muy a pesar del exitoso tratado que Trump propone alterar.
Mención especial merecen asuntos de transporte marítimo (Panamá) y minería: metales raros que se buscan y encuentran en África o Groenlandia. Minucias, como el cambio de nombre al muy conocido Golfo de México, se empañarán por los cuatro cortos años que le esperan a esta tonta pretensión. Por lo demás, tiempo suficiente se tendrá para procesar con responsable eficacia la insuflada lista de sus prioridades y acomodarlas a la normalidad rutinaria.